Diario de León

hoy se celebra su día internacional

Palos en la rueda del pueblo gitano

El 1% de León. El pueblo gitano celebra hoy su día con una intensa jornada cultural y reivindicativa en la que el cantaor José el Francés pone el broche de oro en el Auditorio. Gitanos y gitanas de León desgranan sus razones para el orgullo y denuncian el racismo. También hacen autocrítica. La educación, pese a los avances de las últimas décadas, es una asignatura pendiente. El 40% abandona la secundaria..

Nori asegura que "hay respeto entre el hombre y la mujer".

Nori asegura que "hay respeto entre el hombre y la mujer".

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ana gaitero | león
León

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«Si mil veces volviera a nacer mil veces querría nacer gitano». Emilio Jiménez, leonés de nacimiento y vendedor del Rastro afirma que la familia, el sentimiento, el respeto a los mayores... y tradiciones como el pañuelo son algunos de los valores de los que más orgullo siente.

Gitano y español. «Somos españoles igual, ¿no?», apostilla tras señalar que «aún hay racismo» y que se nota, sobre todo, «cuando vamos a alquilar un piso». Este hombre de 31 años, casado y padre de un niño de 10 años y una niña de 5, relata que desde los diez va a vender al mercado. Sus antepasados también eran vendedores ambulantes. «Iban por los pueblos, con sábanas, toallas...»

Cerca de 4.000 personas integran la comunidad gitana en León, casi el 1% de la población. Son gitanos españoles, rumanos, portugueses, mercheros... Una minoría étnica sin tierra pero arraigada desde hace más de 600 años en la península. «Un pueblo que ha resistido a la opresión —se cuentan más de 230 leyes antigitanas en la historia de España— con mecanismos basados en su propia cultura como el sentido de familia», afirma Nicolás Jiménez González.

Emilio Jiménez valora la familia y denuncia el rechazo social al gitano. FERNANDO OTERO.

El sociólogo y máster en investigación educativa abre hoy los actos del Día Internacional del Pueblo Gitano en León con una charla sobre Resistencias Gitanas a las 12.00 horas en el salón de actos del Palacio del Conde Luna. «La persecución no ha cesado a pesar del advenimiento de la democracia. Hoy todas las leyes son antigitanas por la exclusión del pueblo gitano de todas ellas. No estamos en la Constitución», denuncia.

La pérdida cultural ha supuesto que «no hablemos nuestro idioma, el romanó» mientras los «otros idiomas del estado que estuvieron machacados ahora son cooficiales», lamenta.

Argentina, de 40 años, está casada «por nuestra ley» desde los 14 años. Tiene cuatro hijas y dos nietas. La costumbre del pañuelo, que asegura la honra para la familia a través de la virginidad de la mujer, es uno de los valores que le producen más orgullo. «Que nadie te señale y el respeto a nuestros mayores», puntualiza.

El mercado ha sido y es su vida. «No aspiramos a más», dice con resignación. No ve que haya otras salidas, aunque su hija de 16 años quiere ser esteticista y se prepara para enfrentarse al mercado laboral. «Dejó la escuela, no quiso estudiar más», comenta. No fue por el novio, asegura. «No está pedida. Yo ya le digo que mejor que con su padre y su madre no va a estar...», señala Argentina.

Argentina, madre de cuatro hijas y abuela de dos nietas con 40 años. FERNANDO OTERO.

Todavía el 40% de los chicos y chicas gitanas abandonan la secundaria sin graduarse. La educación es una asignatura pendiente. «Estoy orgulloso de que hemos avanzado mucho en el sentido de involucrarnos en la sociedad y de los chavales que les da por estudiar. Que no nos discriminen en el empleo y en otras cosas depende mucho de la educación», lo dice un chico de 16 años que está casado desde hace siete meses.

Miguel León, de 69 años, recuerda que apenas fue unos meses a la escuela «en Corea» —actualmente barrio de La Inmaculada—. «Nos aprendían lo básico, a defendernos un poco», señala. Se apaña con las cuentas. «Calculo y lo hago de mente», explica. Tiene tres hijos sin trabajo, no terminaron la ESO, y si hay algo que aconseja a todos los gitanos es que «los padres les exijan a sus hijos, que continúen en el colegio y saquen el graduado. Para entrar en la sociedad hay que pasar por los estudios y muchas veces es culpa del gitano de no empujar a sus hijos o no dejarlos estudiar», sentencia.

Miguel y José León dicen que "hay que empujar al gitano al colegio".

FERNANDO OTERO.

 «TENDRÉIS QUE CAMBIAR...»

También lamenta «el rechazo que existe hacia los gitanos. Se nota al alquilar una vivienda o ir a buscar tu trabajo. Hay mucho racismo». Su hijo lo refrenda. «No tengo la ESO, pero tengo el carné de camión y en cuanto me oyen hablar... Tendréis que cambiar vosotros bastante», dice sobre los payos. Ha trabajado como mozo de almacén y repartidor. Ahora ayuda a su padre en el mercado. «Ha cambiado todo algo, pero no lo bastante...», comenta el padre.

Los avances de las mujeres son los que más se destacan. «La mujer gitana ha cambiado mucho y ha arrastrado bastante», opina María, una profesora que es clienta habitual del Rastro. «Son gente muy agradable», dice mientras pregunta a Nori por el precio de una prenda.

La vendedora, de 60 años, señala que «hay mucho respeto entre los hombres y las mujeres». «Tienen la idea de que el hombre manda sobre la mujer, pero en mi casa, la que ordena y manda soy yo, yo organizo todo y administro el dinero», recalca. Su marido, ya jubilado, trabajó durante algún tiempo en el programa Acceder del Secretariado Gitano. Tiene una hija peluquera y otra que se separó: «Cuando no te llevas bien con el marido, aunque simplemente sea que ya no le quieres, lo mejor es que cada uno vaya para su lado». Antes se aguantaba más, solía mediar el patriarca para que intentaran reconducir la relación pero si no funcionaba «también se separaban».

«Yo estoy orgullosa, no me cambiaría por nada». Su hermana Estrella, que dice que le asustan las fotos, destaca también el respeto como valor de la cultura gitana. «Yo que soy mayor, a todos los que me conocen me llaman tía. Y si me ven coger un peso, enseguida vienen a ayudarme. No dejan que cargue...», añade.

«Siempre me ha llamado la atención el respeto y el trato a los ancianos. Los tienen muy en cuenta, en nuestra sociedad los tenemos apartados», apostilla María.

Selene de la Fuente, de 25 años, es la primera gitana leonesa que obtuvo un título universitario. Se graduó en Derecho y realizó el máster para ejercer la profesión. Cree que las nuevas generaciones son las que van a marcar más el cambio. Hay que escucharlas, comenta. Del pueblo gitano, lo que más valora y cree que debe mantenerse es «la cooperación y la ayuda que se brinda a la familia y a toda la comunidad». Y lo que debe cambiar es «la importancia de la educación para un futuro de calidad», aunque cree que algo ya está cambiando.

«Son aún muy pocos los gitanos que llegan a la universidad», lamenta Ricardo Torres, presidente de la Asociación Garapatís, integrada en la Federación de Asociaciones de Minorías Étnicas de Castilla y León. El Plan 20/20 que la Unión Europea para equiparar a la población gitana de todos los países a la población general «se ha incumplido en el 90%», denuncia. El rechazo a la población gitana es patente «desde el mismo momento en que el consejero reconoce que hay 20 colegios en Castilla y León que son exclusivamente gitanos». La libre elección de centro, apunta, «hace que cuando hay gitanos se vayan marchando los payos».

Los problemas en el acceso a la vivienda y al empleo forman parte de la brecha de desigualdades. A la creencia generalizada de que el pueblo gitano vive de las ayudas, Torres contesta que «miren las otras desigualdades». «Ese es el sutrato del racismo. Actualmente para que te den una ayuda tienes que estar en la miseria. Yo estudié con beca, eso me ha ayudado a corregir esas desigualdades», afirma el sociólogo Nicolás Jiménez.

Como dijo el rapero Miguel Vizárraga en el festival que abrió el Día Internacional del Pueblo Gitano en León en el centro Don Bosco: «No toda la música gitana es flamenco, también hay rap» y como apuntó Miguel León «hay gitanos buenos y gitanos que no, como hay payos buenos y payos que no. Hay de todo».

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