Diario de León

Los gatos callejeros y el ratón del Ayuntamiento

Los ferales nacen y mueren sin control. Los únicos que cuidan de ellos son los voluntarios de la asociación Argos. Una organización con cinco años de trayectoria que se resiente económicamente por el abandono de las instituciones públicas

DL | F. Otero Perandones.

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León

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Centenares de gatos viven en las colonias de la asociación, otros cuantos se mimetizan con el paisaje urbano y pasan desapercibidos. Los que están fuera del alcance de los voluntarios campan a sus anchas entre maullidos, se alimentan de basura, desarrollan parásitos o mueren atropellados por algún vehículo. La problemática de los gatos callejeros es tan antigua como la enemistad de felinos y roedores. Hay una parte de la población que disfruta viendo a los gatos mover sus patitas de aquí para allá, o simplemente goza de su agilidad y pelaje, pero otra parte de las personas se quejan y denuncia la insalubridad de las colonias abandonadas a su suerte. Aunque el principal problema de los ferales es la reproducción descontrolada. Desde que empezó el confinamiento el número de gatos callejeros ha aumentado exponencialmente. Esto se debe a que la asociación no pudo realizar trabajos de castración durante el confinamiento lo que provocó una ola de crías que a su vez traerán más gatos a las familias felinas de las calles, plazas y parques. Nadie por parte de las instituciones públicas parece hacerse cargo de estos animales. El Ayuntamiento de León no aporta ninguna subvención ni gestiona las colonias por lo que todo el peso cae en los hombros de la asociación Argos. Aunque por parte de otros ayuntamientos como el de Valdefresno y Sariegos si que se realizan aportaciones y se apoya a la asociación en las castraciones. Es un deber por parte de las instituciones gestionar y hacerse cargo de estos animales como ya se ha demostrado en otras ciudades de España. La oficina de Salubridad pública, adscrita a la concejalía de Consumo, es la responsable del control de los animales. Lo único que este departamento aporta al control de población felina es «o bien levantar el teléfono y avisar a la asociación», «o avisar al control de plagas», explica Fina Alija Garmón, de 48 años, representante de Argos. La asociación espera reunirse próximamente con el ayuntamiento para llegar a un posible acuerdo: «Son un hueso duro de roer», afirma la voluntaria de Argos. El Ayuntamiento solo participa con la Protectora de Animales, pero estos no pueden hacerse cargo de los ferales ya que si los gatos acabasen encerrados en una jaula se estresarían y morirían. La única solución viable, que vivan en libertad como siempre han hecho por los arrabales. Las colonias también apoyan de forma pasiva a los hogares, los felinos limpian las calles de ratas y ratones, famosos portadores de enfermedades.

El balance de cuentas

La asociación genera todos los años por cuotas la mitad de los gastos veterinarios, 21.651

La gestión y la regularización de las colonias es un proceso costoso que cada año deja unos gastos de casi 25.000 euros en las arcas de Argos. Aunque las cuotas de las socios, las donaciones privadas y las rebajas del hospital veterinario y las clínicas privadas apaciguan el golpe económico.

«No hacernos cargo de los animales nos parte el corazón», comenta Fina. Y es que lejos de cumplir el deseo dela propia Fina aún quedan muchos gatos sin atender. La causa económica es la mayor barrera a vencer.

Hay cerca de 500 gatos en la ciudad, 150 no están contabilizados y 350 están controlados por la asociación. Los ferales de la asociación solamente en castraciones y cuidados veterinarios genera un gasto de 21.651,06 euros. Mientras que lo que ganan con las cuotas está en 8.654 euros. La diferencia solo se suple por parte de donativos privados, pero estos son irregulares y no siempre cubren a todos los felinos que se desearía cuidar en la ciudad.

La colonia de Feve

Las obras amenazan la vida de más de 40 gatos desamparados en un futuro incierto

Muchas países como Turquía y Japón cuidan y dejan libres por las calles a los ferales, éstos acaban domesticándose y son un reclamo para turistas. Los felinos pasean por las zonas verdes y son unos miembros más de la comunidad. En contraposición, los gatos leoneses quedan relegados a los recovecos donde menos molestan en la ciudad. La convivencia es posible, solo hace falta un apoyo y la regularización con castraciones a los felinos. Pero parece que el ratón del Ayuntamiento se escapa entre las zarpas de la asociación.

Gatos entre vías

Un pequeño poblado de casetas bajas y gateras por todos lados es el hogar de una colonia de medio centenar de gatos. Entre la sombra de árboles bajos y comederos de piensos viven los felinos. Esta colonia es una de las más céntricas de la ciudad. En la avenida Padre Isla, junto a la estación Feve inhabilitada está la colonia. Las futuras obras amenazan el refugio de los ferales. El proceso para empezar a construir las obras se ha agilizado en los últimos meses. En el momento en el que las excavadoras y los obreros comiencen a hacer ruido los ferales desaparecerán. Estos gatos llevan en este punto de la ciudad desde hace años. Una de sus cuidadoras, Esperanza, tesorera de Argos, es una de las responsables junto con Vicenta. Las dos mujeres temen por el futuro de los gatos y no se preve una solución a corto plazo. Esta colonia tiene varias problemáticas y es que el refugio está amenazado por perros y niños que molestan a los animales, incluso algún dueño espabilado aprovecha para dejar allí las camadas no deseadas. La colonia tiene los días contados y la solución parece lejana por parte de los dos frentes. La solución que ha proporcionado Argos al Ayuntamiento es habilitar con jaulas provisionales la garita abandonada que ahora es pasto de botellones.

La asociación ha abierto una recolecta de firmas y cuenta con 1.300: «No somos cuatro locas de los gatos», reconoce Esperanza. La vida de los gatos callejeros, como su nombre indica, forman parte de la ciudad, su vida depende directamente de las personas y es deber común mantener y cuidar las colonias. Las obras de Feve supondrán el fin de la colonia. Cincuenta gatos en manos de la suerte y la desgracia, aunque una de las dos balanzas pesa más en la futura condena de los gatos callejeros.

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