Diario de León

El recuerdo del tren Hullero languidece en La Robla

Es historia de la Minería con mayúsculas de la provincia de León y de aquel tren hullero que unió La Robla con los altos hornos de Vizcaya a finales del siglo XIX. Sin embargo, sobrevive en el olvido, ‘protegido’ por la maleza que alimenta la injusticia con el patrimonio ferroviario. Ya no forma parte ni del propio paisaje. Las zarzas lo tapan hasta el techo.

Vista del piso superior del cargadero
de carbón del Hullero en La Robla,
donde aún siguen en pie la caseta de
control y las zonas a los lados por
las que se echaba el carbón a los
vagones de la parte inferior.

Vista del piso superior del cargadero de carbón del Hullero en La Robla, donde aún siguen en pie la caseta de control y las zonas a los lados por las que se echaba el carbón a los vagones de la parte inferior.

Ponferrada

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El Expreso de La Robla —uno de los pocos trenes turísticos que existen en España— no explica en la página web de Renfe, de la que depende ahora Feve, el origen de la línea férrea que unió Bilbao con las cuencas mineras de la provincia de León. Los turistas ni siquiera llegan hasta La Robla, punto de partida de aquel trazado que serpenteó el sur de la Cordillera Cantábrica durante más de un siglo para trasladar el carbón leonés hasta los altos hornos vizcaínos. Todo es historia, triste historia de olvidos, perimetrada con una valla que encierra en varias hectáreas las antiguas vías de Feve y la estación de Renfe —que también tiene fecha de caducidad con el AVE— como si de un muro de raíles se tratase entre el centro de la localidad roblana y el barrio de Las Eras. Si acaso, sigue sobresaliendo en el paisaje de decadencia y maleza el gran azulejo de Telefunken que publicitaba en la estación del Hullero el nuevo símbolo de modernidad que fue la televisión. El resto es más bien desolación, en un escenario de película que inmortalizó «Sor Citröen» que, lejos de su moralina franquista, dio cuenta de sus mejores años, cuando aún echaban humo las locomotoras de vapor.

La reciente inclusión del complejo de La Placa de Ponferrada en la lista roja de Hispania Nostra —una organización de prestigio que denuncia los mayores olvidos del patrimonio en España—, abre ahora la puerta a recuperar no sólo esta infraestructura berciana de primer nivel, sino otros ejemplos de la historia ferroviaria y minera de la provincia. En la ficha, Hispania Nostra justo alega el deterioro y la historia de La Placa para remover la conciencia de los poderes públicos. «Presenta una seria amenaza de desaparición. Pese al avanzado estado de deterioro, cuenta con una alta capacidad auto-explicativa de las relaciones funcionales del transporte ferroviario, de los procesos de mantenimiento de tracción vapor, electrificación y trasvase del carbón, sobresaliendo por su escala como espacio de contemplación. A nivel histórico, el alcance de las instalaciones refleja su papel central en la política energética de la posguerra; pues ilustra, como pocos enclaves, el interés del Estado por resolver las serias carencias de carbón por las que atravesó el país», dice la ficha.

Otras dos vistas de esta antigua infraestructura y de su consistente construcción a base de piedra, hierro y madera para que los vagones de abajo pudieran ir pasando y cargándose de negro mineral camino de los altos hornos de Bilbao.

Los argumentos bien podrían valer para el cargadero de carbón más antiguo de la provincia, que apenas se puede ver en la estación de La Robla entre zarzas y árboles que crecen a sus anchas, y que fue la principal infraestructura para cargar, nunca mejor dicho, el oro negro de la Montaña Central con destino al País Vasco por 335 kilómetros de vía estrecha.

Es una estructura de mampostería de piedra caliza, con dos niveles y un tejado de madera que a duras penas resiste el embate de la nieve y la lluvia. Allí, un vagón, que a su vez venía por la línea Gijón-León desde los tajos de Santa Lucía, echaba a otro el mineral. Uno en el piso superior y otro, abajo, camino de Bilbao en largos convoyes de mineral.

El auge de la estación de feve de la robla, hoy cerrada y tapiada, ya sólo se puede rememorar en el cine, porque fue escenario principal de la película «Sor Citröen»

El cargadero del Hullero tiene dos alturas. arriba llegaban los trenes procedentes de las minas; abajo se llenaban los vagones con destino Bilbao

No fue el único cargadero de carbón en la cuenca, ni de la línea. En Ciñera, a finales del siglo XIX, estuvo el de Manuel Iglesias, cerca del campo de fútbol, y el de los hermanos Sotero y Ginés Rico Robles, que explotaban la hulla en los Puertos de Don Diego y tenían un tranvía de 3 kilómetros hasta el pueblo. El carbón, entonces, se bajaba en carros desde los tajos. Por eso mismo, la línea La Robla-Bilbao de Feve posibilitó un gran desarrollo al calor de una política proteccionista que gravó a finales del siglo XIX las importaciones de carbón inglés y lanzó a los empresarios de la siderurgia vasca a adquirir minas en León y Palencia. En este contexto nació en 1890 la Compañía del Ferrocarril Hullero de La Robla a Valmaseda, que abrió el primer tramo en 1894, y producto de ese auge se fundó la Hullera Vasco-Leonesa en 1893.

El cargadero de carbón del Hullero en La Robla apenas se ve y lo que se ve en ese paisaje tampoco invita a la comtemplación. La estación de Feve está hoy tapiada después de un incendio en 2006 y ser recuperada siendo presidente de la compañía Ángel Villalba. La misma estación en la que se inauguraron dos grandes trenes turísticos: el Transcantábrico, en los años 80, y más cerca en el tiempo el propio Expreso de La Robla. En la caso de La Placa, Hispania Nostra apela a conservar «la memoria de las generaciones más mayores». La maleza en La Robla no siempre debería ser para siempre.

Arriba, vista de la maleza que se está adueñando del paisaje de la estación de Feve de La Robla; debajo, la antigua estación, inmortalizada en la película «Sor Citröen» que protagonizó Gracita Morales. Hoy todo está cerrado y bien tapiado.

 

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