Diario de León

La Tercia y Arbas tratan el invierno con caldereta

El municipio pone sobre la mesa desde este sábado las 30ª jornadas gastronómicas

Paraje con vistas a las Tres Marías, emblema orográfico en el valle del Casares. MARCIANO PÉREZ

Paraje con vistas a las Tres Marías, emblema orográfico en el valle del Casares. MARCIANO PÉREZ

León

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En los valles el Casares y del Bernesga siempre se trató con la carne con el cariño que merece este manjar que los dioses pusieron al alcance de los leoneses para hacer frente a las adversidades. En la Tercia y Arbas se levantó un altar a este acontecimiento de confraternización con los embutidos y los encurtidos, los guisos y los postres endulzados, que alcanza desde este fin de semana treinta años en cartel, como recurso primario para promocionar la tierra, y encender la pasión del visitante, según propone el alcalde de Villamanín, José Luis García.

Las jornadas gastronómicas de la Tercia y Arbas llegan a la trigésima edición para hacer más llevadero el invierno, que llama desde hace una semana a las puertas de la Brazosa, y se cuela por esa puerta abierta de Viadangos al norte, y brinca por la escalinata del Brañilín, hasta el descansillo del balcón de Pajares, donde la Venta de Casimiro abre la cocina para a la serenidad del mirador; con la mesa puesta. El frío se calienta en Villamanín, en ese cruce de caminos que siempre ha hecho dudar al visitante, si avanza N-630 arriba, o se detiene en esas paradas de postas del Ezequiel, y del hostal restaurante Golpejar, de amplio perímetro e inmenso interior, donde la mesa puesta, también, coloca la carta de las jornadas gastronómicas; un menú a gusto de la tradición que cimentan los embutidos, cecinas y lomos de entremés y termina con los postres caseros en el tejado a las cuatro aguas de los vinos de León. Las duda del tente o avanzar se complica con el referente que abre la vista al valle, con Las Tres Marías de reclamo en la cima de un cordal que luego ya da paso al non plus ultra; si se toma esa opción, el viajeros también encontrará puertas de par en par en la Posada el Embrujo, en esa Poladura que casi es vega entre montañas agrestes, en un lugar donde la oferta gastronómica de la jornadas de la Tercia y Arbas redondea el póquer de ases para un invierno llevadero, entre viandas y edificios culinarios de paredes maestras rotundas, armadas de caldereta de cordero y cabrito, revocadas del entrecocido de morcilla, de costilla y lengua.

No habrá invierno que se resista al paso del visitante de ese perímetro norte que convierte a Arbas y la Tercia en centinelas del mejor tesoro que León puede guardar y ofrecer como promoción turística. Por si hiciera falta, para abrir apetito o pasear el homenaje, una red inmensa de recursos naturales tejen el paisaje más emocionante que se puede echar a la cara en esta tramontana leonesa; rutas entre riscos, arboledas y sendas fluviales que se acomodan al calzado del caminante como al sol del verano y al cierzo del invierno, llevadero siempre en la buena mesa y en los sabrosos alimentos.

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