Diario de León

El Gobierno hace públicos los nombres de los 4.427 españoles que perecieron en los campos de concentración austriacos para cerrar una brecha y dar a las familias una reparación moral

El genocidio nazi arrebató la vida a 23 leoneses

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Lorena Peña
León

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Lorena peña  

El franquismo dejó en la sombra las listas de los españoles que habían «desaparecido» en los campos de concentración y que con el tiempo habían quedado olvidadas en algún rincón del Registro Civil Central, como cuenta la exdirectora del Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca, María José Turrión. Ayer el Boletín Oficial del Estado (BOE) publicó uno por uno los nombres y apellidos de los 4.427 españoles republicanos que fallecieron en los campos de concentración austríacos de Mauthausen y Gusen, entre ellos 23 leoneses, que se incluyen entre los 195 de la comunidad.  

Entre los fallecidos de la provincia de León once de los 23 leoneses también aparecen en el lista publicada en el BOE y Gusen fue, en la mayor parte de los casos, el lugar donde perdieron la vida vecinos procedentes de Villafranca del Bierzo, Quintanilla de la Rueda, Bruges, Villajeile, Sahagún, Carmenas, Santalucía, Tejedo, San Bartolomé, Malonta, Lomba, Cerezal, Villasinde, Canseco y Cistierna.  

La información que detalla el boletín —nombres, apellidos, lugar de procedencia, fecha de nacimiento y de defunción— se encontraba en diez tomos recabados por la Oficina Notarial del Estado Francés para Deportados entre 1950 y 1951 tras la liberación del campo de Mauthausen el 5 de mayo de 1945 y fueron enviados a España un año después. La documentación extraída fue comprobada gracias a los certificados de defunción encontrados para verificar que los nombres correspondían con las personas en cuestión; pues muchos de los prisioneros cambiaron sus datos como una medida de protección ante las posibles represalias contra sus familias.  

La decisión de hacer pública esta realidad a día de hoy es una cuestión de simbología que pretende devolver la identidad, el honor y el reconocimiento de la nacionalidad española de manera oficial a cada uno de estos presos que murieron siendo un número a vistas de sus carceleros y que quedaron en el limbo para sus propias familias. Además, es la vía para que el entorno de los presos «cierren una herida que hasta entonces no se había podido sanar debido a la falta de conocimiento» sobre lo ocurrido y el paradero del ser querido, reflexiona María José Turrión.  

En palabras de la subsecretaria de Justicia, Cristina Latorre, encargada del departamento de Memoria Histórica, esta iniciativa supone «una reparación moral», porque «son españoles, tienen derecho y no se les puede tener en unos libros de archivo», a pesar de que la inscripción de la defunción en el Registro Civil no les devolverá la condición de español. Pero para algunos familiares de los presos, esta medida ha llegado tarde. No obstante, los datos proporcionados no son el cómputo de todas las víctimas del genocidio nazi ya que al menos hubo 695 presos españoles más en campos de concentración austriacos.  

Benito Bermejo, un investigador español pionero en el estudio de los españoles que fueron prisioneros de estos lugares de exterminio y quien facilitó la base de datos que recabó junto a la investigadora Sandra Checa al Ministerio de Cultura, asegura que aproximadamente 5.000 españoles entre los años 1940 y 1945 fueron esclavizados bajo el sistema concentracionario nazi. Además, Bermejo afirma que no todo fueron hombres ya que a partir del año 1942 hasta 1945 hubo cerca de un centenar de mujeres en estos lugares.  

Los niños también fueron víctimas del régimen nazi. Bermejo cuenta que él personalmente conoció a uno de los chicos más jóvenes que había estado en el campo de concentración de Mauthausen. El pequeño almeriense fue capturado con 14 años de edad y fue uno de los pocos supervivientes de la barbarie nazi. «Los niños eran enviados directamente a la cámara de gas» por lo que se les aconsejaba que dijeran que eran mayores de edad para «no ir a una muerte segura».  

Según la información dada en el BOE, en el caso de la Comunidad de Castilla y León, el hombre más joven era de la provincia de Valladolid y contaba con 20 años de edad, mientras que el más mayor de origen zamorano tenía 66. Más detalladamente, 18 eran jóvenes con edades comprendidas entre los 20 y 25 años; otros 34 oscilaban entre los 26 y 30 años; 30 murieron cuando tenía entre 21 y 35 años; 27 de entre 36 y 40 años; 31 fallecieron con entre los 41 y 45 años; ocho tenían entre 46 y 50 años; seis entre los 51 y los 55; cinco entre los 56 y los 60 años y tres entre los 61 y 66 años.  

El exdirector general del Libro, Archivos y Bibliotecas, Rogelio Blanco, informa de que Mauthausen y Gusen no fueron los únicos campos en los que se encontraban los españoles. «Muchos de ellos fueron prisioneros de los campos de concentración de Francia y de Tarrafal (Portugal)», asegura.  

El Gobierno español espera que los familiares notifiquen los posibles errores que pudiera haber en la lista publicada en el BOE para poder subsanarlo. Disponen hasta el 6 de septiembre para presentar las alegaciones oportunas a través de internet. Por otro lado, el Consejo de Ministros decidió rendir homenaje cada 5 de mayo a estas víctimas con la idea de agradecer y reparar a todos aquellos españoles que fueron deportados y utilizados como esclavos en los campos de concentración por el gobierno franquista en donde la gran mayoría perdió la vida.

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