Diario de León

El Páramo

La obsesión por el tránsito al más allá

Un estudio sobre testamentos del siglo XVIII revela la preocupación de los habitantes de Villarrín del Páramo y, por ende, de toda la comarca, por dejar escrito cómo y dónde querían ser enterrados

León

Creado:

Actualizado:

El tránsito hacia el más allá ha sido una obsesión para hombres y mujeres a lo largo de la historia. Hubo un tiempo, no hace tanto, que tal era su preocupación que querían dejarlo todo atado y bien atado. Ricos y pobres, todos vivían marcados por la muerte que se presentaba implacable. Así queda revelado en un estudio sobre testamentos del siglo XVIII de Villarrín del Páramo, que bien puede extenderse a la sociedad rural profundamente religiosa de la época de toda la comarca, realizado por el investigador Javier Benéitez Mateos como trabajo de fin de grado en Información y Documentación de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de León titulado Estudio Diplomático de los Testamentos del siglo XVIII de la Parroquia de Villarrín del Páramo , calificado con sobresaliente.

En total Benéitez investigó 85 testamentos manuscritos originales localizados en la iglesia de San Miguel de Villarrín del Páramo comprendidos entre el 11 de julio de 1728 y el 16 de febrero de 1799, a los que se suma otro documento custodiado en el Archivo Histórico Diocesano de León denominado Libro de Cumplimiento de Misas, Aniversarios y Testamentos , que abarca los años de 1756 al 1833, en el que se contrastan y localizan parte de los datos aportados por los testamentos.

Todos los testamentos son otorgados ante el párroco del momento y otras figuras del pueblo. Señala el investigador que la ausencia de notario parece obedecer simplemente a un aspecto socioeconómico, al tratarse de personas con muy pocos recursos y que, en la mayor parte, no sabían leer ni escribir, como así lo manifiestan en los propios documentos. «En la mayoría de las ocasiones el motivo por el que los vecinos de Villarrín del Páramo realizaron estos testamentos fue por encontrarse gravemente enfermos, temerosos de la muerte o por ambas, manifestándolo en muchos casos al comienzo de los textos. Hablar de muerte en esa época y este lugar es también hablar de religión; y así queda plasmado en estos documentos, donde en gran medida su contenido gira entorno a aspectos religiosos tales como misas de todo tipo, votivas y devocionales, perpetuas y post mortem, indicaciones para ser enterrados en un lugar concreto del interior de la iglesia, hábito con el que desean amortajar sus cuerpos o donaciones y limosnas a diferentes causas y estamentos, etcétera», afirma Benéitez.

Estos documentos aportan datos curiosos y reveladores de las creencias de las gentes de la época y el lugar. Por ejemplo, siempre querían ser enterrados en la iglesia de San Miguel de Villarrín del Páramo, solicitando la sepultura en un lugar concreto de la misma.

Descubrimiento
Los vecinos tenían gran devoción a Nuestra Señora de la Portería, de la que hoy no queda ni rastro

En cuanto a las vestimentas para el difunto, el lienzo blanco era el más utilizado en la Baja Edad Media por el pueblo llano, mientras que los frailes eran enterrados con sus hábitos y los sacerdotes con sus ropas sacerdotales. Esto cambió con el avance de las órdenes religiosas a partir de los siglos XIV y XV, siendo que el pueblo y la nobleza solicitaban que se les diera sepultura con los hábitos utilizados por los propios frailes con la intención de que éstos les ayudaran a la salvación de su alma, a cambio, claro está, de pingües donativos para los conventos. En el caso de los vecinos de Villarrín el hábito más solicitado era el de San Francisco tanto por hombres como por mujeres, seguido del de Nuestra Señora del Carmen que solo pedían las mujeres. Y el convento de la Orden de los Franciscanos Descalzos de Villamañán el más nombrado a la hora de solicitar el hábito de San Francisco y de pedir la presencia de religiosos en los diferentes funerales, siempre a cambio de una limosna. Según el investigador Segundo Tejedor, los frailes Capuchinos llegaron a Villamañán en 1628 para fundar en la villa un Convento de la Orden de los Franciscanos Descalzos.

En cuanto a las misas que los otorgantes dejaban dispuestas que se dijeran tras su muerte dependía únicamente de la situación económica de la persona que realizaba el testamento, que determinaba, no solo el número, sino también la categoría de las mismas. La mayoría eran para decirse en la parroquia de la localidad de Villarrín del Páramo, pero también en otras iglesias como el santuario de la Virgen del Camino, el lugar más solicitado después del templo del pueblo.

Y aquí aparece un descubrimiento. Las misas votivas o devocionales más solicitadas en los testamentos de Villarrín eran ofrecidas a la Nuestra Señora de la Portería de la localidad, a la que se ve que los vecinos tenían una gran devoción en la época por encima de ninguna otra. Curiosamente, hoy no existe iglesia ni talla alguna, ni referencia en la iglesia parroquial a esta Virgen y los vecinos no conocen nada de su existencia.

tracking