Diario de León

El desafortunado Memorandum del cardenal Pell

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No es ningún secreto dentro de la Iglesia que el cardenal australiano George Pell, recientemente fallecido, compartía con otros cardenales un descontento general con el pontificado del Papa Francisco. Por lo tanto, no sorprendió demasiado que después de la muerte del cardenal Pell, el 10 de enero de 2023, se haya sabido que el tan comentado Memorandum , publicado en marzo de 2022 bajo el seudónimo ‘Demos’, en el que se denuncia al Papa Francisco, fuese escrito por el propio Pell, según confiesa el periodista italiano Sandro Magister, encargado de su publicación. Al escribir un memorándum anónimo atacando al Papa, Pell se pasó de la raya y, al no asumir la responsabilidad de su escrito, mostró ser un cobarde.

El Memorándum del cardenal Pell se divide en dos partes: la primera, «El Vaticano hoy», es una dura crítica al Papa Francisco, y la segunda, «El próximo cónclave», se centra en cómo ha de ser el futuro Papa. En la primera parte de su escrito dice Pell: «Los comentaristas de todas las escuelas, aunque por diferentes razones, están de acuerdo en que este pontificado es un desastre en muchos o en la mayoría de los aspectos; una catástrofe». Luego, citando la frase de San Agustín, «Roma locuta. Causa finita est» (Ha hablado Roma; la causa ha concluido)», Pell añade: pero «Hoy es: «Roma loquitur. Confusio augetur» (Habla Roma; aumenta la confusión)». El Cardenal Pell afirma que bajo el pontificado de Francisco, «Cristo está siendo desplazado del centro» y dice que ha habido «graves fallos en el apoyo a los derechos humanos» en Venezuela, Hong Kong, China continental y Ucrania. También acusa al Papa de permanecer «en silencio» sobre el Camino sinodal en Alemania, y sobre las declaraciones «heréticas» del cardenal Hollerich sobre la sexualidad.

La segunda parte del Memorandum se centra en «el próximo cónclave». Después de lamentar que Francisco haya «debilitado» el Colegio Cardenalicio «con nominaciones excéntricas», ofrece el perfil del próximo Papa: «El nuevo Papa debe comprender que el secreto de la vitalidad cristiana y católica proviene de la fidelidad a las enseñanzas de Cristo y prácticas católicas, no viene de adaptarse al mundo». «Las primeras tareas del nuevo Papa serán restaurar la normalidad, la claridad doctrinal en la fe y la moral». Sobre el documento del sínodo de 45 páginas que sintetizó los resultados de la consulta más grande jamás realizada entre católicos en parroquias y diócesis de todo el mundo, Pell se pronunció diciendo: «La Iglesia católica debe liberarse de esta pesadilla tóxica», y lo denunció como «uno de los documentos más incoherentes jamás enviados por Roma». También cuestionó «la inserción en el diálogo de la jerga neomarxista sobre la exclusión, la alienación, la identidad, la marginación, los sin voz, así como el desplazamiento de las nociones cristianas de perdón, pecado, sacrificio, sanación, redención». «Este documento de trabajo necesita cambios radicales», dijo Pell.

Ante este Memorandun tan desafortunado, muchos se preguntan: «¿Cómo un cardenal que Francisco eligió como asesor puede escribir tales cosas?» Para entender esta conducta hay que situarse en el contexto de la relación general del cardenal Pell con el Papa Francisco y su liderazgo en los últimos 10 años. Pell no votó por el cardenal Bergoglio ni en el cónclave de 2005 ni en 2013. Ocho días después de la renuncia de Benedicto XVI, Pell dijo que no consideraba a Bergoglio como candidato en el cónclave de 2013.

Desde el comienzo de su pontificado, Francisco sabía que el Cardenal Pell no estaba en su misma línea. Sin embargo, lo eligió como miembro de su consejo de cardenales asesores que lo asistirían en la reforma de la Curia romana y en el gobierno de la Iglesia universal. Francisco quería cardenales consejeros de cada una de las diferentes regiones del mundo, y con puntos de vista diferentes, incluso opuestos. Como primer paso para la reforma de las finanzas del Vaticano, en 2014 Francisco eligió a Pell porque parecía estar bien informado sobre asuntos financieros. Pero a Pell no le gustó la llamada de Francisco a los padres sinodales a «salir de la zona de confort», y su advertencia «contra la tentación de la complacencia, la actitud que dice: «Siempre lo hemos hecho así y es mejor no cambiar.»

No obstante, el Papa Francisco apoyó al cardenal durante su juicio y encarcelamiento. Pell tuvo que abandonar Roma en 2017 para enfrentar cargos en Australia por presunto abuso sexual en Melbourne en la década de 1990. El Papa Francisco estuvo a su lado durante su juicio y el tiempo que pasó en prisión. Luego acogió con satisfacción su absolución por decisión unánime del Tribunal Superior de Australia y lo abrazó a su regreso al Vaticano en septiembre de 2020. Tras la inesperada muerte de Pell, Francisco expresó sus condolencias al Decano del Colegio Cardenalicio y a la familia del cardenal. Elogió el «testimonio constante y comprometido de Pell», su dedicación al Evangelio y a la Iglesia, y particularmente su cooperación con la Santa Sede en la reciente reforma económica.

Es verdad que el Papa Francisco alentó la discusión abierta y el debate, pero esperaba que su equipo apoyara sus decisiones. Pell, un conservador acérrimo, parecía haber olvidado que fue Francisco quien lo llamó a Roma para formar parte de su equipo. Sin embargo, estaba cada vez más desilusionado con la dirección que tomó el papado de Francisco, incluyendo su énfasis en la inclusión y en preguntar a los laicos sobre el futuro de la Iglesia. Pero una cosa es discutir con el Papa a puerta cerrada y otra cosa es apuñalarlo por la espalda. Con amigos así, Francisco no necesita más enemigos.

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