Diario de León

Centenarios

Saturnino, abuelo de León y de España

Saturnino de la Fuente cumple hoy un siglo y once años, que se dice bien. Además del hombre más longevo de León y de España.

León

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«Viví la monarquía de Alfonso XII, la dictadura de Primo de Rivera, la revolución del 34, la II República, la dictadura de Franco, la monarquía de Juan Carlos y ahora la de su hijo». La vida de Saturnino de la Fuente no es un libro de historia, pero está llena de las peripecias, algunas veces heroicas, que protagoniza la gente corriente. Vivir 111 años con mucho trabajo y mejor salud, apenas ayudado de una cacha para caminar, es la mayor gesta de este leonés que se ha convertido la persona más longeva de la provincia y, desde septiembre, ostenta el título de abuelo de España, según el Gerontology Research Group.

Saturnino celebra hoy su siglo y 11 años. Calcula que nació el 8 de febrero de 1909, aunque le inscribieron el 12 porque en aquellos tiempos esperaban «tres o cuatro días» para ir al Registro Civil. Aquel día era noticia destacada en el Diario de León el debate de las «mancomunidades provinciales» lo que demuestra que la organización del territorio, ayer como hoy, es una constante de la vida contemporánea.

Saturnino fue a la escuela en Puente Castro, donde nació y vivió la mayor parte de su vida. Allí todo el mundo le conoce como Pepino, por su madre, Josefa, a quien todo el mundo llamaba Pepa. Pronto se aficionó al balompie, deporte que llegó a España importado de Inglaterra. Con 18 años ya jugaba en el Puente Castro F. C., del que el año pasado le hicieron socio de honor «en agradecimiento al esfuerzo y apoyo desinteresado realizado en beneficio de este club desde su fundación».

Este hombre pequeño de estatura se convirtió en un gran zapatero. «Trabajé para un tal Baranda en la calle de La Rúa», dice. Ahora duerme la siesta dos horas y media después de comer y pasa la noche de un tirón, pero en aquellos tiempos su vida era «trabajar, trabajar y trabajar».

De la fábrica a casa, donde seguía el trabajo, y de casa a la fábrica taller. Se casó a los 24 años con Antonia Barrio Gutiérrez y tuvieron 8 criaturas. Todas mujeres menos un varón que murió de pequeño. Aún se le entristece el rostro cuando se menciona la pérdida.

La casualidad hizo que Saturnino se librara de morir aplastado por el famoso avión de la Legión Cóndor que se estrelló en la calle La Rúa el 23 de diciembre de 1937. Le había mandado el jefe a Botines, donde estaba la caja. «Por poco me pilla», recordaba a su yerno.

Tuvo mucho trabajo pero la suerte y los genes le han acompañado. Se libró de la mili y luego de ser movilizado a filas por la Guerra Civil. «Requisaron la fábrica para hacer calzado para las tropas franquistas y con el trabajo que se llevaba a casa, mi madre y él ganaron dinero para comprarse la casa», apunta Bernardo, el yerno.

Aunque fue poco a la escuela, el oficio de zapatero le dio mucho que leer porque los zapatos se envolvían en periódicos que devoraba. Hasta hace poco leía dos periódicos cada día. «Ahora solo las letras grandes», apostilla su hija Ángeles, con la que vive desde hace 25 años.

La tele le gusta poco. Básicamente no la mira. Trabajó en la fábrica de zapatos hasta poco antes de la jubilación, unos 13 años. «Los hermanos Baranda la traspasaron y la cogió un gallego que no la entendía. Así que se hizo autónomo», explican las hijas.

A los 65 años se jubiló puntualmente. Al poco tiempo se quedó viudo. Perder a su esposa fue uno de los mayores golpes de la vida, junto con el hijo fallecido. A los 111 años «no toma ninguna pastilla, ya las tomamos nosotras por él», dice Ángeles. Cuando el pasado mes de abril tuvo que pasar por el hospital por un cólico de vesícula no recordaba lo que eran los antibióticos. Le tuvieron que explicar los médicos que eran aquellos tubos que llamaban penicilina.

Saturnino come de todo. Come solo y duerme como un lirón. Para Ángeles, una cuidadora nata, es «como un niño». «Hay que hacerle un homenaje», concede el supercentenario cuando se le pregunta si le cuida bien. Tiene larga experiencia: «Cuidé a mi suegra 15 años con alzhéimer y a mi suegro, y tengo un hijo de 45 años que no supera la edad mental de siete», comenta ella.

La familia ha crecido —ya son 14 nietos y 22 biznietos— y Saturnino disfruta de sus acontecimientos como la boda de su nieto Isidro con la legendaria gimnasta Carolina Rodríguez. Hoy estará rodeado del cariño de todos y disfrutará de la cuelga que ya le pusieron anoche como es tradición. «A las fiestas se las conoce por las vísperas», sentencia su hija.

Y en la víspera de su 111 aniversario fue homenajeado por la concejala de Mayores del Ayuntamiento de León, Lourdes González, que acudió a su domicilio a felicitarle personalmente por el nuevo año de su larga vida.

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