Diario de León

Dos estilos... doble filosofía

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León

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¿Berlina o biplaza? ¿Lujo o deportividad? Y… ¿por qué no conjugar ambas filosofías? En Coventry, se conjugaron… y conjugan; por mucho que los tiempos hayan cambiado y los coches sean «otros».

Si hay hitos que no pueden obviarse en la trayectoria de la marca que fundasen en 1920 Williams Lyons y William Walmsley, el de los «XJ» es uno de ellos… y no el menor; por mucho, a lo mejor también por eso, que aquella pionera «Swallow —embrión del Gran Gato— naciese como fabricante de sidecars. Tampoco sería banal la peripecia que, a principios de la década de los treinta, ya contaba en sus catálogos con auténticos coches de cuatro ruedas. Los 6 cilindros de aquel primer Swallow Sports (2.1 litros y 48 CV) acoplados a un cambio de 4 marchas y a unas contenidas 310 libras esterlinas —muy poco para la época— o aquel otro primer deportivo de 1935 (SS 90, motor de 2,7 litros y 90 CV) augurarían, sólo un par de años después, la aparición de Jaguar... como marca.

De ahí... a la gloria de los XJ (pasando, desde luego, por los XK), conflicto bélico mediante, y paralelamente también «mediante», la fabricación de accesorios para aviones. La desaparición —por «evidentes» razones— de la catalogación SS y la llegada de una definitiva razón social: «Jaguar Cars Ltd.», lanzaba al estrellato aquella inicial aventura de Lyons&Walmsley.

Presentes en los mercados desde 1968, los XJ ya marcaban pautas en su condición de lujosas berlinas de cuatro puertas asociadas, eso también, a mecánicas tradicionales aunque refinadas en lo técnico: carrocería autoportante, suspensiones independientes en ambos trenes y frenos de disco en las cuatro ruedas —incluso con servofreno—; motores de 6 y 12 cilindros con inyección electrónica, propulsión trasera y cambio de 5 velocidades. ¡Ahí quedaba... eso!

Como también «quedó», aunque por otros motivos, aquella otra perla que inauguraba, tras la compra de Coventry-Climax en 1963, la era V12 en las motorizaciones del Gran Gato: XJ13… ¡mira que no «habría» otros guarismos!, un espectacular biplaza Sport con el que se pretendía reverdecer los laureles cultivados por el D-Type en Le Mans (tres victorias consecutivas 1955, 56 y 57) y que han quedado para la historia como una de las grandes epopeyas que se hayan librado sobre el trazado de La Sarthe.

El caso es que Jaguar estaba firmemente empeñada en volver a ganar las 24 Heures, esa vez con otro de sus iconos: el E-Type que, en versiones «Lightweight» y «Low Drag Coupé», tampoco logró los objetivos; así que, el malogrado XJ13 serviría, lo que no es poco, para experimentar y servir de base en el desarrollo de los futuros V12 de serie.

¿Alguien se ha atrevido a esbozar siquiera una leve sonrisa con lo del «XJ…12+1»? Pues lamento borrársela: el prototipo original de 1966, tras un proceso cuajado de tachuelas, un preciosista biplaza de 4,48 metros de largo animado por un poderoso V12 de 445 CV capaz de rozar los 300 por hora de punta, fenecía en un accidente ocurrido en 1971. ¿Por qué? Pues porque, tras cuatro años varado en una cochera, la corrosión había hecho mella en una de las llantas de magnesio... reventón del neumático a 240 por hora... y el bellísimo «XJ 12+1» (placa XJ 13 WP) convertido en chatarra. Por fortuna, su piloto de pruebas —Norman Dewis— saldría ileso, mientras Jaguar «conservaba los restos del naufragio» con idea de reconstruirlo... por mucho que la «idea» nunca fuese «muy» del agrado de Sir Williams Lyons.

Terminaba así uno de los más sugestivos sueños en la historia de una marca eterna...

Aunque, eso también, su mágica herencia morística V12 haya quedado para los anales del Gran Gato...

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