Diario de León

TRIBUNA

Crimen de la peregrina: lobos en el Camino

Publicado por
Ricardo Magaz | Profesor de Fenomenología Criminal de la Uned y escritor
León

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A Denise Pikka Thiem la mataron cuando hacía el Camino de Santiago. Un cuarto de millón de personas recorren todos los años sin problema la Ruta Jacobea hacía la tumba del Apóstol y, un poco más allá, hasta finis terrae, la travesía al confín de la tierra en tiempos de Roma. Sin embargo, Denise nunca llegó a la catedral compostelana; un lobo sapiens la acechaba en el monte cercano a la localidad de Castrillo de los Polvazares, en Maragatería.

El Camino Francés, eje con mayor tránsito, tiene 800 kilómetros que van desde Pirineos hasta Compostela. Pese a ello, el inventario delincuencial es bajo si prescindimos de la picaresca que ‘adorna’ el Camino hace siglos. Ocurre, por consiguiente, que el crimen de la peregrina estadounidense Denise Thiem es un suceso inhabitual en la senda a Santiago.

Miguel Ángel Muñoz Blas está acusado de matar con alevosía a Denise el 5 de abril de 2015. La fiscalía le pide 25 años de condena por asesinato y robo con violencia. El atestado policial relata al detalle como cambió las señales del Camino para que los peregrinos despistados pasaran por delante de su cabaña prefabricada en el campo y de esa manera tender emboscadas. En el célebre Geographic profiling, el profesor y criminólogo canadiense Kim Rossmo estableció en 1997 su análisis de la actividad espacial y geográfica aplicada a la investigación criminal como complemento al perfil psicológico. Miguel Ángel Muñoz es un ejemplo de manual, aunque no se trate de un asesino en serie.

Basándonos en el método de actuación según la movilidad, Muñoz cometía las transgresiones en su zona de anclaje por los bajos costes psicológicos (inseguridad) que ello supone para el malhechor. Muñoz vigilaba desde su atalaya el paso de peregrinos y escogía a las víctimas propiciatorias, ya fuera para un abordaje, un hostigamiento, un acometimiento o, en el caso de Denise Thiem, el homicidio.

De acuerdo a las codificaciones de la perfilación geográfica criminal (cazador, merodeador, trampero y pescador), Miguel Ángel Muñoz actuaba como un cazador trampero. Cazador porque buscaba en los alrededores donde vivía a sus posibles víctimas, independientemente de la fechoría o el resultado, manteniendo la base de operaciones en su cabaña. Y trampero porque provocaba engaños, coartadas y situaciones alterando las flechas amarillas del Camino para atraer a los transeúntes al área de seguridad que él controlaba.

Miguel Ángel Muñoz vivía de modo asocial. Una personalidad sumamente autocomplaciente, huidiza y huraña le empujó al desarraigo. Ni siquiera poseía dirección postal. La falta de responsabilidad y el desprecio por las normas le vinculan a rasgos característicos del sociópata (trastorno de personalidad antisocial) que, a diferencia del psicópata, carece de sus habilidades sociales. Como tal cosificaba el entorno humano.

Mañana, 13 de marzo, comenzarán las sesiones del juicio con jurado popular en la Audiencia Provincial. Hace un par de meses el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León rechazó la nulidad del procedimiento solicitada por el abogado del acusado. El TSJCyL resolvió entonces que la detención policial de Muñoz y las pesquisas realizadas se ajustaron a la legalidad. Después de confesar el crimen fue el propio detenido quien condujo a los agentes, en presencia de la comisión judicial, hasta el paraje donde había enterrado el cuerpo de Denise Thiem, extremo que luego negó.

El hecho de que el Camino de Santiago sea la calle mayor de Europa, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, originó que un homicidio “local” se convirtiera en caja de resonancia en todo el mundo. Periódicos como The New York Times y cadenas de televisión norteamericanas se hicieron eco de la tragedia. El senador John McCain, ex candidato a la presidencia de EE UU, tomó cartas en el asunto y enlazó con su embajada en España y el presidente Rajoy para interesarse por la resolución del tema y, de paso, ofrecer la colaboración del FBI. Ante este tipo de presiones, el despliegue policial que el Ministerio del Interior llevó a cabo sobre el terreno fue de los más impresionantes en años.

Con todo, el corolario criminológico que se extrae en un caso de estas características es que Miguel Ángel Muñoz era un lobo en medio del rebaño de cientos de miles de corderos que recorren tranquilos y sin temor la Ruta Jacobea. Una senda habitualmente segura que en ocasiones excepcionales puede trocar en un camino sin retorno como le ocurrió por desgracia a la peregrina Denise Thiem.

Nueve hombres y mujeres del Tribunal del Jurado popular tendrán la última palabra. La justicia es la verdad en acción.

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