Diario de León

De bata blanca

Estos son los mecánicos que van a arreglar tu coche eléctrico

Son una nueva generación de mecánicos, de batas blancas y guantes en las manos Trabajan en talleres limpios y ordenados en los que los carteles avisan del peligro de alta tensión Son pioneros, los primeros cinco mecánicos de León que van a arreglar coches eléctricos

Antonio Lanza Blanco y Máximo Rodríguez Fernández se colocan los trajes de protección especial antes de que comience la clase en el IES Giner de los Ríos. MARCIANO PÉREZ

Antonio Lanza Blanco y Máximo Rodríguez Fernández se colocan los trajes de protección especial antes de que comience la clase en el IES Giner de los Ríos. MARCIANO PÉREZ

León

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El taller es como un laboratorio de alta precisión. Ordenado, impoluto. Más parecido a un quirófano que a una sala de desguace. Anuncia el fin de los monos manchados de grasa y las manos ennegrecidas. Todo dentro es alta seguridad. Ni un ruido. Ni una voz. Sólo el sonido sordo de tabletas y ordenadores y el zumbido de la electricidad. Carteles de ‘no tocar’, ‘alta tensión’ y una orden —’todos fuera’— que se respeta sin rechistar.

En la planta baja del IES Giner de los Ríos, en León , cinco alumnos se acercan a un motor vestidos con un traje especial, un casco que cubre la cabeza hasta el cuello, zapatos aislantes y guantes de seguridad.

Siguen un ritual milimétrico. Forran el suelo, colocan barreras de separación, comprueban sus monos, examinan que los guantes no tengan ni una sola fisura, desconectan el coche, alejan la llave tres metros y lo ‘duermen’ y esperan cinco minutos hasta que se descargan los supercondensadores. Para entonces, dentro de la zona de exclusión ya no queda nadie. Sólo entonces se abre el capó.

Todo preparado contra la alta tensión. Podría parecer que van a subir a una nave espacial pero en realidad son los mecánicos que van a arreglar nuestros coches eléctricos.

ITV, grúas, talleres mecánicos, concesionarios, empresas de flota de vehículos, desguaces... Nada volverá a ser como antes

Arturo, Antonio, Pablo, Máximo y César. Es la primera promoción del curso de especialización de Mantenimiento de vehículos híbridos y eléctricos del Giner de los Ríos. Han vuelto a las aulas para ser los primeros mecánicos formados en León para arreglar los nuevos coches sin motor de combustión. Pioneros. En España también, pues sólo hay un pequeño grupo de mecánicos que, como ellos, han dado el salto desde los talleres tradicionales.

A Arturo López Barrantes no le dio tiempo de disfrutar las vacaciones de fin de curso. Sin haber recogido las notas de Automoción ya tenía trabajo. 23 años. Es jefe de taller en Lemauto. El único de todo el taller de Hyundai en León que puede manipular el motor de un coche eléctrico. «Quería ser el primero», cuenta. Lo consiguió.

Arturo empezó con esto de los motores cuando tenía 13 años. Cogió cien euros de sus propinas y le compró un coche averiado a una chica. Un Fiat 500 azul. Todavía va con él.

A Máximo Rodríguez Hernández la afición se la contagió su padre. Como si la llevara en el ADN. Con él iba a las carreras de coches y aviones de radiocontrol. Ganó la tierra al cielo. Después de hacer informática, Máximo se pasó a la electrónica y de ahí al taller de Renault en León. Ahora aspira a ser profesional de ese futuro que vislumbra muy próximo. En realidad, ya está aquí. 

De su padre, camionero de profesión, aprendió los intríngulis de los motores de combustión. «Chapuceábamos todo lo que podíamos», recuerda. Ganó con el equipo del IES Giner de los Ríos un concurso de Kia y se convirtieron en los más rápidos en montar y desmontar un motor térmico. Vestido con el mono de protección, se acerca al capó del Kuna eléctrico. «Mucho más sencillo este motor», asegura.

De familia le viene también la pasión por los motores a Antonio Lanza Blanco. Su abuelo Manuel tenía un taller mecánico de tractores. Él toma ahora su relevo, pero con los nuevos tiempos.

Pablo Álvarez Arias llegó a los motores de los vehículos desde otros ‘motores’, los de las calderas. Era fontanero, se pasó a mecánico y ahora se prepara para serlo de ‘bata blanca’. Quiere aprenderlo todo, dice, porque su suegro tiene una empresa de máquinas retroexcavadoras y está seguro de que acabarán siendo híbridas. «La electricidad va a llegar a todo», reflexiona en voz alta.

Eso lo tiene muy claro César Feito García. Será el primer técnico de una ITV especialista en coches eléctricos. Trabaja en Itevelesa, en la estación de Cistierna. Ha revisado ya varios híbridos. «Salvo los gases, todo será igual», explica. Neumáticos, frenada, dirección, luces, suspensión... y en breve, revisión de motor.

Se volvió de Barcelona con su hija Sara, de 10 años, cansado de la presión nacionalista, cuenta. «Que me vea estudiar yo creo que es un aliciente para ella, un ejemplo», dice con un punto de orgullo.

Como todos sus compañeros en el curso de especialización del Giner de los Ríos, quiere ser el primero. Y en la ITV no había nadie más interesado en esta formación que a él  le facilita su empresa.

«Les va a pasar a todas la empresas. Aquí hay en marcha ya un gran cambio». Lo dice Pedro Salvadores, el profesor de este grupo de alumnos aventajados. «Son estudiantes excepcionales. Creo que ellos no lo saben», añade..

Sortea los pasillos de la planta baja del Giner, en donde se han reproducido talleres mecánicos de chapa y pintura, mecánica, carrocería y estructuras. A las siete de la tarde, la actividad es frenética. Como en cualquier taller, sólo que aquí los estudiantes están monitorizados, guiados por sus tutores.

Reparan una y otra vez el mismo coche de combustión. Una vez listo, se ‘estropea’ de nuevo y vuelve a comenzar la clase. Con los eléctricos, la cosa cambia. Todavía no hay desguace. No tanto.

Salvadores abre la puerta de uno de los patios y entra el vehículo eléctrico que les ha dejado el concesionario de Hyundai.

«Va a llover», anuncia. Agua. Sinónimo de peligro. Ni una gota en este taller. «La seguridad es prioritaria», dice. Y repasa con sus alumnos el estado de los trajes y todo el material.

«Aquí se trabaja hasta con 500 voltios de corriente continua», explica. «Un fallo puede ser fatal», añade.

Todo el material está preparado para proteger frente al fenómeno del arco eléctrico, una descarga que es la tercera causa de muerte en la industria y uno de los accidentes más comunes y peligrosos en el sector eléctrico.

«Como conductor, como pasajero, como usuario de coche eléctrico no se corre ningún peligro. La seguridad es absoluta. Pero nosotros tenemos que trabajar con una batería de alta tensión», explica.

Por eso, una de las asignaturas fundamentales de Mantenimiento de vehículos híbridos y eléctricos es la prevención de riesgos laborales. Todo está sujeto a la seguridad eléctrica.

«Ningún taller o concesionario podrá tocar un coche eléctrico sin uno de estos mecánicos», dice Pedro Salvadores.

Lemauto y Leomóvil les ceden los coches para que estos técnicos 2.0 prueben su competencia. Arturo López y Máximo Rodríguez ya trabajan para ellos.

«Pero las posibilidades que se abren son inmensas», avisa Salvadores. ITV, grúas, talleres, concesionarios, empresas de flota de vehículos, desguaces... Nada volverá a ser como antes.

Viejos negocios reconvertidos para afrontar los nuevos retos de un mundo que camina de la combustión a la electrificación. Eso, sin contar con el otro tráfico que van a generar los coches eléctricos, el de datos.

Porque los vehículos llevarán una ‘caja negra’ como la de los aviones que permitirá estudiar con análisis de datos no sólo por qué se han producido los siniestros sino también informar de carreteras, modos de conducción o señalización vial correcta, por ejemplo, sino también la reacción de los coches que tomarán decisiones por ellos mismos al margen de los conductores para garantizar la seguridad vial.

Se sorprendería el padre de Arturo López de cómo será un desguace 2.0, él que trabajó en uno convencional.

«Digamos que las manos sucias pasarán de un 60 a un 20 %», vaticina Pedro Salvadores.

coches electricos3

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«El progreso técnico es tan rápido, tan veloz, que crea cada día nuevas necesidades laborales», explica. Y sugiere alguna idea de empleo, ser ‘freelance’, trabajar para todas estas empresas sin estar en plantilla.

Para ese mundo que se anuncia, al que se puede echar ya un vistazo, es para el que prepara  a sus cinco alumnos este ingeniero aeroespacial que se volcó en los motores industriales. En el Giner por las tardes y en la Universidad de León por la mañana, donde da clase de Química y Física aplicada.

En realidad, no para. Es como un motor siempre en marcha. Trabajó para empresas de todo el mundo, en China, Japón, Turquía, EE UU, Argentina, Marruecos, Francia, Alemania, Reino Unido, República Checa, Polonia, Grecia, Italia, etc... no da tiempo a tomar nota de tantos países.

Su familia le pidió que frenara. El médico, también. Y así fue cómo sacó las oposiciones y se dedica a enseñar, su otra gran pasión además de los motores y los sistemas de transmisión eléctricos.

Se sorprendería el padre de Arturo López de cómo será un desguace 2.0, él que trabajó en uno convencional. «Digamos que las manos sucias pasarán de un 60 a un 20 %», vaticina Salvadores

Es además impulsor del proyecto Galileo un plan de innovación educativa de la Universidad de León para el fomento de la ciencia e innovación en el que participan alumnos de educación secundaria, FP y de la Universidad de León financiado con la colaboración de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología del Ministerio de Ciencia e Innovación, Fecyt, que finaliza con una competición con cinco equipos (un coche por equipo), uno de ellos del IES Giner de los Ríos-León. 

Suena la campanita de su wasap. Mientras los alumnos se adentran en el corazón de un coche eléctrico, él contesta un mensaje.

En su perfil, un retrato de Galileo Galilei, el hombre que cambió para siempre la ciencia, formuló las primeras leyes sobre el movimiento y midió por primera vez el tiempo, lo que permitió a los navegantes conocer con exactitud la latitud.

Salvadores navega con los pies en la tierra con cinco chavales por este nuevo mundo en continuo cambio. Intentando entender hacia dónde nos conduce.

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