Diario de León

El timonel de la Institución Libre de Enseñanza

Gumersindo de Azcárate | Nuestra historia, la historia de León no se puede comprender sin los Azcárate. Procedente de Navarra Juan Lorenzo de Azcárate se estableció en León por el 1770; era el Contador General de Cuentas

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ANTONIO NATAL | texto
León

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Se puede decir que, con Julián Sanz del Río y el leonés Fernando de Castro -rector de la Universidad de Madrid-, Azcárate formó el grupo de reformadores de la Filosofía española. Pablo de Azcárate, su nieto y alcalde de Jerusalén, dice que Patricio era un liberal progresista partidario de luchar contra todo absolutismo limitador de la libertad de pensamiento y expresión. Habla del sentido ético de la vida, de su ponderación, equilibrio y tolerancia, valores que transmitió adecuadamente a su familia. Señala que, a pesar de los múltiples cargos, Patricio era un hombre modesto, de fácil acceso para todos, siempre impregnado de una gran bondad y de un profundo sentido de la tolerancia. Gumersindo de Azcárate Menéndez nació en León en 1840. El acta de nacimiento dice que se le puso el nombre de Gumersindo José y que los padres son: don Patricio de Azcárate, natural de la misma ciudad y parroquia, y doña Justa Menéndez Morán, natural de Gijón. Estudió en el Instituto de León, en la Universidad de Oviedo y después en la de Madrid. Sus calificaciones fueron excelentes, menos en el primer curso de Bachillerato en el que obtuvo «bastante» y «suficiente» en algunas materias. Para acercarse a la obra y biografía de Gumersindo de Azcárate, recomendamos el libro del profesor Alfredo Marcos Oteruelo, titulado: El pensamiento de Gumersindo de Azcárate (Diputación de León, 1985). Gumersindo, desde sus años de estudiante en Madrid, conoció a Francisco Giner de los Ríos con el que mantuvo amistad toda la vida. Compartieron ilusiones y proyectos. Si Giner de los Ríos fundó la Institución Libre de Enseñanza (ILE), Gumersindo de Azcárate fue cofundador y la persona encargada de redactar los Estatutos. Gumersindo de Azcárate, catedrático de Legislación Comparada en la Universidad de Madrid, sería desposeído de la Cátedra con motivo de la «cuestión universitaria», problema surgido al defender varios catedráticos la libertad de cátedra, ahora está consagrada en nuestra Constitución. Gumersindo estuvo confinado en Cáceres; Salmerón, en Lugo; y Giner de los Ríos, en Cádiz. Los catedráticos represaliados, con otros profesores, escritores y amigos, fundaron la ILE. Sobre esta cuestión, conviene leer León y la Institución Libre e Enseñanza (nº14 de los Breviarios de la calle del Pez). En el prólogo, escrito por Juan Pedro Aparicio, reconoce que «la Institución además de abrir horizontes nuevos en la enseñanza, consiguió que no sólo ésta, sino la cultura, la economía y la política fueran reconocidas, quizás por primera vez en nuestro país, como instrumentos para el mejoramiento de la vida ciudadana». «El leonés, Don Gumersindo de Azcárate, murió siendo presidente de la Institución Libre de Enseñanza; y leonés fue también el grupo mayoritario, atendiendo a la procedencia regional, que albergó la Residencia de Estudiantes». («El leonés, don gumersindo de azcárate, murió siendo presidente de la Institución Libre de Enseñanza; y leonés fue también el grupo mayoritario que albergó la Residencia de Estudiantes»). Gumersindo Presidió el Partido Republicano, liderado por Salmerón. Presidente también del Instituto de Reformas Sociales, de la «Sección de Ciencias Políticas y Sociales del Ateneo de Madrid, en 1891 ingresó en la Real Academia de Ciencias Morales y en 1910 en la Academia de la Historia. Diputado a Cortes por León, desde 1886 a 1916, «su actuación parlamentaria fue modelo ..., siendo respetado por todos los partidos. La autoridad moral que alcanzó en el Parlamento, y en el país entero, es acaso única en la vida política española». La República rotuló con su nombre numerosas calles y plazas, emitiendo un sello de correos con su efigie en 1935. Gumersindo era tan conocido en León que la correspondencia le llegaba «con sólo escribir su nombre y apellido». Así se lo hizo saber, en una carta, a Francisco Giner de los Ríos. (A Gumersindo de Azcárate se le considera el nexo entre la primera generación krausista y la segunda generación krausista-institucionalista). Gumersindo de Azcárate constituye el nexo entre la primera generación krausista, Julián Sanz del Río, Patricio de Azcárate, Nicolás Salmerón y Fernando de Castro, y la segunda generación krausista-institucionalista Giner de los Ríos, y Cossío que, según cuentan, no aceptó la Presidencia del gobierno porque le quitaría tiempo para su tarea pedagógica en general y para sus estudios sobre El Greco, en particular. Menéndez y Pelayo habla del krausismo como del eje del mal. Pero la realidad fue muy diferente. Según José Luis Abellán, «liberalismo y krausismo se emplican mutuamente dándose el caso de que aquél alcanza en éste su máxima expresión filosófica y política». Krause había aprendido de Fichte que la única posibilidad que tienen los marginados de salir de su situación, se produce a través de la educación. La educación y la cultura liberan a los oprimidos. Para Tiberghien, el krausismo es la revolución más importante desde el cristianismo y el renacimiento. Según Sanz del Río, el krausismo es el sistema más útil para modernizar nuestro país, «sabiendo que la democratización del país depende de la educación». «La ILE hará de la educación el móvil de la transformación radical del país. ...Una educación pensada por y para la libertad y la democracia; una educación concebida para hacer posible la convivencia nacional a partir de la tolerancia». Julián Besteiro y Fernando de los Ríos, huésped habitual en Villimer, lograrán avanzar desde el liberalismo krausista (racionalismo armónico) al «socialismo con fondo humanista». ( La «minuta de un testamento , autobiografía de Gumersindo de Azcárate, es una especie de manual del perfecto krausista»). A su muerte, Gumersindo recibió grandes elogios, surgidos de plumas tan sobresalientes como las de Ortega y Gasset y Unamuno. «Se nos va Azcárate, -escribe Ortega-, el último ejemplar de una casta de hombres que creía en las cosas superiores... Y como en todas las castas nobles parecen utilizarse las excelencias del linaje, vino a adquirir en Azcárate, su último hombre, la más pura y sencilla calidad. Y Miguel de Unamuno añade: «Azcárate descollaba, más que por su inteligencia, más que por sus conocimientos, más que por su competencia jurídica, por una conciencia moral iluminada por la luz». En 1930 políticos e intelectuales dedicaron a Gumersindo un homenaje, destacando su «espíritu tolerante y liberal», «su defensa incansable del régimen constitucional» y de «la acción eficaz del Parlamento» como institución decisiva para la defensa de «los ideales políticos de los pueblos libres». El día 26 de Julio del 2003, en la casa de los Azcárate de Villimer, se tributó un doble homenaje. Por una parte a la familia Azcárate en la persona de Gumersindo, y por otra a Juan Pedro Aparicio, miembro destacado del Grupo de Estudios Gumersindo de Azcárate -en el que están, entre otros, Luis Mateo Díez y José María Merino-, y que representa valores similares de libertad y defensa de lo leonés. En Villimer se reunieron presidentes del Gobierno, ministros e intelectuales de primer orden como Francisco Giner de los Ríos y José Ortega y Gasset, que por su amistad con los Azcárate se presentó a diputado por León; resultó elegido, -obteniendo más votos que el propio alcalde de León-, después de dar mítines en la plaza de toros y en el teatro de León. El profesor Domingo Natal habló en Villimer de la persona y de la obra de Gumersindo de Azcárate. Destacó, subrayando palabras de Ortega y de otros intelectuales, lo siguiente: « «¡Queda Azcárate!. Enjuto, de aventajada estatura, barba de plata y rostro cetrino, le veíamos pasar emocionados, como a Don Quijote vuelto a la cordura. Con él pasaban las sombras de Castelar y Cánovas, Salmerón y Giner. Cuando entraba y salía, entraba y salía en nuestras almas un vasto rumor de ideales, entusiasmos, una cálida ráfaga de esencial patriotismo y trascendente humanidad». «Muere solo, nuestro bueno y amado Don Quijote de la barba de plata, solo entre sus libros y sus virtudes»; «de un egregio pasado español ya no queda nada: ¡Ya no queda Azcárate'!'. Siempre permanecerá, eso sí, «el verde brote de esperanza»: «seguir a Azcárate como seguir a Giner, es seguir hacia adelante». 1397124194

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