Diario de León

Vídeo | Luces y sombras entre la cruz y la media luna en León

Los musulmanes leoneses consideran que sería necesario retomar el diálogo interreligioso que se ha visto estancado por la pandemia aunque el Obispado no parece responder a las propuestas

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A. Matrán / Ó. Hernández
León

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Los miembros de la comunidad islámica leonesa están ya acostumbrados a recibir comentarios como los que hace cosa de un mes se realizaron en una crónica del Diario sobre la celebración del rezo de Eid al-Adha en el Estadio Reino de León. «Por religión, es preferible que esta oración se realice al aire libre», dice Abdellah Zahdali, presidente de las Comunidades Islámicas de León y Astorga. «Para ello tenemos que pedir permiso al Ayuntamiento y a la Subdelegación del Gobierno, que estudian nuestra solicitud con, más o menos, un mes de antelación. Y siempre ha sido gratis para todas las comunidades religiosas», continúa.

Durante la celebración, las medidas de seguridad fueron respetadas rigurosamente. «Para estos actos, reunimos con antelación a un grupo de voluntarios para que se encarguen de la organización: el aparcamiento de los coches, la distribución de las personas en el espacio para respetar las normas tanto dentro como fuera, etc.», apunta Zahdali mientras se acomoda en la alfombra de la mezquita.

Extremismos

«No hay ninguna religión mala, porque los malos somos sólo nosotros», sentencia Gulzarin Khan

La Comunidad Islámica La Paz de León cuenta con una equipo directivo que es renovado cada tres años a través de una asamblea general y que se encarga de administrar un espacio que han comprado recientemente y todas sus actividades. «Todos los gastos de la comunidad salen de sus miembros. No recibimos ayudas del Gobierno ni del Ayuntamiento ni cualquier organización», anota Zahladi.

Con una sonrisa que sube los mofletes por encima de la mascarilla, el presidente hace hincapié en que: «La comunidad musulmana no se ve bien recibida generalmente» debido a que, para él, existe una gran confusión entre lo que significa ser musulmán y la imagen que casos excepcionales lanzan al exterior. En uno de sus libros, Edward Said decía: «El término ‘islam’, tal y como se utiliza en la actualidad, parece contener un significado simple pero en realidad es en parte ficción, en parte etiqueta ideológica y en parte una designación minimalista de la religión llamada islam». «No existe una correspondencia directa significativa entre el ‘islam’ en el uso común en Occidente y la enormemente variada vida que se desarrolla en el mundo musulmán, con sus más de [mil] ochocientos millones de habitantes, sus millones de kilómetros cuadrados de territorio sobre todo en África y Asia, y las docenas de sociedades, estados, historias, geografías y culturas que comprende». A los miembros de la Comunidad Islámica que preside Zahdali les gustaría dar a conocer lo que, para ellos, es el islam. «El islam es desconocido aquí en España. La mayor parte de las personas que opinan sobre islam no saben ni lo que es. Y una persona que opina sobre lo que no conoce seguro que está equivocada», dice.

Abdellah Zahdali

«No tenemos derecho a juzgar a nadie. Esa es una norma del islam. Todo el mundo es libre de ser»

Desde el siglo XVIII, la asociación del islam con lo foráneo, lo oscuro, lo misterioso, lo salvaje y lo peligroso no ha desaparecido en los países occidentales. Como dice Said, Oriente existe en función de Occidente. Musulmanes de todo el mundo se esfuerzan porque no se les estigmatice. Uno de los miembros de la comunidad, Gulzarin Khan, un pakistaní que vino a España en 1977 para dedicarse a la minería en Sabero, asegura que «no hay ninguna religión mala, los malos somos nosotros». Todos los presentes en la mezquita levantan las cejas y se balancean hacia atrás cuando escuchan las palabras de Jesús Miguel, el delegado de evangelización del Obispado de León: «no puede haber diálogo mientras los musulmanes califiquen a los cristianos de ‘infieles’». «No podemos juzgar a nadie», dice Khan. «Esa es una norma que tenemos nosotros en el islam. No tenemos derecho a juzgar a nadie. Todo el mundo es libre de ser», añade Zahdali.

Los miembros del equipo directivo de la Comunidad Islámica de León. ALEJANDRO MATRÁN

El presidente de la CI lamenta que los intentos de acercamiento con la comunidad cristiana no hayan sido demasiado fructíferos, a pesar de los numerosos intentos que han llevado a cabo, debido al poco interés del obispado en continuar con el diálogo interreligioso actualmente. Zahdali asegura que, en cuanto la situación sanitaria mejore, tratarán de volver a poner en marcha encuentros con la iglesia católica. Mientras tanto, la Comunidad Islámica de León se ha volcado unilateralmente en otros asuntos que consideran importantes para la sociedad leonesa. Se han llevado a cabo repartos de alimentos para los necesitados, donaciones periódicas de sangre y de dinero para instituciones como Cáritas y encuentros en la mezquita con representantes de las instituciones gubernamentales, incluido el Alcalde, entre otras acciones.

A. Zahdali, presidente de la comunidad.  JOSÉ MARÍA ESPÍ DUEÑAS

«Sabía que iba a caer alguna pregunta sobre esto», dice Zahdali cuando ve un cartel de una concentración «por los derechos de las mujeres y de las niñas en contextos islámicos» a raíz del cambio de rumbo en Afganistán. «Me gustaría invitar a la gente a que leyera sobre los derechos de la mujer en el islam. Lo de Afganistán no es religión ni humanidad. Ahí hay más política que otra cosa y en política no voy a entrar porque no salimos nunca». Zahdali está confuso por la alarma general que existe sobre el maltrato a la mujer en el islam mientras en España se asesinan a mujeres continuamente. «En Astorga y en León hemos vivido casos de violencia de género, pero ninguno entre musulmanes. ¿Por qué hay tanto pánico al terrorismo [islámico] si tenemos el terrorismo entre nosotros?», añade antes de condenar la situación a la que están sometidas las mujeres en Afganistán.

Vienen a quitarnos el trabajo

Este ya mitológico argumento es uno de los obstáculos a los que los musulmanes de León, y los de toda España, hacen frente cada día. «La comunidad musulmana la formamos personas que hemos emigrado de países musulmanes pero también forman parte de ella los españoles conversos, que cada vez son más», dice Zahdali. Cree que es necesario diferenciar entre la cuestión migratoria y la religiosa. «Cuando vine yo, en la mina no quería trabajar nadie. Ahí entraba el que no encontraba nada», lamenta Khan con los brazos cruzados. «Normalmente los inmigrantes hacen los trabajos de difícil cobertura. En los invernaderos de Andalucía, con 45 grados, ¿quién nos va a sacar las berenjenas y los tomates? Si no fuera por los inmigrantes, en lugar de costar 1,20 euros, los tomates estarían a 5 euros. Y, en el caso de León, si vas a la oficina de empleo verás que hay miles de trabajos. En la construcción, de hecho, hacen falta muchos profesionales ahora mismo. Pero claro, si quieres ser el subdelegado del Gobierno esa es otra cosa», añade Zahdali mientras la llamada a la oración apremia de fondo. «La mayoría de los inmigrantes ya tienen la nacionalidad española y han adquirido una casa para establecerse aquí. Esto significa que están asentados y no piensan marcharse o, como piensan algunos, llevarse el dinero a su país [de origen]. Pero quiero creer que es una minoría la que piensa así». «A mí me han tratado muy bien. La gente en mi pueblo es maravillosa», apunta Khan sin desanudar los brazos.

Gulzarin Khan. ALEJANDRO MATRÁN

«Lo más importante para llegar a un punto común son charlas, mesas redondas y puertas abiertas. Las nuestras ya lo están y las otras partes lo saben, nos invitan y nos conocemos mejor. Pero el tiempo dirá. Las nuevas generaciones tienen un pensamiento diferente. Los niños de comunidades diferentes están juntos en el colegio, se hacen amigos, hay generaciones ya que se casan jóvenes de diferentes comunidades y llegaremos a algo como lo que hay en Inglaterra o en Alemania, donde la inmigración llegó mucho antes. Pero, salvo algún rechazo puntual, yo no tengo quejas, siempre he sido bien recibido», concluye Zahdali. «La palabra en árabe es ‘inshallah’ [de donde procede la voz española ‘ojalá’], si Dios quiere», cierra sonriente Gulzarin Khan. Es hora de ir a rezar.

El Obispado de León se desentiende del diálogo con la comunidad islámica

El encuentro tiene lugar en un café próximo al edificio del obispado junto a la Catedral.

Jesús Miguel, delegado de evangelización misionera, fue testigo del encuentro entre las religiones en el convento benedictino. El delegado se arrellana en la silla, menciona al obispo como cabeza de la iglesia y empieza: «Estamos abiertos a que haya algún tipo de encuentro, pero antes de sentarse hay que preparar muchas cosas», «hubo un punto de encuentro». proclama Jesús Miguel. El delegado concreta en hipótesis pero no en actuaciones y recuerda algún acto minoritario que sopesa con ligereza.

«Las propuestas que trajeron han quedado en el aire», «resultaba atrayente para el público juvenil, ¿Pero a qué grupo?». El delegado zacea achacando la falta de focalización a la propuesta, «estamos esperando a que los que lo propusieron den el primer paso», estipula Jesús.

DL

El diálogo interreligioso lleva siglos de conjura, incluso los mayores mandatarios se han reunido para conversar sobre la situación. Al hablar de cuáles son las barreras entre los dos credos el delegado menciona: «Es muy complicado que el mundo musulmán en un toque de dedos de un cambio de siete siglos». La guerra de los libros prosigue en el dialogo, «Hoy por la Biblia nadie va a matar a nadie, en cambio por el Corán, sí». La lista de las condenas finaliza con la falta de manifestaciones por parte de la comunidad islámica aunque se han visto pancartas por todo el mundo en contra de la invasión en Afganistán. En relación con la población musulmana residente en España extrapola a la figuración internacional del estereotipo terrorista, «Ante un gobierno que levanta la bandera nazi ¿Tú puedes dialogar fácilmente? No es la respuesta». Jesús Migúel recuerda la proclama que hizo en la conferencia en la que participó junto a Ernestina, madre abadesa, «sobre la igualdad de derechos; que se procese la misma libertad al culto tanto en occidente como oriente», «no es fácil llegar a una reciprocidad».

Tras un largo debate internacional, en el que se resumen los cismas de ambas religiones el delegado concluye abogando por arreglar los escollos interreligiosos: «No se puede hablar con los ojos cerrados».

En cuanto el diálogo cambia el misticismo por la política saltan las chispas. Quizás el significado de esta oración no sean vanas palabras: «Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden».

Los adalides de la convivencia interreligiosa en León

Las relaciones en León por parte de los obispado han sido mejores que las actuales. El Obispo de Astorga, Juan Antonio Menéndez, era un devoto y amigo de la comunidad islámica y siempre apoyó el dialogo interreligioso. El padre Trobajo, exvicario de la Diocesis de León, también fue un pilar que favoreció la amistad de ambos credos. Entre los dos consiguieron el mayor punto de acercamiento. Pero su fallecimiento condujo a una vuelta al punto de partida en la convivencia.

«Para nosotros Dios es lo más  grande y nos une»

El antiguo convento benedictino ubicado enfrente de los dos enormes chopos de La Plaza del Grano fue el lugar donde se realizó el último encuentro religioso más importante de la ciudad. Ernestina, madre abadesa del convento Benedictino, es la responsable del diálogo interreligioso en León.

«Por parte de nuestra comunidad estamos siempre deseosos de que se abra un diálogo», comenta la abadesa. Ernestina ha participado en varios encuentros en todo el territorio. El primero tuvo lugar en un tramo del Camino de Santiago. Seis religiones participaron en la ruta, «fue la primera vez que tantas religiones se reunían para realizar la peregrinación hacía un lugar católico sagrado», recuerda Ernestina con una sonrisa. En este primer encuentro entre los cultos de fe de la península hubo un gran puente común en el que se compartieron posturas y similitudes.

Después de este encuentro, Madrid fue el lugar elegido para continuar el camino entre la comunidad islámica y la católica. Arco Forum fue un evento dirigido a los jóvenes feligreses. En este foro interreligioso se reunieron los devotos de los tres libros y se realizaron actividades como conciertos y la visualización de una película.

Ernestina quiso trasladar su experiencia en las jornadas y acogió esta propuesta en León. Samad Ouyhia, presidente de la Asociación Titawin (fuente en idioma bereber) fue la persona indicada para formar parte de la primera toma de contacto entre las comunidades de León. Jesús Miguel, delegado de evangelización misionera, y el obispo fue ron la representación cristiana.

La madre abadesa de las benedictinas. ALEJANDRO MATRÁN

La reunión tuvo lugar en una de las salas del patio del convento, una repetición de arcos de medio punto, palmeras y flores fueron testigos del encuentro.

«Los acercamientos que hemos tenido son en sentido de oración», rememora Ernestina. La mística de la fe, los profetas y los teólogos fueron la primera piedra en la convivencia. Ambas religiones comparten muchos dogmas que se parecen y algunos que difieren en matices espirituales, este fue el centro de la diana que separó la manzana en dos mitades. «No entramos en discusiones teológicas ni políticas ni sociológicas», afirma rotunda la madre abadesa. Este parece el frente común que rompe toda la línea de dialogo, cuando la fe chocha con la razón las antorchas de la guerra se prenden. «Solo oración y experiencia», concluye la monja sorteando una incisión más profunda en este tema: «Nuestra vida es contemplativa, yo no sé sobre nada más». La congregación terminó con una petición: «Les pedimos que nos compartieran su forma de vivir», comenta con ilusión Ernestina. La comunidad islámica explicó sus dogmas, la caridad como galón, el ayuno en el mes de junio...

El intercambio de las visiones fue prolífico pero todo quedó en saco roto. Ninguna de las cosas habladas y los actos de fe sirvieron para mucho. Por parte del obispado de León las relaciones se han enfriado, y la comunidad islámica apuesta por seguir construyendo. El caldo de cultivo fermentó con la crisis del coronavirus y el verano alejó con el calor todo lo construido anteriormente. Ambas partes abogan por seguir hacia delante pero los actos demuestran lo contrario.

Samad y Ernestina en un encuentro interreligioso. DL

León ha sido siempre un enclave histórico en la convivencia religiosa. Desde las comunidades pakistaníes que vinieron en los años 70 para trabajar el carbón hasta los adalides del consenso interreligioso, el padre Trobajo y el obispo de Astorga que lamentablemente tuvieron que dejar el dialogo y este mundo. Siempre se trata de intentar unir y fomentar la convivencia entre islam y cristianismo. «Dios es lo que nos une a todos», concluye Ernestina el discurso. La única verdad absoluta es que ambos mundos bendicen y agradecen la vida y la fe que Dios procesa hacía todas las personas.

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