Sabina Gundín, cien años y una vida entre la mina y los cuidados a su gran familia

Sabina Gundín Gundín, natural del pueblo de Langre del Bierzo, cumplió ayer los cien años. Un 2 de febrero de 1922 vino al mundo en el seno de una familia muy humilde. Ayer entró en el club de los leoneses que superan el centenario: 269.

Sabina tuvo la única educación que se brindaba para luchar contra el analfabetismo en aquellos tiempos, las primeras letras, a la vez que trabajó en la mina desde una edad muy temprana.

No fue el dinero por lo que destacó nunca, sino por sus valores honrados y su instinto para la supervivencia. Su manera de vivir, su actitud y sus pensamientos (muy adelantados para cualquier época) conforman su peculiar forma de ser y sentir.

De pequeña no solo trabajaba y estudiaba, sino que, al ser la hija mayor de cinco hermanos, también ejercía las veces de madre. Los años pasaron y se casó con un minero asturiano llamado Manuel, con el que tuvo muchos hijos, llegando a la adultez 11 de ellos. Sus casas fueron las más humildes y los trabajos no dejaban un minuto de descanso: el campo, la casa, los hijos, la mina…

Su vida de cuidados hacia los demás no terminó en los hijos, puesto que con mucho amor y cariño también se encargó de muchos nietos con la misma devoción que quien guarda un tesoro.

Sabina nunca poseyó ninguna riqueza material, pero tuvo siempre la mayor de todas: el amor. Con 11 hijos, 25 nietos y más de 20 bisnietos siempre se halla rodeada de cariño, porque ella se merece todo y más, siendo un ejemplo para seguir para todos nosotros.

Gracias por habernos regalado la vida, gracias por luchar por nosotros.