Diario de León

Mercedes 500 GE V8. Exclusividad… ‘treinteañera’

En 1993, el motor V8 supuso toda una revolución en el catálogo del icónico todoterreno G de Mercedes. mb

En 1993, el motor V8 supuso toda una revolución en el catálogo del icónico todoterreno G de Mercedes. mb

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León

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Hace treinta años, Mercedes utilizaba por primera vez el motor V8 en su icónico todoterreno Clase G: 446 exclusivas unidades fabricadas entre 1993 y 1994; desde entonces, las potentes mecánicas, incluso versiones firmadas por AMG, han venido tomando carta de naturaleza en el lujoso G.

Aquel ‘raro’ 500 GE V8 se convertiría en ‘creador de tendencias’; ahora, en 2023, las unidades —originales y bien mantenidas— del 500 GE V8 pueden considerarse como «bienes culturales históricos», codiciadas piezas de colección.

A principios de marzo de 1993, en el Salón de Ginebra, Mercedes-Benz sorprendía al mundillo automovilístico con el 500 GE V8, animado por el motor ‘M 117’ —dos válvulas por cilindro—, de 4.973 centímetros cúbicos y 240 CV (38,0 metros/kilo de par), capaz de acelerar de cero a cien en 11,4 segundos y de alcanzar una punta de 180 por hora.

Aún más… aquel ‘mero’ incremento de potencia respecto al G de estricta serie, no era lo único que sorprendía: equipaba neumáticos Bridgestone (265/70 R 16 H) montados en llantas de aluminio, los únicos neumáticos todoterreno homologados para velocidades de hasta 210 por hora.

También el sistema de frenos estaba a la altura: discos ventilados delanteros y ABS; por no hablar de una sofisticada suspensión y la tracción total a las cuatro ruedas que, salvo por la ausencia de bloqueo del diferencial delantero, permanece invariable hasta nuestros días.

Es verdad que nuestro protagonista presentaba entonces una menor capacidad de vadeo, lo que tampoco disminuía sus grandes capacidades fuera del asfalto; exclusivamente disponible en carrocería Station Wagon, ofrecía unos ‘panorámicos’ 2,85 metros de batalla.

La exclusividad motorística, se trasladaba también al lujoso interior del 500 GE V8, como el cuero negro con elementos de contraste: en los cojines y respaldos de los asientos, además del panelado de puertas; utilizándose chapa de nogal en la consola central, en la palanca del freno de mano y en las dos palancas selectoras de la transmisión.

En el exterior, se extiende un acabado de pintura metálica azul amatista en los parachoques, los pasos de rueda y las carcasas de los retrovisores exteriores; el equipamiento de serie comportaba cambio automático, aire acondicionado, techo corredizo, volante de cuero, asientos calefactados y control de crucero.

Eso sí, aquella exclusividad tenía ‘su’ precio: 178.250 marcos alemanes (de entonces); para hacernos una idea, el G 320 de 6 cilindros costaba 88.500 marcos y el ‘buque insignia’ 500 SE estaba disponible por 120.030.

Para los amantes de las curiosidades: la única razón por la que solamente se produjeron aquellas 446 unidades, era la disponibilidad del motor M 117, que ya estaban siendo paulatinamente sustituidos por el M 119 de cuatro válvulas por cilindro, cuyas mayores dimensiones no permitían alojarlo en el vano motor del Clase G.

El todoterreno G es, con mucho, la serie más producida de Mercedes, además de pionero entre todos los SV de la ‘Estrella Plateada’; la inicial serie W 460 (1979), se concibió como un sencillo vehículo para un exigente uso diario (agrícola y militar) fuera del asfalto, lo que tampoco impedía —impide— al Clase G desenvolverse perfectamente en el asfalto; tan robusto ‘él’ en todas condiciones, que permitiría a Jacky Ickx y Claude Brasseur alzarse con el París-Dakar en 1983, a bordo de una unidad 280 GE.

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