Diario de León

La gran fosa de Cuelgamuros

«El Valle de los Caídos debe ser un museo»

"La democracia tiene que resignificar el valle como museo para que la gente sepa lo que hay allí dentro", afirma la catedrática de la Uned, Susana Sueiro. Hoy habla en León sobre el pasado, presente y futuro del monumento que Franco mandó erigir. 'La verdadera historia del Valle de los Caídos' de Daniel Sueiro, su padre, le sirve de guía

León

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«Es rigurosamente falso que el Valle de los Caídos fue un monumento de reconciliación», afirma la catedrática de Historia Susana Sueiro, que hoy, a partir de las 12.00, pronuncia una conferencia en el aula magna de Filosofía y Letras de la Universidad de León organizada por el Grupo de Investigación de Temas Históricos (Indetehi).  

Franco dispuso la construcción del monumento, con la Basílica, Monasterio y Cuartel de Juventudes, en un decreto que fue publicado «de manera muy intencionada el 1 de abril de 1940, justo al año de la conmemoración de la ‘victoria en la Cruzada’», subraya.  

Sueiro aborda el tema en un día señalado —hoy se cumplen 44 años de la muerte del dictador— y tirando del hilo del libro La verdadera historia del Valle de los Caídos , que su padre, el periodista y escritor Daniel Sueiro, publicó en 1976. Desde la elección del valle de Cuelgamuros, que Franco visitó antes acompañado del general Moscardó, hasta las múltiples que realizó para supervisar las obras, unas veces de incógnito, solo con el chófer, otras con su mujer, Carmen Polo y también con el embajador de Alemania al que mostró el lugar en 1940, hasta la inauguración en 1959 con los primeros traslados.

 

Imagen de la construcción de la gran cruz. AGENCIAS

Fue entonces cuando decidió trasladar restos de republicanos. «Quería congraciarse con las potencias», pero en el discurso inaugural aún «habla de la lucha contra la anti-España y de monumento conmemorativo de la Cruzada», explica.  

Otra razón que propició el traslado de restos de los ‘rojos’ es que «había que llenar el monumento, que era inmenso». «El monumento fue una idea muy personal de Franco, algo que le obsesionó antes de acabar la Guerra Civil», comenta la historiadora. Y eligió una arquitectura «imperial, con ecos de los grandes faraones, una catedral excavada en el interior de la montaña», añade.  

Las disputas ente el arquitecto —Muguruza primero y Diego Méndez, después— y el escultor, Juan de Ávalos, pusieron el resto. Cada uno quería competir en tamaño y grandiosidad. Si la gran cruz mide 150 metros de altura por 46,40 metros de anchura en los brazos), una persona al lado de uno de los bustos del conjunto escultórico apenas le alcanza a la barbilla. «El monumento habla por sí mismo como un lugar que tiene que ver con el momento histórico, es megalómano», subraya.  

Más de 20.000 personas trabajaron en Cuelgamuros, entre prisioneros políticos, luego también comunes, y trabajadores libres. Y más de 34.000 víctimas de uno y otro bando están enterradas en la gran fosa del franquismo. No sólo los republicanos fueron trasladados sin permiso, también muchos de los soldados caídos en el frente con el bando sublevado fueron llevados al valle sin que su familia fuera informada.  

De León figuran trasladados los restos de 19 hombres. Pero no se sabe a ciencia cierta si hay otros leoneses que cayeron en el frente y fueron trasladados desde otras provincias. Desde el 17 de marzo de 1959 hasta 1983 llegaron «cajas y cajas desde los cementerios».  

«No creo que sea bueno destruirlo. El olvido es malo, no aconsejable. Hay que saber y recordar», defiende. La historiadora defiende recuperarlo «como un monumento del régimen franquista y hacer un museo en el que los historiadores cuenten, se aprovechen las horas rodadas del No-Do» y se haga un relato «serio y consensuado».  

En su opinión, hay que optar por dejar a los monjes benedictinos en un espacio definido y «desacralizar el resto del monumento o todo». Es una decisión política. «Es increíble que ningún Gobierno haya sido capaz de resolverlo y que aún levante ampollas», añade. La historiadora cree que la exhumación de Franco es el primer paso para poner fin a que ese lugar siga siendo un espacio de exaltación del régimen franquista y del que se creen dueños los nostálgicos del franquismo o la ultraderecha. Lo primero y más urgente es que se pueda entrar al lugar. «Nadie tiene acceso. Los osarios están detrás de una tapia. Es todo muy opaco y debe saberse que allí dentro está toda esa gente».  

«Tampoco se sabe lo que se va a encontrar cuando entren los técnicos. Hay una parte que está afectada por filtraciones de agua» y se habla de que todos los huesos podrían estar fundidos en un gran cuerpo. El libro de Sueiro es el único lugar donde hay un testimonio que avale que Franco quería ser enterrado en el Valle de los Caídos: «Y yo aquí», asegura el arquiTecto Diego Méndez que le dijo Franco en una de las visitas en el testimonio recogido por el periodista. Su hija, como catedrática de Historia, no lo considera determinante. Da más valor al hecho de que «Franco no dejó escrito en ningún sitio que ese fuera su deseo. Ni siquiera su mujer y su hija lo pensaron. Tenían el panteón familiar en Mingorrubio, en El Pardo, que fue donde vivió durante cuarenta años», explica.

 

Presos picando la roca. AGENCIAS

De hecho, la capilla ardiente estuvo en el Pardo. «Era un sitio bastante natural». Al parecer, Carrero Blanco y Méndez habían construido una tumba para Franco junto a la de José Antonio, que tras la exhumación del dictador, sigue intacta. «Se debe quitar del lugar preeminente que ocupa. Hay quien piensa que, como víctima de la guerra, podría permanecer pero en lugar menos visible», apostilla Susana Sueiro.  

Daniel Sueiro grabó al arquitecto, al escultor, a presos que trabajaron en la obra redimiendo condena y cobrando un sueldo que, aunque mísero, era preferible a las cárceles franquistas, como el padre del que fue presidente del Congreso de los Diputados, Gregorio Peces-Barba, o Nicolás Sánchez-Albornoz, uno de los pocos evadidos de Cuelgamuros. Las cintas están en manos del cineasta Javier Rioyo para un futuro documental.

 

TRASLADADOS
DESDE LEÓN

1. Antonio Portiño Otero
2. Daniel Avelaira Castro
3. Eduardo Hierro Prieto
4. Enrique de Celis
5. Francisco Espino Pérez
6. Ildefonso Álvarez Diaz
7. Jaime Álvarez Fernandez
8. José Berrocal Carlier
9. José Penas Reigosa
10. Juan Sancho Burriel
11. Julio García Ronco
12. Licinio Pérez Martínez
13 Manuel Domínguez G.
14. Laureano Prado Pérez
15. Miguel Vázqz. Pousada
16. Raimundo Millar Lombardo
17. Valentín Porras Glez.
18. Mateo Schz. Tejerina
19. Ramón Mosqueiro Pal
Fuente: Ministerio de Justicia. nomesevoces.net

 

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