Diario de León

ROSA MARÍA SALÁN RODRÍGUEZ

«No me dejaron ir a la mina por ser mujer»

■ Se graduó en Minas en 1968
■ «Os va a quitar el puesto», decía un profesor en clase
■ Acabó dedicándose a la enseñanza.

Rosa María Salán Rodríguez es una de las pioneras de la ingeniería técnica de Minas en León. Entró en la escuela tras colgar los estudios de Magisterio a espaldas de su madre y con la complicidad de su padre. Nunca le dejaron bajar a una mina ni le dieron empleo como ingeniera y se abrió camino como profesora.

secundino pérez

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León

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Rosa María Salán Rodríguez (Matallana de Torío. 1948) es conocida (y reconocida) por varias generaciones de leonesas y leoneses como profesora de matemáticas, física y química del colegio La Asunción. Muy pocas personas saben que es una de las primeras mujeres que estudió ingeniería técnica de Minas en León y la segunda en obtener la acreditación profesional al colegiarse.

Su carné es el número 612 del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos de Minas de León y grados en Minas y Energía de Castilla y León (Norte) y Cantabria, tal y como se llama ahora. Por delante de ella sólo hubo otra mujer colegiada en León, aunque estuvo muy poco tiempo activa, al menos en la provincia.

Rosa María nació en la cuenca carbonera de la Montaña Central, pero no hay tradición minera en su familia. Entró en la Escuela de Minas por casualidad y ocultando a su madre que había cambiado los estudios de Magisterio por los de lo que entonces se llamaban peritos de Minas. Contó, curiosamente, con la complicidad paterna: «Cuando se lo dije a mi padre, que era su ojito derecho, le pregunté: ¿Cómo se lo decimos a mamá? Y me respondió: Se va a poner... No le digas nada en unos meses. Yo te doy el dinero para los libros y ya está».

Cuando se enteró, «mi madre decía que era una carrera de hombres. Le pedí que me dejara probar y a cambio le prometí que si no aprobaba hacía dos cursos juntos de Magisterio».

La idea de cambiar se la dio su profesor particular. «Me preguntó qué me pasaba y le dije que no me gustaba Magisterio y me invitó a una clase que iban los de Minas», explica. Su pasión eran las matemáticas, la física y la química. En las aulas de la Escuela de Minas encontró cómo desarrollarla brillantemente. Eso sí, contra viento y marea de los prejuicios machistas que sufrieron ella y muchas mujeres de su tiempo.

Si a algunas les decían que las mujeres iban a buscar novio a la universidad, a Rosa María Salán había un profesor que cuando la sacaba al encerado advertía a sus compañeros de clase: «Ojo, que os va a quitar el puesto de trabajo». A ella le llenaba de orgullo oír aquello pero cuando terminó la carrera «busqué colocación en el mío pero como era mujer todo eran problemas». Era el año 1968 y acababa de cumplir los 20 años.

Tampoco le permitieron hacer las prácticas en el tajo como sus compañeros. «Los chicos las hacían en las minas y a mí, como era mujer, me metieron en el laboratorio de Minas que había en Renueva», explica.

En el laboratorio tampoco le dieron trabajo porque tenían empleadas sin titulación y «les pagaban menos». Llamó por teléfono para la obra de un pantano y cuando se presentó le dijeron que no. «Todo eran pegas por ser mujer y como industria tampoco había en León me puse a dar clases», explica.

Así fue como, tras ‘huir’ del Magisterio, se convirtió en una maestra apasionada y una de las profesoras más apreciadas de matemáticas y ciencias en León. «Empecé a dar clases particulares porque mis padres no vivían en León y así me pagaba algunos gastos», aclara.

Cree que el panorama ha mejorado, aunque a la mina de carbón pocas bajarán ya. «Hay tantas o más mujeres que hombres, ya no tienen tantos problemas para trabajar. En mi caso, además de mujer era joven...».

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