Diario de León

Adavas saca la tarjeta morada al acoso callejero

La asociación incorpora a sus talleres estrategias para que víctimas y testigos respondan Pone en marcha una campaña

Ana Vicente y Lucía Lorenzana, en Adavas León. MARCIANO PÉREZ

Ana Vicente y Lucía Lorenzana, en Adavas León. MARCIANO PÉREZ

León

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Comentarios de carácter sexual, amenazas, persecuciones, invasión del espacio físico personal... El 75% de las mujeres han sufrido acoso callejero, según el informe Ipsos. El 66% son capaces de identificar que sufren el hostigamiento por el mero hecho de ser mujeres, apunta Adavas en la campaña que acaba de lanzar con mensajes para sacar la tarjeta morada al acoso callejero.

«Cuando esta persecución es en una zona poco iluminada este comportamiento puede llegar a ser aterrador para quien lo sufre», afirma Ana Vicente. Suele ser una persona desconocida y «se cree con derecho a piropear, acercarse, seguir, humillar y hostigar a la víctima, a reducirla a un mero objeto de sexual», añade.

‘Déjame seguir mi camino’, dice el lema de la campaña. El acoso callejero «es un acto de poder que reproduce y produce desigualdades» y afecta a la víctima y a todas las mujeres en la medida en que estos comportamientos «las hacen sentirse inseguras» a todas. «No es una situación nueva, sigue siendo la agresión más normalizada porque es sobre la que menos se trabaja y no es algo en absoluto inocente», explica la técnica de Adavas.

La asociación, que nació hace 30 años para combatir la violencia sexual y trabaja también con víctimas de violencia de género, acaba de incorporar a los talleres que imparte en los institutos estrategias para que tanto chicas como chicos respondan ante situaciones de acoso callejero, ya sea como víctimas o como testigos.

El objetivo es «dar herramientas para que sean capaces de identificar el acoso» y «hacerles conscientes de que es algo inadmisible y podemos reaccionar siempre». Los talleres inciden en la idea de que «cualquier persona está plenamente capacitada para intervenir ante una situación que es claramente bochornosa cuando no peligrosa para una víctima». «No hace falta ser valiente, ni heroína, ni héroe para valientes, ni heroína para ayudar a una mujer que está sufriendo acoso callejero», recalca.

Las estrategias difieren en función de la situación y no se trata de que las personas que intervengan se pongan en riesgo. «Es importante darnos cuenta de que simplemente ponerse a hablar con la víctima como si la conociéramos puede ser ya suficiente para terminar con el acoso», afirma Lucía Lorenzana, responsable de los talleres de prevención de Adavas. Cuando se produce en un autobús, con tan solo interponerse ‘casualmente’ entre el agresor y la persona que está siendo hostigada es suficiente.

Los talleres de acoso callejero se suman a los que realiza Adavas entre menores para que reconozcan situaciones abusivas y que puedan pedir ayuda, como La regla de Kiko, una guía para explicar a los niños y niñas dónde otras personas no pueden tratar de tocarles, cómo reaccionar y a quién dirigirse para pedir ayuda.

Otro aspecto que abordan los talleres de Adavas es la prevención de la ciberviolencia en las redes sociales, abordando problemáticas específicas como el bullying, sexting o grooming cuya incidencia ha aumentado a raíz del confinamiento por el estado de alarma del covid, contrarrestando con información sobre el uso positivo de las redes. La asociación ha iniciado una campaña de sensibilización como parte del programa ‘Stop Violencia Sexual—Prevención de la violencia sexual y el acoso’, subvencionado por la Gerencia de Servicios Sociales de la Junta de Castilla y León.

una ley dormida

La abogada Herminia Suárez recuerda que el delito de acoso callejero, al igual que el exhibicionismo, está tipificado como leve en la ley integral de garantía de la libertad sexual, conocida como ley del «sólo sí es sí». Lamenta que la nueva norma esté dormida desde que el pasado julio fue aprobada. «Sigue siendo un anteproyecto, no ha entrado en el Parlamento», denuncia.

El delito de acoso ocasional comprende expresiones y comportamientos sexuales o sexistas siempre que creen en la denunciante una situación objetivamente humillante, hostil o intimidatoria y sería extensiva a la calle y los bares, puesto que en las empresas ya está regulado el acoso sexual y por razón de sexo. «Si se considera que es un piropo inocente no entraría», apostilla.

Suárez subraya que la situación de acoso que sufren las mujeres en el espacio político y en las redes sociales «es muy preocupante» y cree que al ritmo que avanza la misoginia, que no está incluida en los delitos de odio, «la legislación se quedará desfasada». Se espera que el Parlamento Europeo tipifique la violencia digital para que se empiece a actuar.

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