Diario de León

La vida solidaria de la primera mujer cirujana vascular de León

Camino Fernández Morán fue la primera mujer especialista en cirugía vascular en el Hospital de León en los años 80, una profesión que compatibilizó con el voluntariado en Aldem. Tras jubilarse continúa su labor solidaria en el Club Pandetrave, Protección Civil y el albergue de peregrinos y ahora también operando varices en Guatemala.

Camino fernández Morán es cirujana vascular jubilada y voluntaria en varios frentes. FERNANDO OTERO

Camino fernández Morán es cirujana vascular jubilada y voluntaria en varios frentes. FERNANDO OTERO

León

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Tenía 17 años cuando empezó los estudios de Medicina en la Universidad de Oviedo, una carrera a la que se lanzó a pesar de que su madre, maestra, hubiera preferido que estudiara Magisterio. «Yo quería hacer Medicina y salir de León. Y pasé unos años muy felices en Oviedo», apostilla.

En realidad, añade al evocar el recuerdo de la universidad, «he tenido una buena vida, no me puedo quejar». Tras terminar la carrera empezó a trabajar en el Hospital Princesa Sofía, entonces propiedad de la Diputación provincial. «Salió una plaza de residente en cirugía vascular y me quedé ahí».

Camino Fernández Morán ha llevado una ‘doble’ vida. La profesional y la del voluntariado. «Me jubilé en 2018 pero no es que empezara a hacer cosas nuevas, me impliqué más en lo que estaba». Empezó como voluntaria de la Asociación Leonesa de Esclerosis Múltiple (Aldem) en sus comienzos, «porque tengo unas amigas que padecen la enfermedad», comenta.

En 2009 se fundó el Club de Montaña Pandetrave, dedicado al montañismo inclusivo, y poco después se alistó esta cirujana-ciudadana. «Como el Club tiene la sede social en Sariegos me apunté en 2012 a Protección Civil de Sariegos», comenta. Siempre está con el grupo fijo de 5-7 personas que acuden a apoyar a eventos, búsquedas y otras actividades para las que convoca Protección Civil.

Menos en jefaturas
«El machismo permanece en los servicios quirúrgicos, aunque cada vez hay más mujeres»

Ayer estaba en el puesto del IV Cross contra el cáncer que reunió a más de 500 personas en las tres modalidades de carrera, la de andarines también inclusiva con la participación de tres personas invidentes o con baja visión. «Siempre que podemos hacemos algo inclusivo», precisa.

También es voluntaria del albergue de peregrinos de Las Carbajalas. En los meses de más afluencia, cuando faltan hospitaleros, allí está la mano de Camino. La vocación de ayudar a los demás forma parte de su ADN. «Si todo el mundo ayudáramos un poco más y fuéramos menos egoístas, nos iría mejor».

En mayo, una amiga anestesista le propuso ir a operar varices a Guatemala y no lo dudó. En septiembre se embarcó en su primera aventura internacional en colaboración con Quesada Solidaridad de Jaén, que realiza una importante labor de cooperación internacional en este país centroamericano.

Fueron quince días de estancia y diez operando, con el sistema tradicional, en unos hospitales sencillos de Antigua, la ciudad más antigua de Guatemala, y Patzun. Medio centenar de pacientes que salieron «superagradecidos» porque allí un quirófano solo se lo pueden permitir personas con medios económicos.

Volverá en enero. Esta vez solo a Patzun, donde operará en el hospital que a la vez es orfanato. «De las casi 50 personas que operamos tan solo dos o tres eran hombres, pero no operamos nada por estética», asegura. Con este nuevo proyecto de cooperación internacional sacia en parte un sueño que visualizó en la carrera, cuando tuvo noticias de la creación de Medicus Mundi, pero que nunca llegó a cumplir. «No se me arregló y lo que menos me imaginaba es que iría a operar varices», comenta. Se veía asistiendo a cualquier labor humanitaria, pero en Guatemala ha visto su utilidad como cirujana. «Es una buena forma de ayudar porque allí no hay sanidad pública», añade.

Camino Fernández Morán nació en el desaparecido rollo de Santa Ana. Su padre era ganadero y agricultor. «Vivíamos encima de la cuadra», comenta. Con el tiempo se convirtió en la primera mujer que entró en un servicio que en aquellos tiempos se abría paso. En los casi 40 años de ejercicio, la medicina dio un vuelco y la cirugía vascular también en cuanto a la presencia del género femenino. «Todas las especialidades quirúrgicas eran patrimonio de hombres. Ahora ya no; lo hemos invadido todo menos las jefaturas», puntualiza.

Quienes conocen a la doctora Morán saben que no tiene pelos en la lengua y aunque asegura que a ella le ha ido bien porque «si no no habría aguantado», admite que «el machismo permanece en los servicios quirúrgicos». Ella lo veía cuando en el quirófano algún compañero decía: «¡Ay, ten cuidado!» o «deja que lo hago yo».

Un machismo más acentuado si cabe en las familias de los pacientes: «Cuando eres cirujano mujer es una lucha total. Salimos a informar tres cirujanas y nos dice un señor que cuando viene el cirujano a informarles, otro nos dijo que iba a rezar ‘‘porque no sé si ustedes podrán operar a mi hermana’’ y de mano siempre se dirigen al hombre, aunque sea enfermero o celador».

La cirugía vascular ha dado un vuelco tan grande que ahora en los cursos que hace el Servicio de Cirugía Vascular en en la Facultad de Veterinaria, en colaboración con la Sociedad Española de Cirugía Vascular y Angiología, el alumnado demanda aprender cirugía abierta porque «casi todo se hace de forma endovascular» por los avances tecnológicos. «Antes era al revés, había que aprender lo endovascular porque todo era cirugía abierta», precisa.

El sistema tradicional es el que ha utilizado el pasado mes de septiembre en Guatemala, en las ciudades de Antigua y Patzun, en el casi medio centenar de operaciones de varices que realizó en colaboración con la oenegé Quesada Solidaria de Jaén.

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