Diario de León

CANTO RODADO

de broma

La era del plasma está a punto de decir adiós con gran resistencia de los barones del psoe que apuestan por modos y modas políticas caducos

León

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El 14 de enero me llegó una notificación para presentarme el 7 de enero, siete días antes, en una administración pública. Aunque hubiera podido pegar las hojas al calendario, cosa que dudo, lo iba a tener difícil con la máquina del tiempo. No habría conseguido dar marcha atrás ni con todos los enchufes y padrinos que tuvo Triana para llegar a un puesto a la Diputación provincial y a las listas del PP. Que ya es decir.

Como era imposible volver al 7 de enero, descolgué el auricular y llamé para personarme con mi voz. «No se preocupe, puede venir cuando quiera», me contestaron. Le pregunté al funcionario por el motivo de la citación. No lo podía decir por teléfono. ¿Quién me dice a mí que es usted quién dice ser? Esta respuesta-pregunta la he escuchado muchas veces, con cabreo, a lo largo de mi vida profesional.

‘Fake’

E n Moncloa no dudaron que Carles Puigdemont era quien decía ser cuando una llamada ‘fake’, filtrada por varias secretarias, logró que el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, tragara hasta el tuétano que estaba hablando con el presidente de la Generalitat. El presidente que no quería dar a la cara a los periodistas, el que inauguró la era del plasma, el que no mueve ficha para intentar ser reelegido presidente de carambola, fue embaucado por una emisora musical catalana.

A mí no me hizo ninguna gracia, aunque ciertamente la mal llamada broma daba mucha risa. Flaco favor hacen ‘bromas’ de este tipo —suplantación de la personalidad se llama en el Código Penal— al periodismo que hoy celebra, o no, a su patrón, San Francisco de Sales.

Hacer periodismo es una tarea ímproba cuando el espectáculo, la imagen y el control mediático son el santo y seña. Pero hay mucha gente en el mundo que mantiene en pie esta profesión vapuleada y devaluada; personas con nombres y apellidos que incluso mueren en acto de servicio, sin medallas ni reconocimiento, como la fotógrafa marroquí Leila Alaui, víctima de un atentado en Burkina Faso, junto a otras 29 personas. Profesionales secuestrados, no olvidamos a nuestro paisano José Manuel López, profesionales que no se rinden...

Hay gente, en cambio, que da vergüenza ajena y debería desaparecer de esta profesión. Gentuza que se dicen periodistas que en vez de pluma y cámara desean, como Losantos, llevar una pistola en el bolsillo y disparar a algunos políticos. Y aquí no pasa nada.

Bye, bye...

A hora que tenemos la oportunidad de decir adiós a la era del plasma, mientras Rajoy espera agazapado, de salir de este letargo invernal del gobierno del PP en funciones, hay que recordar a los barones del PSOE que su tiempo ya no es que el que vivimos. Les ha molestado que Pablo Iglesias tome la delantera y ponga a Pedro Sánchez contra las cuerdas para que decida de una vez entre los dos tripartitos: PP, PSOE, Ciudadanos o PSOE, Podemos, Izquierda Unida.

Alfonso Guerra pide elecciones ya. Y a mí me asombra que quienes ya tuvieron en sus manos el destino de este país todavía pretendan mecer la cuna del poder. No les han gustado las formas porque no se pliega a sus modos (ni a sus modas) de hacer política ya caducos. Les gustan más el estilo pacto de la Mantecada, que elevó a Zapatero a líder del PSOE en León, reuniones secretas en restaurantes, bodeguillas, etcétera.

Bájense a la realidad, señores. Las cartas llegan después de las citaciones porque en ciertos sitios no hay para sellos. Mientras, dos ministros en funciones, Báñez y Alonso, se gastan el dinero en enviar cartas de propaganda a los pensionistas por una subida de 50 centímos o 1 euro. Tenemos un gobierno en funciones y un país de broma.

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