Diario de León
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celia travieso
León

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E l Rey puede elevar a la nobleza a un hombre, pero no puede hacer de él un caballero». Edmund Burke.

Después de tantas entregas ocupándonos del armario femenino y sus principales referentes, ya era hora de dedicar unas palabras a la moda masculina, al hombre elegante.

Vestir como un caballero es cada vez más sencillo debido, entre otras cosas, a que la democratización de la moda no es coto reservado sólo a la mujer. Ya no es obligatoria (aunque sería ideal) la sabia intervención de un sastre que corte y confeccione un traje personalizado a la medida del cliente. Eso, además de ser costoso por razones obvias, llevaría meses de trabajo y espera hasta conseguir que la prenda fuera, literalmente, una segunda piel. Y, aunque un traje hecho a medida es una joya de realización artesanal en la que, sin duda, merece la pena invertir, debo decir (sin ánimo de ofender) que no es para todos los públicos.

No hay nada más elegante que un hombre enfundado en un tres piezas con un corte, color y tela correctos y apropiados para cada ocasión. El mejor material para confeccionar un traje es la lana virgen ya que, además de su calidad es un tejido muy resistente a las arrugas. Los colores, los clásicos: el azul oscuro, el gris (tanto claro como oscuro) y, por supuesto, el negro. Pero, de la misma manera que un hombre trajeado con gusto es un placer para la vista, una mala elección puede convertirse en un despropósito estético. Vamos a ver, ¿en qué momento un traje color crema combinado con camisa a rayas azules y corbata rosa es elegante? o mejor dicho, un traje color crema ¿es elegante?

La elegancia, como la belleza, son conceptos muy subjetivos, dependen del cristal con que se miren pero, de ahí a creer que todo vale sólo hay un paso. Se recurre a esta prenda cuando, por diferentes motivos, queremos trasmitir una imagen de seriedad, profesionalidad, buen gusto y confianza en uno mismo pero, si el traje no es lo tuyo, lo único que trasmitirás es sensación de incomodidad y, si vas con hecho un crisol de colores mejor que ni sepas lo que puedes llegar a trasmitir…

Pero, aunque es innegable el potencial del traje, no es lo único que viste al caballero. Hay un sinfín de prendas y complementos masculinos que convierten al hombre actual en un distinguido y modernizado gentleman. Recordémoslos pues:

-La camisa blanca: en el pasado era sinónimo de distinción ya que sólo se podían permitir vestir con esta prenda quienes tuviesen dinero para que se las lavasen a menudo y para tener suficientes modelos de recambio.

-Los chinos: En Manchester se confeccionaban pantalones de algodón que se vendían en China, advirtiendo el negocio, los chinos exportaron a su vez el producto a Filipinas. A los soldados americanos destinados allí les gustaron y se los llevaron a América llamándoles ‘chinos’ por su procedencia. Ralph Lauren los combina con camisa lisa y blazer abierto.

-La gabardina: elegante y muy práctica ya que protege del frío y la lluvia. Si la gabardina te parece excesiva una alternativa es la chaqueta tipo Barbour.

-Punto: con vaqueros o pantalón de pana, el suéter de punto es, una temporada más, pura tendencia.

-Complementos: cinturones (de tela, trenzados…), zapatos (con cordones, con hebilla, mocasines…), sombreros( borsalino, de ala blanda, gorras de tweed…)y, para terminar, los gemelos (sólo para camisas de puño vuelto), prueba los de nudos de tela, con aspecto de pequeñas bolas trenzadas.

Cada detalle cuenta ya que, un auténtico caballero es alguien que nunca deja nada al azar.

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