Diario de León

La leonesa que vela por los derechos de los refugiados

De los veranos en Cabreros a la cooperación internacional. Irene Martes Sánchez es experta en derechos humanos y ha trabajado en proyectos de cooperación desde la Amazonía a Tailandia. Quería sentir «qué era ser emigrante».

La realidad que viven los niños y niñas refugiados de Myanmar en Tailandia, en República Dominicana y Ucrania es contada a través de sus propios ojos con las rudimentarias cámaras que les han proporcionado en los proyectos en los que ha participado Irene Martes Sánchez, con la oenegé Project for Children. En Tailandia se refleja el trabajo infantil en el campo y en la casa, donde niñas pequeñas están al cuidado de sus hermanos y niños de corta cargan con bidones de agua para suministrar al hogar. Son niños y niñas que se enfrentan en soledad a situaciones extrema, como refleja la foto en la que se ve de espaldas a un menor sentado a la puerta de la vivienda. En República Dominicana y la frontera con Ucrania se refleja la alegría del grupo al participar en excursiones y actividades colectivas.

La realidad que viven los niños y niñas refugiados de Myanmar en Tailandia, en República Dominicana y Ucrania es contada a través de sus propios ojos con las rudimentarias cámaras que les han proporcionado en los proyectos en los que ha participado Irene Martes Sánchez, con la oenegé Project for Children. En Tailandia se refleja el trabajo infantil en el campo y en la casa, donde niñas pequeñas están al cuidado de sus hermanos y niños de corta cargan con bidones de agua para suministrar al hogar. Son niños y niñas que se enfrentan en soledad a situaciones extrema, como refleja la foto en la que se ve de espaldas a un menor sentado a la puerta de la vivienda. En República Dominicana y la frontera con Ucrania se refleja la alegría del grupo al participar en excursiones y actividades colectivas.

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Irene Martes Sánchez tiene sangre dominicana y leonesa en sus venas. Nacida en Madridrid, está vinculada a la comarca del Bajo Esla por los maravillosos veranos en Cabreros del Río, de donde es oriundo su padre. Encaminó su futuro hacia la cooperación internacional y los derechos humanos desde bien joven, una decisión que la lleva constantemente lejos de su hogar.

«Desde los 18 años no tengo casa», dice esta joven que, con 30 cumplidos, ha participado como voluntaria o contratada por organismos internacionales en misiones de cooperación en lugares como la Amazonía en Ecuador, la frontera de Tailandia con Myanmar, República Dominicana, Ucrania y Melilla, entre otros lugares.

«Mi madre fue emigrante y quería sentir qué era ser inmigrante», comenta como su acicate para empezar. La experiencia le ha hablado claro: «Con un pasaporte español te abren las puertas». Empezó de estudiante en Rumanía y Ucrania y al terminar la carrera de Relaciones Internacionales tuvo su primer destino lejos de España en Ecuador en proyectos educativos con niñas y niños indígenas dentro de un programa gubernamental. En Tailandia trabajó con refugiados de Myanmar, que huyen de un largo conflicto y de la persecución en su país. Allí trabajó con la oenegé Project for Children. «Gracias a mi familia recogimos cámaras para que ellos contaran su realidad a través de las fotos», comenta.

Irene Martes Sánchez en una pared con un mural. DL

Irene Martes Sánchez en una pared con un mural. DL

Una experiencia que han repetido en República Dominicana. «Las niñas y niños cuentan cómo viven a través de estas fotografías», apunta. En el país caribeño estuvo destinada dos años en un proyecto de empoderamiento y educación con la misma oenegé. «Es el segundo país del mundo con peor educación y para las niñas que vienen del mundo rural es fatídico», explica. Sus oportunidades son aún menos. El objetivo era «equiparar su nivel educativo a las de las niñas de la capital, Santo Domingo, y de ahí a la de España. «De esta manera pueden optar a becas internacionales», apunta. Actividades como ir al cine, hacer una excursión o visitar una biblioteca, que aquí pueden parecer una rutina, son extraordinarias para estas niñas.

Paralelamente, trabajan con las madres para su empoderamiento económico a través de pequeños negocios, como la elaboración de mermeladas, y sembrando la conciencia de lo importante que es que sus hijas reciban una educación para el día de mañana.

En Polonia trabajó con la Fundación Juntos por la vida, que a través de su programa de acogida de niños de Chernobil ha facilitado el traslado de personas refugiadas de Ucrania desde que en febrero el país fue invadido por las tropas rusas. «Son mujeres y niños y hombres mayores de 70 años o con alguna discapacidad porque los demás no pueden salir del país», comenta.

Asentarse
«Ahora busco un lugar donde estar al menos un año. Me encantaría en la frontera de Melilla»

También tenían un hotel de acogida para mujeres maltratadas a 10-20 kilómetros de la frontera, donde los bombardeos eran tan cercanos que parecían estar dentro de Ucrania.

«He hecho de mi vida un proyecto de cooperación. Forma parte de mí. Cuando no estoy contratada por alguna institución, voy de voluntaria», comenta esta joven que se graduó en Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos y en la Universidad de Alcalá obtuvo el máster sobre Derechos Humanos. Esta formación le ha cualificado para ser contratada por organismos internacionales en países como Haití. Allí estuvo encargada de monitorear la frontera con el fin de proteger los derechos humanos de las personas.Todos sus trabajos con instituciones los ha realizado en zonas de frontera, lugares «calientes» para la vulneración de los derechos humanos. «Normalmente son los propios estados los que violan los derechos humanos con maltrato a los refugiados, devoluciones en caliente, insultos, racismo...», explica.

La valla de Melilla
«España es la puerta de Europa y tenemos un problema al que no hemos puesto solución»

Irene Martes realizó su tesis doctoral sobre una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos acerca de las devoluciones en caliente de inmigrantes en la frontera de Ceuta y Melilla. Lo sorprendente, comenta, es que la gran sala determinó que Estado no había incurrido en irregularidades e hizo recaer toda la responsabilidad sobre los inmigrantes. Ahora busca «estar un año en el mismo lugar». Uno de los puestos que ha solicitado es Melilla. «Me encantaría estar en esa zona del mundo», admite. «Es algo cercano, una realidad que tenemos en España», añade, donde normalmente se piensa que los derechos humanos se violan en otros países.

«España es la puerta de Europa y es un problema que tenemos y al que no hemos puesto solución ni gobiernos de derechas ni izquierdas», comenta. Y lo lamentable es que «cada vez se va agravando», sentencia. Irene Martes Sánchez compartió este verano sus experiencias como cooperante en el lugar donde tantos buenos ratos ha pasado como veraneante. Fue una de las invitadas de la semana cultural de la Asociación Los Oteros-La Vega, que, de esta forma, ensanchó su mirada más allá del cauce del río Esla en su curso bajo.

Lo que para Irene Martes forma parte inseparable quedó grabado en las personas que acudieron a su charla en la Expo Coyanza de Valencia de Don Juan. A partir de ahora su mirada hacia los conflictos internacionales y sus consecuencias será distinta.

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