Diario de León

«Es difícil recuperar al cien por cien a un perro maltratado pero puede llevar una vida normal»

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Es muy complicado saber hasta que punto un animal ha sufrido malos tratos, aunque a veces con mirarles a los ojos se puede adivinar por el calvario que ha podido pasar. «En la mayoría de los casos es evidente, por su comportamiento, por el pánico que sienten cuando ven a las personas e, incluso, por cómo miran a la gente». Daniel Martín, responsable del Bosque de Sury, lleva más de veinte años acogiendo perros abandonados que por desgracia no tienen encaje en otras protectoras, ya que por los posibles malos tratos que ha recibido, no están preparados para convivir con familias, o incluso con otros animales.

Su metodología es muy simple, la imitación. «Cuando nos llega un perro que casi con total seguridad ha recibido malos tratos lo que hacemos es no acercarnos demasiado, ya que por lo general ni siquiera se dejan acariciar, ya que tienen miedo a las personas», explica. «Le dejamos con otros perros que ya están totalmente integrados y que sí tienen confianza con nosotros. Con el tiempo, ese perro maltratado termina haciendo por imitación lo mismo que sus compañeros y poco a poco se confía, hasta que te lo ganas».

El último perro que ha tenido en estas circunstancias es Carla, una galga de dos años que poco a poco, y con mucho trabajo, está recuperando la confianza.

A pesar de que los avances con este tipo de animales suelen ser muy positivos, Martín afirma que su recuperación total es «muy difícil», ya que siempre les quedará algún tipo de trauma, que con el tiempo se irá minimizando, y que de todos modos le puede permitir llevar una vida normal, en cualquier tipo de familia. «Lo que hay que tener es mucha paciencia y no ponerse fechas, ya que cada animal tiene sus tiempos de recuperación».

Ejemplo de sosteniblidad

El Bosque de Sury es un refugio para animales en riesgo de exclusión, ubicado en Chozas de Arriba. Su responsable, incluso fabrica sillas de ruedas de madera para aquellos que por culpa de accidentes, o incluso de malos tratos, no pueden andar. Además tienen un proyecto de reforestación colaborativa, y todo el edificio se alimenta con energía fotovoltaica. «Aquí compostamos hasta los excrementos de los perros», explica su responsable. Además, una vez a la semana llevan algún perro al centro que Asprona tiene en Armunia para que sus usuarios convivan con los animales e incluso les den un paseo.

También colaboran con los peregrinos que de camino a Santiago pasan por su municipio y les enseñan la iglesia de Villar de Mazarife.

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