Diez días en un suspiro

miguel ángel zamora | león

Salió la Virgen del Mercado a la calle y se echó León a sus brazos. ¿O fue a la inversa? Pétalos inciensados acompañaron al Sacramentado la víspera de la mañana en que La Borriquilla llenó de ilusión la pupila de los niños y la memoria de los mayores.

Por la tarde, el Dáinos dejó el lamento leonés en la cuesta de las Carbajalas, antes de que millares de hileras negras el lunes y un perdón de circunstancias el martes abrieran paso al agua del miércoles de maldición, al Santo Jueves en que solamente La Bienaventuranza retó al cielo (y perdió) y al Viernes de Gracia en que el Señor fue contigo y con los millares de leoneses (menos por la mañana, más por la tarde) que salieron al calor de las procesiones y de las limonadas.

El Desenclavo se llenó de sol y el Vía Lucis de luna antes de que la ceremonia del fuego diese vida al Sepulcro. Y la resurrección. ¡Oh, la resurrección!.

Nada quedó ajeno a la lente que los fotógrafos llevan incorporada al ojo. Anda suelto mucho genio escondido tras una cámara...