El luminoso rincón del Museo Minero

Una de las zonas en principio más modestas del museo, tanto que el centro la ha catalogado como ‘Rincón’, muestra sin embargo uno de los aspectos más relevantes en el trabajo minero, la iluminación. Para quienes tienen que trabajar bajo tierra en ausencia total de luz, el disponer de buenos sistemas que rompan la oscuridad, es fundamental, tanto para su propia seguridad como para desempeñar de forma correcta su trabajo.

Este Rincón de Luz se configura desde hace varios años como una parte permanente del museo que siempre está dedicada a la iluminación minera, pero a la vez se convierte en un área temporal ya que cada varios meses se renueva por completo incorporando nuevas piezas. En este nuevo periodo expositivo, el Rincón de Luz reúne más de sesenta modelos de lámparas de seguridad de diferentes épocas, tipos, características y países. Todas estas piezas son propiedad de Fernando Cuevas, coleccionista y gran estudioso de la iluminación minera.

Las lámparas de seguridad fueron inventadas por los Ingleses Stephenson y Davy, en la segunda década del Siglo XIX. Davy probó su invento a principios de 1816, en la mina de Hebburn. Su descubrimiento consistía en una red que rodeaba la llama de la lámpara, enfriando los gases que pasaban a través de ella hasta alcanzar una temperatura inferior a la necesaria para su combustión. Además, en el caso de que entrasen los gases las variaciones en la aureola de la llama indicaban la proporción de grisú, por lo que también avisaba de su presencia.

Los primeros prototipos mostraron varios inconvenientes y apenas iluminaban lo suficiente, pero los mejores ingenieros fueron perfeccionándolos, haciéndolos más seguros, resistentes y luminosos. Así surgen las lámparas Clanny, Dubrulle, Mueseler, Marsaut o Wolf, que extenderán su uso por las minas de todo el mundo.