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León

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Su nombre fue un buen augurio. Perpetua López Díaz fallecía ayer a los 109 años. Por la tarde había jugado a las cartas, uno de sus entretenimientos favoritos, junto a la sopa de letras, porque quería seguir ejercitando la memoria. La muerte la sorprendió mientras dormía.

Si algo enorgullecía a esta abuela, una de las más longevas de la provincia, era su extensa saga: cuatro hijos, once nietos, trece bisnietos y cuatro tataranietos. Mujer infatigable, a veces rememoraba el peor momento de su vida, cuando el estallido de la Guerra Civil la mantuvo apartada de sus hijos mayores durante tres años por posponer su viaje a León desde Madrid un solo día. «A cambio, Dios me ha compensado con mucha salud», confesaba Perpetua, nacida en 1910 en San Justo de los Oteros, aunque afincada desde hacía décadas en León capital.  

Cada año toda la familia le preparaba una gran fiesta de cumpleaños y ella hacía demostración de su buena forma física soplando las velas. Perpetua hasta hace un par de años daba largos paseos, acudía por las tardes al centro social de su barrio para hacer actividades de pintura, cuentas e, incluso, excursiones. No tomaba medicamentos y comía de todo, excepto «moderneces» como el yogur, que siempre se negó a probar.  

La larga familia y los amigos darán el último adiós a Perpetua hoy, a las 12.30, en la iglesia de La Anunciata.

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