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el desmentido de los alba

villlapadierna perteneció a la casa de alba hace siglos, pero del dueño de su castillo nada se sabe. cayetana de alba desmintió que fuera suyo. En cambio en este pueblo leonés muchos piensan que la fortaleza era de ella

Torreón del castillo de Villapadierna, todo un ejemplo del abandono del patrimonio leonés.

Torreón del castillo de Villapadierna, todo un ejemplo del abandono del patrimonio leonés.

Ponferrada

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Villapadierna es un tranquilo pueblo entre Mansilla de las Mulas y Cistierna, a los pies de la N-625. En la loma que baja hacia el río Esla se alza imponente todavía, como resistiendo con orgullo a su lamentable abandono, su castillo medieval, que además del olvido institucional lleva la cruz de no saber quién es su dueño.

Muchos en el pueblo creen que pertenece a la Casa de Alba, aunque no hay ningún documento oficial que así lo acredite. Es más, la familia de doña Cayetana lo negó hace unos años en un certificado remitido por su bibliotecario oficial a los vecinos cuando se intentó rehabilitar.

Eduardo Ferreras, el actual pedáneo, confirma esa teoría de los Alba. «Siempre se ha oído, pero no hay nada. Lo que es verdad es que si estuviera en Valladolid estaría ya rehabilitado. Es una pena», se lamenta.

Aunque esté abandonado en el pueblo hay interés por el castillo. De hecho, se fundó una asociación que llamó a varias puertas en busca de ayudas, pero sólo pudo constatar el vacío legal existente sobre su propiedad, lo que impide cualquier intervención. Ni quiera para sujetar los muros que resisten la mayor concentración de nidos de cigüeña por metro cuadrado de la ribera del Esla. Más de una veintena. Todo un espectáculo. «No tiene un propietario pero sí se puede iniciar un proceso para que sea del pueblo, pero eso cuesta mucho dinero», explica Alfonso Fernández, que fue la persona que gestionó ante la Casa de Alba y otras instituciones la investigación fallida en busca de quién era el dueño.

Del castillo de Villapadierna sólo se habla porque está incluido en la Lista Roja de Hispania Nostra, que denuncia el patrimonio olvidado. En pie, aún resisten la torre situada en el medio del patio de armas y parte de las cuatro murallas que cierran un cuadrado perfecto, agujereadas por el abandono de siglos, los embates del silencio y el agobio de los zarzas.

La historia-leyenda de que perteneció a los Alba viene de unas declaraciones del Catastro de la Ensenada que prestaron bajo juramento, el 16 de agosto de 1752 y ante el juez don Gabriel González Reyero y Sierra, el alcalde mayor Alonso Rodríguez Castañón, el cura párroco Indalecio Fierro Argüello, el regidor por el estado noble Alonso Fernández, el regidor por el estado general Mathias Blanco y varios vecinos como peritos del concejo, y que es una cita que aparece en varios libros. Villapadierna contribuía a los Alba, según la misma fuente, con dieciséis cargas y media de pan y 249 reales de vellón del impuesto de Alcabalas, que las tenía la duquesa de Alba enajenadas de la Real Corona.

A partir de ahí, el castillo no se sabe de quién es. El hilo de los Alba se pierde en las capitulaciones del matrimonio de doña María Enriquez con García Álvarez de Toledo. No figura entre los bienes que pasaron a la Casa de Alba. Tampoco consta el dueño ni en el Registro de la Propiedad de Cistierna, ni en el Ayuntamiento de Cubillas, al que pertenece Villapadierna, ni en el Catastro, ni en Hacienda. Sólo se cita el castillo en un documento del archivo parroquial por el que, en 1797, los antepasados de doña Manuel Caro autorizaron a los vecinos y al párroco a colocar las campanas en el torreón, pero no consta en ninguna parte que haya sido propiedad de su familia en anteriores generaciones.

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