Diario de León

‘La Aparición’ de la Virgen del Mercado

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De acuerdo con la tradición, que es costumbre inveterada, el 9 de febrero es una fecha inscrita con grafía indeleble en el corazón de la sociedad leonesa. Se trata de una data inserta en el eucologio devocional de esta antigua urbe Regia, alusiva a ‘La Aparición’ de una imagen mariana que, oculta entre la fragosidad de una enorme zarza, fue hallada por un pastor que apacentaba su rebaño en los actuales predios de la popular plaza del Grano, concretamente, en el lugar donde hoy se alza una cruz de piedra, entonces una zona poco menos que selvática. Todo aconteció en la indicada fecha del remotísimo año 560.

El hallazgo narrado se identifica con la Virgen del Mercado, antaño llamada Nuestra Señora del Camino de los Franceses, denominada de este modo por hallarse situada en el Camino Francés que conduce a Santiago de Compostela. De ahí viene también que antiguamente la famosa calle de la Rúa se llamase Rúa de los Francos, mencionados así todos aquellos venidos de allende los Pirineos y no necesariamente de nacionalidad francesa.

En edades pretéritas, los peregrinos accedían a la iglesia que se alza en la actual calle de Herreros por la Puerta del Perdón, abierta en el lado sur del templo. Rubricada su visita a la Dolorosa del Mercado, los jacobitas entraban al camarín para besar el manto. Luego, reanudaban su andadura por otra puerta, hoy tapiada, visibles aún sus perfiles desde la calle de la Capilla.

En 1664, en el señalado alcázar mariano, quedó establecida canónicamente la Compañía de la Zarza. Un fresco en la sacristía recoge la ‘Aparición’ de la Virgen a un pastor. Y, a mayor abundamiento, en el barrio de la Chantría, una calle se titula ‘nueve de febrero’. Las tres anotaciones señalan sin ambages el prestigio histórico y la encendida piedad que suscita entre los leoneses esta advocación de Santa María del Camino, la Antigua, denominación dispuesta por las autoridades eclesiásticas del siglo XVI para diferenciarla de la ‘Patrona de la Región Leonesa’, imagen que «agora aparesció», el dos de julio de 1505, a Alvar Simón Gómez Fernández, pastor de Velilla de la Reina.

La festividad que afianza estos renglones gozó siempre en nuestra ciudad de una enorme resonancia. Tenía dos vertientes. La principal era la religiosa. La secundaria, la profana. Sin remontarnos excesivamente en el calendario, anotaremos que allá por la sexta década del pasado siglo, se celebrara un triduo en honor de esta Madre Amantísima del Camino, encargándose la cátedra sagrada a un presbítero de contrastada elocuencia. Luego, el día la ‘Aparición’, además de quedar expuesto todo el día el Santísimo, después del rezo del santo rosario, se llevaba a término una solemne eucaristía, con asistencia masiva de vecinos, devotos, y asociaciones adscritas a esta parroquia, en resumen, una ingente cantidad de fieles que acudían a postrarse a los pies de la ‘Morenica’. Salvo el referido triduo, hoy día los oficios litúrgicos se mantienen vigentes y la devoción incólume.

Asimismo, en tiempos todavía relativamente cercanos, la organización de los actos profanos de la fiesta de ‘La Aparición’ corría a cargo de una comisión de antiguos mozos del barrio del Mercado, dirigida por uno de ellos, denominado a la sazón Mayordomo-Regidor. En 1973, hace ahora, pues, cincuenta años, el programa, tan modesto como entrañable, anunciaba los siguientes actos el día de la fiesta: alegre pasacalles con dulzaina y tamboril por las todas las calles del barrio; homenaje a la persona de más edad del barrio; gran carrera de ‘rosca’; Misa solemne, cantada por la Capilla Clásica, y cena de hermandad. Y, al día siguiente, gran partido de fútbol entre dos selecciones del barrio.

Como nota distintiva conviene subrayar que la colocación en la puerta del templo de un ramo leonés, semicircular, ornado con naranjas, es y ha sido siempre anuncio para el transeúnte de la fiesta de ‘La Aparición’. Se trata, desde tiempos inmemoriales, de una seña de identidad propia de este castizo barrio leonés en esta festividad entrañada en el alma popular.

En relación con dichos actos profanos tiene escrito Victoriano Crémer que «gentes de los barrios más extremos como el Transwaal o Santa Marina o La Serna acudían a la invitación de los del Mercado y hasta los bien nacidos de Ordoño o de la Calle Ancha se concedían la complacencia de insertarse en la Verbena popular del Barrio. En el centro de la gran Plaza del Grano […] se levantaba una enorme hoguera que se mantenía durante toda la noche mientras bajo los soportalillos de las casas de alrededor los organillos desgranaban su música castiza y la juventud se entregaba a los placeres de la danza».

Esta visión del poeta de ‘La resistencia de la espiga’ forma parte ya del imaginario popular. Y aunque las costumbres sociales imperantes se han modificado radicalmente, la fiesta litúrgica de la ‘Aparición’ sigue siendo una sentida devoción, una luminaria espiritual, fervorosa, indeclinable, en el corazón de los vecinos del barrio de Nuestra Señora del Mercado y, por supuesto, de sus devotos y del pueblo de León.

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