Diario de León

Biodinámica, la fe que mueve montañas

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León

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Seguro que a muchos de ustedes de niños les cortaban el pelo y las uñas en cuarto menguante de luna para que les saliera más fuerte o han oído que la matanza debe hacerse también en cuarto menguante o que es mejor sembrar en luna creciente. Estas creencias ya olvidadas resurgen desde hace un par de años en la agricultura y especialmente en la viticultura. Es la llamada viticultura biodinámica.

Fue el austríaco Rudolf Steiner el primero en intentar buscar una base científica a estas creencias naciendo así la biodinámica. Su filosofía se traduce en llevar a cabo las labores del campo de acuerdo con unos principios basados por un lado en un escrupuloso respeto por el ecosistema que rodea los cultivos y por otro en equilibrar las energías de la Tierra. La cosmogonía, que propugna la biodinámica, es una visión del universo intelestelar como un enorme ser vivo del que cada planta, cada piedra o animal son sólo partes. Si les parece raro, esperen a ver la práctica. Los métodos que proponen son casi esotéricos, parientes de alquimias medievales y astrología. Por ejemplo, parece ser que el mejor abono se obtiene de enterrar un cuerno de vaca relleno de estiércol; para luchar contra las plagas proponen dinamizar preparaciones, diluyendo el principio activo y girando la disolución 9 vueltas a un lado, 9 vueltas al otro, repetido 9 veces al día, durante 9 días; realizar trabajos, como la poda, la siembra o los trasiegos según las fases de la Luna; quemar insectos y usar sus cenizas...

Quien ha vuelto a poner de moda todo esto es Nicolas Joly, el propietario de la bodega Coulée de Serrant, en el Loira, que escribió un libro contando sus experiencias con la biodinámica llamado

. Aunque les parezca imposible de aplicar muchos han decidido seguirle y son auténticos entusiastas a la hora de explicar las bondades del método. Incluso en zonas húmedas donde los ataques de hongos son el pan de cada día y donde parece imposible olvidarse de productos químicos, aparecen biodinámicos encantados con los resultados. Como era de esperar, con la misma energía les atacan los más incrédulos tachándolo de brujería y superstición.

No cabe duda de que la biodinámica tiene un componente de fe, algo inexplicable que o te lo crees o no te lo crees. Pero también implica un cuidado de la viña, del vino y un conocimiento profundo de las parcelas que es lógico que se traduzca en un mejor resultado. No se puede decir que el libro de Joly tenga un fundamento científico, ni que se apoye en hechos irrefutables más bien se trata de creencias y suposiciones entre espirituales y sobrenaturales sin embargo, el resultado, es decir, sus vinos son magníficos. Y esto no lo discuten ni los más incrédulos. Por otro lado, la viticultura ha entrado en una espiral de fitoquímicos, insecticidas y herbicidas que está destrozando la vida alrededor de la planta, así que no está mal una vuelta a lo natural. Además que no podamos explicarlo científicamente, no significa que no exista.

Después de años enredados en discusiones acerca del origen de la madera, el tamaño de los depósitos o los tipos de bombas, se reivindicó el campo. Aparecieron voces que se sentían más cerca de la viña y que creían que era aquí donde residía el potencial de un vino. En definitiva, nos recordaron que el vino viene de la uva, que la uva viene de la planta y que la planta crece en la tierra. Nos habíamos olvidado del campo y de toda la sabiduría que durante siglos nuestros abuelos habían ido acumulando, incluyendo cuando cortar el pelo a un niño. Y aunque sólo sea por eso, recuperarlo vale la pena.

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