Diario de León

Homenaje al verdadero alma del palacio de Riolago

Los vecinos reconocen con un emotivo acto la aportación al pueblo de Fernando Geijo, que entre cosas salvó de la ruina su emblemático palacio

Vecinos y amigos del constructor se dieron cita en Riolago para brindarle un reconocimiento. DL

Vecinos y amigos del constructor se dieron cita en Riolago para brindarle un reconocimiento. DL

León

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Vecinos y amigos de Riolago de Babia se dieron cita ayer en el Palacio de los Quiñones, —hoy Casa del Parque de Babia y Luna— para rendir un más que merecido homenaje a la persona que con su esfuerzo lo mantuvo en pie hasta convertirse en lo que es actualmente.

No solo fue un reconocimiento por la restauración del palacio, sino por las decenas de actuaciones en el pueblo de conservación del patrimonio, en la Iglesia parroquial y en la Capilla del Cristo, y en la mejora de instalaciones públicas.

Según explicó el propio empresario de la construcción ya jubilado en una entrevista concedida a Diario de León hace diez años, el palacio de Riolago, ha sido de las grandes pasiones de su vida, y lo sigue siendo. «Recuerdo de niño que jugábamos en las inmediaciones de las ruinas del palacio, y escuchábamos el ruido de que alguna parte de la muralla se había caído. Se estaba derrumbando por momentos hasta quedarse prácticamente en ruinas», explica.

Los orígenes del Palacio de Riolago se remontan al siglo XIV, que es cuando se levantó la muralla. Pero no fue hasta el siglo XVI cuando se construyeron la portada y las edificaciones para acoger a una de las familias con más solera de la provincia, la de los Quiñones, cuya estirpe dio paso a algunos de los títulos nobiliarios más importantes como los Condes de Luna, los Marqueses de Montevirgen o el Señorío de Riolago.

Cuando los Quiñones abandonaron España para acompañar Isabel II a Francia, vendieron todas sus propiedades, entre las que se encontraba el palacio. Geijo relata que con ellos se llevaron dos escudos, uno de ellos está hoy en día en el claustro del Parador de San Marcos y el otro en Francia. El palacio quedó entonces en manos de un administrador, que más tarde se lo vendió a la familia Miranda Carballo. El 22 de julio de 1915 el palacio sufrió un devastador incendio que lo dejó prácticamente en ruinas, por lo que fue abandonado. Tras la Guerra Civil española, Octavio Carballo vendió el conjunto monumental a 13 propietarios, que son a los que Fernando Geijo compró finalmente el palacio en 1977. «La verdad es que se portaron muy bien, no recuerdo exactamente cuanto pagué por la propiedad, además cuando se trata de patrimonio no hay que hablar de dinero», sentenció Geijo en aquel momento.

Fue entonces cuando empezó su mayor reto, rescatar de las ruinas lo que en su día fue uno de los palacios de más abolengo de la provincia de León. En esta tarea invirtió mucho tiempo, dinero y dedicación para restaurarlo en totalidad, prácticamente piedra a piedra. Para ello hizo traer los mejores materiales nobles. Todo para devolver al palacio todo el esplendor que se merecía.

Todo este esfuerzo le fue recompensado en 1980 cuando el conjunto fue declarado Monumento Nacional. Nueve años más tarde, en 1989, consiguió el prestigioso premio Europa Nostra, otorgado en Londres.

El palacio de Riolago se convirtió durante veinte años en su residencia de verano. «En todo ese tiempo recibí miles de visitas anónimas y algunas institucionales y a todos les enseñé el palacio, las puertas siempre estuvieron abiertas al público», destacó. Siguiendo esa filosofía Fernando Geijo decidió en 1999 ceder a la Junta de Castilla y León el palacio. El precio, que no quiso precisar, fue el que pusieron los técnicos sobre las construcciones, ya que el valor de la portada, la muralla y el patio, lo puso él, y fue de cero pesetas. A cambio puso una condición, que se destinara a un uso público y se abriera a la sociedad. Pero no fue hasta el 2008 cuando la Junta decidió el destino del palacio. Todo el tiempo transcurrido entre medias, casi diez años, permaneció cerrado.

Después de una intensa adecuación, y de una inversión de más de un millón de euros, el próximo 27 de junio el palacio volverá a abrir sus puertas como casa del parque de Babia y Luna.

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