Diario de León

Arqueólogos en el campo de batalla

Un proyecto europeo liderado por el CSIC y la Universidad de León pone en marcha en las montañas de San Isidro el primer yacimiento de León destinado a investigar, catalogar y recuperar vestigios de la Guerra Civil.

Vista de las líneas de trinchera desde la cima del Cueto de Castiltejón.

Vista de las líneas de trinchera desde la cima del Cueto de Castiltejón.

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marco romero | león
León

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Un equipo de investigadores del CSIC y de la Universidad de León iniciaban ayer en Puebla de Lillo las primeras catas para evaluar el potencial de los restos arqueológicos de la Guerra Civil en este término municipal y realizar un primer acercamiento a los principales vestigios de la zona, concretamente los conjuntos que se dispersan en el Cueto de Castiltejón, un cerro fortificado correspondiente a una de las posiciones republicanas del Frente Norte.

Esta intervención arqueológica, primera de estas características que se desarrolla en la provincia leonesa, se enmarca dentro del proyecto europeo Ruin Memories Project , una iniciativa financiada por el Consejo Noruego de Investigación encaminada a recuperar las ruinas-paisaje en los principales núcleos rurales afectados por conflictos bélicos. Como parte de la intervención se llevará a cabo una prospección dirigida sobre los restos bélicos del municipio y se practicarán sondeos en las fortificaciones conservadas en el cerro. Está dirigiendo los trabajos Alfredo González Ruibal, responsable del proyecto europeo en España y miembro del Laboratorio de Patrimonio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Le apoyan los arqueólogos de la Universidad de León Víctor Bejega García y Eduardo González Gómez de Agüero, además del historiador Javier Rodríguez, del departamento de Historia Contemporánea.

«Lo primero que se hará es excavar en esta posición republicana para conocer la potencialidad del yacimiento. La idea sería catalogar estos restos para poder hacer un estudio sobre la extensión del frente y cotejarlos con la Historia que ya se conoce», manifestó el arqueólogo Víctor Bejega. Habrá seis personas trabajando continuamente en el yacimiento, a las que puntualmente se irán sumando otros colaboradores. Técnicamente, las labores son delicadas y se realizarán como si se tratase de vestigios paleolíticos, «con material ligero para hacer una lectura de los que vayamos encontrando».

Las prospecciones, en las que también participarán alumnos de la Universidad de León, concluirán el día 19. No obstante, el próximo domingo se realizará una jornada abierta para conocer de primera mano el proyecto y la excavación. Tras concluir, los investigadores tienen previsto entrevistar a vecinos de la zona para completar el trabajo de campo.

Ahí empezará la responsabilidad del historiador Javier Rodríguez. Esencialmente, consistirá en identificar los restos para conocer las posiciones defensivas del Frente Norte y encajarlas en un contexto histórico. «Este trabajo sería importantísimo para contrastar cómo fueron cayendo las posiciones», indicó el investigador.

Un primer acercamiento a los orígenes de este frente revela que se trata de una posición avanzada en una colina que forma parte del complejo defensivo del puerto de San Isidro. Ubicado en un enclave estratégico, controla el paso de la carretera de Puebla de Lillo hacia Isoba, la cual permitía acceder tanto al puerto de San Isidro desde Isoba como hacia el puerto de Tarna a través del puerto de las Señales. Los investigadores, tras estudiar la documentación que obra en su poder, se han decantado por pensar que se trata de un enclave del ejército republicano, si bien en las proximidades parece existir una posición similar correspondiente al ejército franquista. «Podría ser un observatorio de artillería porque todavía conserva inscripciones escritas a lápiz con códigos numéricos», explica el arqueólogo Víctor Bejega. Todo el conjunto se encuentra enmarcado en una red de trincheras en zigzag que comunican los diversos puestos del cerro. Su base se encuentra jalonada por un mínimo de tres estructuras de piedra de forma rectangular y oval, posiblemente vinculadas a parapetos y nidos de ametralladora. En la cima se documentan dos posibles posiciones de tirador. Por último, muy cerca de esta zona, coincidiendo con un afloramiento rocoso, se documenta una pequeña cueva natural con dos galerías reutilizadas durante el conflicto.

El historiador Javier Rodríguez subraya que la intención de este pionero trabajo es abordar el estudio de la arquitectura bélica «en ambos bandos». La investigación ampliará notablemente los conocimientos sobre este tipo de patrimonio, ya documentado en la obra La Maginot Cantábrica y en otros inventarios realizados por asociaciones y colectivos de todo tipo.

Durante la prospección se localizarán todos los yacimientos con GPS y se rellenará una ficha de inventario para aquellos que aún no se encuentren localizados. Entre los resultados previstos se espera que la excavación, al ser la primera intervención sobre posiciones del Frente Norte, suministrará datos importantes sobre la vida cotidiana de quienes vivieron allí y sobre el uso que se le dio en la posguerra. Todos los datos se aglutinarán en un catálogo con cartografía detallada.

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