Diario de León

Porsche. El nacimiento… de un emblema

En 1952 se creó el primer boceto del escudo de la marca 

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Las raíces… de una empresa. En 1952 —buena ‘cosecha’… la de ese año— se desvelaba, por primera vez en eun Porsche, el símbolo de la marca: en el centro, un caballo rampante tomado del escudo de la ciudad de Stuttgart, enmarcado en un contorno dorado; en la parte superior, el nombre de la propia localidad, flanqueado en rojo y negro, y cornamentas de ciervo tomadas del blasón de Württemberg-Hohenzollern; a modo de techo protector… la inscripción «Porsche».

Con todo, tampoco son muchas las personas que conocen cómo surgió verdaderamente este emblema. A partir de 1948, la inscripción «Porsche» ya adornaba el capó de todos los deportivos firmados en Zuffenhausen,

Aunque aquello no parecía ser suficiente; tres años después, surgiría la idea de dotar al icónico 356 de un auténtico sello de identidad. Sería entonces cuando la empresa, junto con Ottomar Domnick, uno de sus primeros clientes, acudió —marzo de 1951— a las academias de arte alemanas para convocar un concurso; el ganador, se llevaría 1.000 marcos de premio… ninguno de los diseños resultaría convincente.

En Nueva York, muy lejos de la casa madre germana, el austriaco Max Hoffman retomaba la idea; así, el propietario de ‘Hoffman Motor Company’, que ya se había labrado justa fama como importador de deportivos europeos para el mercado americano, daba el empujón final al proyecto desde su concesionario diseñado por el célebre arquitecto Frank Lloyd Wright.

Un diseño, el del emblema, enraizado en la más pura filosofía de la empresa: deportividad trufada en calidad. Una ‘marca de la casa’ conocida en todo el mundo.

A renglón seguido, tras importar el primer Porsche 356 a EE.UU., ganó el premio al coche más interesante en el ‘Concours d´Élégance’ de Watkins Glen (Nueva York); pero, un hombre como Hoffman, veía aún más potencial en aquel coche. A finales de 1951, en una reunión con Ferry Porsche, el importador volvía a poner el asunto sobre la mesa: había que crear un emblema, tan visualmente atractivo, que reforzase la identidad de la marca.

Dicho y hecho… el 27 de diciembre de 1951, Ferry lanzaba una nota: «Centro del volante adornado con ‘Porsche’ y emblema de Stuttgart o similar». De vuelta a Alemania, le encargó a Franz Xaver ReimspieB, diseñador de Porsche, un escudo que simbolizase las raíces de la empresa.

Aquel emblema estrenado en el centro del volante de 356, pervive, con ligeras modificaciones, hasta hoy; a partir de 1954 en el capó y desde 1959, también en los tapacubos de las ruedas de todos los Porsche; la quinta remodelación… es la que hoy conocemos.

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