Diario de León

La cara amable del campo de concentración de San Marcos

La exposición de Cástor González rescata las primeras imágenes del penal franquista, dibujos y caricaturas del preso republicano asturiano y la historia del edificio desde el XIX

Los objetos de Genara Fernández en el Museo de León. MIGUEL F. B.

Los objetos de Genara Fernández en el Museo de León. MIGUEL F. B.

León

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Unos turistas andaluces que entraron ayer por la tarde el Museo de León en San Marcos fueron invitados por los conserjes a ver la exposición sobre Cástor González Álvarez, que se había abierto por la mañana. «¿Un campo de concentración aquí? ¿Un depósito de sementales? ¿Presos enfermos trasladados aquí? ¿Qué lo iban a derribar?», exclamaban frente a los paneles.

Las paredes de la sala de San Marcos que alberga el lapidario del Museo de León hablan hasta el 15 de enero del «horror que se vivió aquí», como afirmó la delegada de la Junta, Ester Muñoz, en el acto inaugural de la exposición Cástor González y el campo de concentración de San Marcos de León , organizada en torno al XI Encuentro Internacional de Investigaciones sobre el Franquismo que comienza hoy en León. «El dolor no tiene ideología», subrayó la delegada de la Junta, para afirmar que «recordar lo que se ha vivido para no volver a repetirlo» y reivindicar el legado de Cástor González Álvarez como una muestra de que «en los peores momentos somos capaces de hallar la luz».

El artista avilesino, que estuvo preso tres años en San Marcos, había sido reclutado por el ejército republicano en 1936 y fue hecho prisionero por las tropas franquistas en 1938. Ingresó en el campo de concentración de León el 24 de febrero de 1938. Durante tres años vió y vivió el horror de los prisioneros hacinados, torturados y víctimas de las sacas nocturnas. Lo que entraba por su retina, salía por sus manos de dibujante en forma de caricatura, pero también de denuncia. Para pasar la censura o simplemente sobrevivir ofreció «un testimonio muy amable y poco oscuro». «Se defendió dibujando», comentó Luis Grau, director del Museo de León.

La muestra recoge en seis paneles la historia de un «edificio huérfano» a partir de la desamortización del convento en los años 30 del siglo XIX, que recibió como primeros presos a los enfermos de la prisión provincial en 1875, hasta su reforma por Manuel de Cárdenas para albergar a los prisioneros del campo. La «aportación simbólica» del dibujante de San Marcos, que también fue músico y llegó a tocar el armonio en una misa en el patio-claustro, cobra especial relevancia por ser el autor de «los únicos testimonios gráficos del campo de concentración». Unas fotografías con presos en el patio de la cárcel durante un acto religioso.Aparte del retrato que realizó en su cuaderno de apuntes de la sala capitular atestada de prisioneros, «hay pocos dibujos que testimonien el sufrimiento» que allí se vivió entre las caricaturas de personajes que conoció en el frente de guerra y Marquitos, el personaje de un cómic que creó en el penal,

Paralelamente a la exposición de Cástor González, en el Museo de León de Pallarés se puede ver, también hasta el 15 de enero, la exposición Un grito en blanco y negro. Estampa popular y sus epígonos. Estampa popular fue un movimiento artístico de carácter antisistema, formado por un colectivo de creadores que entró a formar parte del panorama cultural nacional a finales de la década de los cincuenta. Se inicia en Madrid y, con posterioridad, se extiende a otras ciudades y zonas de la península: Andalucía, País Vasco, Valencia, Cataluña o Galicia.

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