Diario de León
Publicado por
José María Prieto Serra, escritor
León

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Parecía, cuando se nos hablaba del rocambolesco «indulto» que, al final, las aguas volverían a su cauce, no se indultaría y aquí paz y después gloria. Digo que parecía. Pero el tiempo, que nunca para, se encarga de poner las cosas en su sitio aunque ese sitio no nos guste.

De acuerdo con nuestra Constitución, el presidente del Gobierno, tiene la prerrogativa de decidir un indulto, quiero decir, de concederlo, incluso por encima de una Sala del Tribunal Supremo de nuestro país. Esa es la Ley. ¿No nos gusta? Pues el único camino es cambiarla. Esa misma Constitución nos proporciona las herramientas para llevar a cabo ese cambio. Pero, hoy por hoy, eso es lo que hay y por esa razón el presidente se siente seguro concediendo, en contra de la opinión general, el dichoso «indulto».

¿Que a todas luces y según la opinión de la mayoría de ciudadanos es una situación injusta, la concesión de ese «indulto»? Totalmente cierto. Pero debemos obedecer el mandato de la Ley.

¿Cuál es la situación ahora? ¿Por qué siempre nos ocurre este tipo de episodios a los españoles? Bien sencillo. Porqué hacemos estas cosas, en general, mal. Y he aquí las consecuencias. Nos cuesta reconocerlo y aceptarlo pero no gestionamos bien estas situaciones,

Hemos estado mareando la perdiz meses y meses argumentando infinidad de opiniones sobre la conveniencia o no del indulto. De nada ha servido. Y es que, de nada servían las argumentaciones, ya que el presidente tenía tomada su decisión desde el primer momento.

Sabe perfectamente, el ‘presidente Pinocho’ que si no concede el «indulto», adiós presidencia, adiós Moncloa y adiós Falcon, entre otras muchas cosas. Son muchos adioses para que un personaje como el presidente los acepte sin que haga nada por evitarlos.

Este hombre, juega con todos, menos con los catalanes, mejor dicho con los catalanistas, independentistas y separatistas, porque sabe que si les rechaza, todos ellos le rechazarán a él y se termina la fiesta.

Mientras tanto para no perder la costumbre, vamos conociendo como crecen como setas episodios y noticias que muestran más intención de que no se hable del «indulto», que de resolver asuntos como el de Marruecos, las CC AA que no aceptan las directrices del Gobierno, el caso Kitchen y varios otros.

Seguimos siendo un país singular y por la experiencia que vamos acumulando con este Gobierno y su mala forma de gestionar, parecería que esto va a durar mucho. Sin embargo la realidad es muy otra. El descalabro sufrido por el PSOE en las elecciones pasadas de la comunidad autónoma de Madrid, no lo digiere esa izquierda que, incluso es reprendida y criticada por los «viejos socialistas» que ya quisiéramos ahora su forma de pensar y de actuar por España.

Mr. Sánchez no supera que una tal Díaz Ayuso le haya levantado la camisa en el mismísimo Madrid. Y la reacción está llena de rencor maquillado de opiniones, siempre de los mismos, que no quieren perder la mamandurria a que se les ha acostumbrado.

Ha llamado la atención, en España y fuera de ella, la fuerza y la firmeza con que ha irrumpido en esas elecciones madrileñas, la tal Díaz Ayuso, que ha vuelto a repetir a la cara de todos que con ella no se cuente para ir en contra de los bares y establecimientos de hostelería si se trata de cercenarles puestos de trabajo, horas de trabajo y, por tanto de ingresos. Lo diga el Gobierno o lo diga quien lo diga. Y claro, Sánchez y los suyos, a tragar bilis.

No es normal que hasta muchos socialistas, opinen en contra de la concesión del «indulto» pero no ocurre nada. Por eso somos tan peculiares los españoles. Pérez Reverte, Arturo, nos llama, incluyéndose él, por supuesto, gilipollas, pero es que tiene razón. En nuestro fuero interno así lo aceptamos, la definición, aunque no seamos capaces, como Pérez Reverte, a decirlo en voz alta.

Y de todo esto, naturalmente se aprovecha el Gobierno presidido por la persona más ambiciosa y mentirosa que ha pasado por la Moncloa en muchos, muchos, años.

La historia del «indulto» no termina con su concesión. Se va a escribir mucho y se va a debatir mucho. Lo importante es que aprendamos, y que no se rían fuera. Ya está bien. Nuestro país, España, no se merece estas situaciones.

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