Diario de León

El hombre discreto que siempre tendió puentes

Arropado por siete mayorías absolutas en Vegacervera, era el alma y la voz de los alcaldes socialistas en la Diputación.

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maría carnero | león
León

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La muerte de Luis Rodríguez Aller (Riofrío, 1951) dejó ayer sumida en un profundo dolor a la familia del partido socialista de León y a toda la clase política en general, en la que contaba con el respeto y admiración de todos. Minero de profesión y jubilado de la Hullera Vasco Leonesa, irrumpió en política en 1987 como concejal de Vegacervera y en fue en 1991 cuando ganó por primera vez allí las elecciones municipales, donde ha ejercido como alcalde hasta la actualidad, lo que le ha convertido en uno de los más veteranos de la provincia, y también en uno de los que mejores resultados ha obtenido en las urnas, ya que siempre ha ganado con mayoría absoluta. En los últimos comicios de mayo de 2015, con los que accedió a su séptimo mandato, logró los siete concejales a los optaba su municipio, un ‘pleno al quince’ casi imposible pero que él ya consiguió que en 2007. Estos resultados dan una idea del apoyo y el cariño que procesaban los vecinos de este municipio de la montaña leonesa.

Su labor en la comarca y el respeto entre los suyos le hicieron acreedor de un sillón en la Diputación provincial, institución en la que embarcó en 1999 y en la que desde 2012 ejercía la portavocía del grupo socialista.

Trabajador incansable, ejercía de alcalde de pueblo, pendiente de los problemas de sus vecinos y de las inquietudes, también, de los regidores de la provincia para quienes era un referente.

Hombre sabio, de los que saben escuchar, se caracterizaba por la constancia y la discreción, lo que le ayudó a cosechar una trayectoria política intachable al servicio de sus vecinos y del partido, en donde era una pieza fundamental especialmente desde que hace tres años y medio asumiera la presidencia provincial del PSOE.

Conciliador al máximo, medió en innumerables conflictos internos, tendiendo puentes, sumando, y nunca restando, lo que le sirvió para ganarse el respeto y la admiración de todos los compañeros de partido. De este respeto y de su valía hablaba ayer un desolado Tino Rodríguez, secretario provincial del PSOE, con quien mantenía una estrecha amistad y a quien consideraba su ‘abuelo político’.

En lo personal, sus compañeros lo describen como una persona cercana, afable y con muy buena conversación. De ojos listos, rostro sereno y fácil sonrisa, dicen de él que «era muy raro, casi imposible, verlo enfadado».

Amante de su montaña y de la naturaleza, era muy aficionado a la caza menor, y a sus perros, por los que sentía una gran adoración. Muchos se consuelan pensando en que murió mientras disfrutaba de una de sus grandes pasiones, la caza.

También pasaba largos ratos en uno de sus rediles favoritos, un terreno en Pajares de los Oteros, donde cuidaba una huerta, de la que estaba muy orgulloso, y donde tenía sus trastos de caza.

Su inmensa capacidad de superación le ayudó hace dos años a vencer un cáncer muy complicado y tras una casi milagrosa recuperación, volvió a la política con más fuerza que nunca.

Casado con Mari Cruz, era padre de dos hijos, Pedro Luis y Carlos Miguel, y feliz abuelo de Julia y Erik.

Hombre muy familiar y acogedor, en su casa de Vegacervera no falaban los amigos y conocidos, para quienes siempre había un plato de cecina. «Por allí pasó mucha gente de todos los colores políticos», aseguran sus allegados.

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