Diario de León

cuerpo a tierra

El debate nacional

Publicado por
antonio manilla
León

Creado:

Actualizado:

La gente, hasta ahora, votaba al PP por?que la única alternativa a no votarlo era abstenerse: pese a todo el bochornoso hándicap de corrupción que arrastraba, no existía otro partido que mantuviera una visión nacional, sin ser demasiado carca, ni uno que sostuviera una posición internacionalista sin ser más bien bolivariano. Los socialistas, que se acercan tanto como renuncian a la «E» de España, no acababan de ser constantes en esas cuestiones. Ahora parece que existe un partido, Ciudadanos, que en este sentido es confiable para muchos, según las encuestas que van saliendo, aunque a otros les parezca que, deslumbrados por la cohetería neoliberal, carecen de compasión hacia los más desfavorecidos. Su discurso se dirige a las clases medias pero los que con más convicción lo aplauden son las élites empresariales. Sea como sea, su cristalina postura como mínimo va a marcar la campaña electoral, obligando a posicionarse claramente al resto de contendientes en cuanto a eso que podríamos denominar el debate nacional.

En esta campaña creo que veremos cómo el PSOE trata de unificar las diferentes posturas que mantienen en varias comunidades; cómo los populares se enrocan en la defensa de su «correcta» gestión del asunto catalán y en su mantra preferido de que ellos fueron los primeros en todo; a los miembros de Podemos llevando la explicación de su idea de confederación más allá del simple enunciado. El partido que no sea capaz de ver que los votantes están pidiendo una definición clara y concreta de su concepto de nación, o sea incapaz de comunicarlo con cierta precisión, va a dejarse en el camino algo más que un puñado de diputados. El ascenso de la formación naranja, cuyos ideales comenzaron siendo socialdemócratas y cambiaron a liberales progresistas, cabe atribuirlo a la coherencia que ha demostrado en un solo punto: su visión constitucionalista de España. Acaso es la única de las grandes formaciones que no necesita reformularse en este aspecto ni realizar demasiado hincapié en sus postulados.

A muchos les resultara extraño que, con todo lo dicho y escrito respecto a la maldad del «nacionalismo», acaso estemos ante una situación en que va a ser capital en los procesos electorales españoles durante varios años. Pero, como argumentó brillantemente William Pfaff en La ira de las naciones, conviene no confundir el nacionalismo étnico que declara guerras con el que sigue siendo «la fuerza política más poderosa del mundo contemporáneo».

tracking