Diario de León

Rivalidad en la diana de la historia

Astures, romanos y el Ayuntamiento recuperan el concurso de catapultas como primera prueba del Gran Circo.

El pueblo astur con una rapaz.

El pueblo astur con una rapaz.

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a.g. valencia | astorga
León

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Ya no es ningún secreto que Astorga ha retrocedido 2.000 años en el tiempo. Los astures y romanos pelean por el dominio de la ciudad un año más, aunque comparten territorio en el campamento de El Melgar. Estos días entre las túnicas y las pieles se confunde a los peregrinos y a los turistas que miran sorprendidos lo que pasa su alrededor. Aguerridos astures y poderosos romanos se vieron ayer las caras en varias ocasiones, haciendo gala de la eterna rivalidad que les separa.

Primero en la inauguración del mercado, montado en la plaza de Santocildes, donde un grupo de astures llegó encabezado por el caudillo Sibius que animó a sus compatriotas a comprar y vender sus productos sin olvidar que «los romanos son los invasores». Representando al Imperio, Lucio Pompeyo Fabentino que dio la bienvenida a «los mejores vendedores de Hispania» que hasta el domingo ofrecerán productos de todo tipo en la plaza con motivo de la fiesta de recreación histórica.

En esta ocasión, el espacio habilitado por la organización para este evento, ha vuelto a llenarse y según confirmaron desde el Ayuntamiento el mercado cuenta con 67 puestos.

Pero si en alguno de los acontecimientos la rivalidad afloró fue durante el concurso de catapultas, que el Ayuntamiento y la Asociación han recuperado después de que dejara de hacerse en la década de los 90. La primera batalla entre astures y romanos se sirvió con sandias y melones, que hicieron las veces de proyectiles para demostrar la habilidad de los participantes. En total diez artilugios artesanales y rústicos, basados en el ingenio y el cálculo, para pasar una tarde de diversión con el propósito de dar en la diana y llegar lo más lejos posible. San Roque hizo las veces de campo de ‘batalla’, donde las frutas volaron bajo la atenta mirada del numeroso público. El César, Josefus Orologius, marcó el inicio del concurso que supuso la primera prueba del Gran Circo Romano que se celebra hoy en la plaza de toros. Los astures dejaron patente su superioridad con las catapultas, consiguiendo 350 puntos, frente a los 180 de los romanos.

Antes de que los proyectiles volaran, Orologius atajó una pelea entre un guerrero astur y un romano, invitando a Sibius a presidir con él el acto. El recibimiento del César puso el punto final al desfile que precedió la prueba, donde los habitantes del Imperio mostraron a algunos de sus rehenes astures y donde los antiguos moradores exhibieron su valiente carácter.

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