Diario de León

CANTO RODADO

Gente pequeña, gente grande

Una nueva ola de alcaldes y alcaldesas, de diferentes generaciones, ha tomado el mando en muchos municipios de la provincia. Para hacer política con mayúsculas, política de la buena. Ojalá sea cierto..

León

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No por muy repetida pierde un ápice de valor y sentido la famosa frase de Eduardo Galeano: «Mucha gente pequeña haciendo cosas pequeñas desde lugares pequeños puede cambiar el mundo». Y, si no el mundo, al menos la vida de la gente. De la gente pequeña. Gente grande, en realidad. La fuerza del grupo, de las cosas que se hacen en colectivo, tiene un punto de magia que rompe el álgebra y las reglas de una sociedad individualista y egoísta.

Cooperación frente a competitividad, solidaridad frente a indiferencia, acción frente a reacción, cuidado frente a abandono... Esto vale para celebrar por todo lo alto el cumpleaños de una amiga o para gobernar los pueblos.

Así se hace la política con mayúsculas. Política de la buena. Las elecciones municipales y autonómicas dejaron tras de sí un rastro de decepción y honda preocupación en Madrid, en Castilla y León y en muchos municipios donde la derecha y ultraderecha se han unido contra una sociedad de progreso o la oportunidad de un cambio histórico en unos territorios castigados por políticas megacentralista y caciquiles.

Sin embargo, fue también un día de grandes alegrías. Un nutrido grupo de alcaldes y alcaldesas de pueblo, que han decidido arrimar el hombro para que en sus municipios palpite la vida más allá de los caminos a los cementerios, tomaron el bastón de mando en la provincia.

Con las personas en el centro de su mirada, la honradez como horizonte y la puesta en valor de los recursos naturales y culturales locales como principal baza para salir del atolladero de la despoblación y sin olvidar la reivindicación ante los atropellos que sufren las zonas rurales. Ignacio Robles recordó esa carretera de Sotillos a Valporquero que se inició en los años 60 y se quedó congelada en la nada. Todo un emblema de la abulia y la dejación de que han sido víctimas las zonas rurales en particular y la provincia de León en general.

En Valencia de Don Juan se prometió mirar por los pueblos de la comarca tras reconocer el nuevo primer edil, el asturiano Juan Carlos Regadera, que la capital coyantina ha crecido a expensas de la despoblación de su entorno. Como en Bembibre y en Luyego, entró la juventud en tropel. Lo mismo prometió el alcalde popular de La Bañeza, Javier Cabrera.

La alcaldesa de Fabero, María Paz Martínez, retomó el mando, con laureles. Ha logrado arrancar a la maquinaria de la administración autonómica la primera declaración BIC para un conjunto minero de la provincia en torno al pozo Julia, el poblado de Diego Pérez y otros elementos emblemáticos de la actividad minera que durante más de un siglo dio vida a sus valles y sus gentes.

En los pueblos se oyeron palabras mayores, mientras el panorama político mundial bascula entre lo zafio y lo alarmante de un Trump que cabalga sobre una gigantesca maquinaria de guerra, un Brexit que abre las puertas al reaccionario Boris Jonhson, la xenofobia de un presidente italiano, Salvini, que ha propuesto esterilizar a una mujer gitana acusada de robar cartera o las delirantes declaraciones de los líderes de Vox ante la sentencia que condena a la manada por violación continuada: «La relación más segura será únicamente la prostitución», dijo el exjuez Serrano.

Y se quedó tan ancho. Lo que nos queda por oír. Porque a cada logro del feminismo responderán con una nueva barbaridad, porque a cada paso que demos hacia adelante, intentarán que demos otros dos hacia atrás. El feminismo, palabra vilipendiada desde su nacimiento para designar la lucha de las mujeres por sus derechos, también tiene mucho que decir en esta nueva etapa municipal. La campaña que mueven los autobuses leoneses por unas fiestas libres de agresiones sexistas y sexuales forma parte de las ondas de esa ola gigantesca por la igualdad.

Feliz solsticio. Y a quemar la vieja política en la hoguera. Que no queden ni sus restos.

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