Diario de León

Disparidad de las emociones humanas

Publicado por
Carlos Antón Roger
León

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Según la perspectiva de Lev Vygotski (1896-1.934, de origen judío y precusor de la neuropsicología soviética), e incluso mucho antes, de que el gran Antonio Damasio concibiera su gran obra referente al «error» de Descartes; —su posición teórica al respecto, en cuanto a las herramientas psicológicas, meditación e internalización; son y fueron de especial relevancia en el conocido como la «zona de desarrollo próximo», punto final de funciones mentales superiores, filosofía de la ciencia, relación entre el aprendizaje, desarrollo humano y relación entre el lenguaje y pensamiento......—, la propia emoción, razón y cerebro humano, fue su libro neurológico publicado en 1994. Es de tal envergadura, que la cuestión de la dualidad entre cuerpo y mente, entrañó y entraña la hipótesis de la propia presunción en cuanto a la senda somática para el discernimiento o mecanismo mediante el cual, las emociones, el comportamiento y toma de decisiones, sea un todo, un conjunto en que la racionalidad requiera siempre y por siempre, aportaciones emocionales.

En efecto, Vygotski, como teórico psicológico de la misma en sus trabajos, puso su gran erudición en manos de Alexander Luria, continuador de sus posiciones en cuanto a la zona del desarrollo próximo, funciones mentales superiores y filosofía de la ciencia, psicología del arte,... etc..., pero dicho, y desbordado por las propias del gran A. R. Damasio y esposa, Hannat Damasio. El tema para analizar y analizado en siglos anteriores.

Descartes siempre sostuvo la separación entre mente y cuerpo, racionalidad y emoción; pero Damasio recuperó y retomó la acertada apreciación de Spinoza, sobre la cuestión de.. ¿como clasificar y ordenar las emociones humanas?, y fue Vygotski el que acude y acudió a ellas, para hostilizar, una o varias teorías sobre las emociones consideradas erróneas por él mismo, aún en el propio ámbito de la psicología, y su base la fundamentó en la teoría de James-Lange (1884). En ella, y como estudioso de la misma, oponía, se oponía a la idea proveniente del sentido común, en donde la percepción conllevaba siempre una emoción, es decir, la propia percepción como directriz de los estados del cuerpo. «Estoy triste, porque lloro»... Vygotski quiere dejar claro e inclusive, no del todo correcto, como afirmación primigenia, en forma que la teoría psicológica más cercana a la concepción Spinoziana en primer lugar, y en segundo, que cabe una concepción filosófica del mismo, en alternativa para poder entender y clasificar el fenómeno psíquico de las emociones humanas; tal que sean verdaderas, reales o veraces, pero aún, más, que haga justicia a la acertada percepción Spinoziana.

Concibo que la única manera de sacar a la teoría moderna, de las pasiones que nos aterran, sea el estigmatizar el pasado en una concepción actual... de su propio enquistamiento histórico y coetáneo y deberá ser y será con ayuda de una gran idea filosófica, (Teoría de las emociones, tal vez...?.).

Según en Spinoza, existen o subsisten tres emociones raíz y causa: de dotarnos de alegría, tristeza y deseo (aceptado por el propio Vygotski y tantos anteriores...)

Según en Spinoza, existen o subsisten tres emociones raíz y causa: de dotarnos de alegría, tristeza y deseo (aceptado por el propio Vygotski y tantos anteriores...), y que es aquí, cuando establezco y todos lo haremos con un solo pensamiento de vida, en cuanto a emociones complejas y diré; desprecio, propensión, miedo, inseguridad, aprobación, soberbia, envidia, menosprecio, nostalgia, eyección, venganza, gozo... etc. siempre serán la idea, la idea del objeto que las suscita, son y serán la propia emoción en cuanto a idea u orientación de la misma. ¿«No somos adictos al sufrimiento»?

El gran acierto de Spinoza fue y es, para Vygotsky, la forma de desmenuzar las propias definiciones de la pluralidad de emociones humanas, los tres estadios básicos; amor, odio y deseo y añadiendo a ello, la envidia aristotélica, pues sus bienes o males, azahar, o atributos, son corolario de ellas mismas. ¡Cuántas divergencias encontramos en el ser humano!.. cocinadas y legadas por sabios tratadas desde puntos de proceso cercanos, escatológicos, teóricos o diletantes, pero no me cabe la menor duda, que nuestros propios niveles cognoscitivos, están y estarán conectados, en idéntica forma.

El sistema evolutivo del ser humano, en contacto con el pensamiento, nos ha dejado y dejará mucho que desear en la forma de reconocimiento personal de vocablos, dicciones, términos... etc.., por lo cual las primigenias emociones, no se aprenden, se adquieren, atemperadas en un dominio personal y único, en cuanto a su expresión hacia lo externo. Plutchik (1927-2006), más cercano en nuestro tiempo, implantó instaurando de forma más transparente, la clasificación de los emociones, como un proceso que se activa; siempre y cuando el organismo detecta alguna amenaza y como objetivo de puesta en marcha de los recursos a nuestro alcance, para el control de la situación producida. Finalmente y retomando a Antonio C. R. Damasio, (Lisboeta, 1944-.... neurocientífico, neurólogo y humanista), ante tanta disparidad cierta de las emociones humanas, sintetizó al inferir, que la razón en el ser humano, debería estar siempre precedida por una emoción intermedia, y con ello me refiero a que las mismas, saltan de lo superior a lo inferior, trastocando la razón dicha. Por exceso, en cuanto a ínfimas lesiones cerebrales, ataques de ausencia, coma vigil, anosognosia, cerebro dividido y por defecto, una consciencia sin estar acorde a lo que él denominó «Sensación de Self», que no es dependiente de la memoria ni del razonamiento, ni aún del lenguaje, tal sea como una conjetura nueva por él denominada la dicha «Sensación de Self» y referenciada a sí mismo, atribuyéndola a un extendido lenguaje de las ciencias psicológicas y neurológicas; y advertimos que su mayor logro ya mencionado en clave filosófica/neurológica, fue obviamente el polémico planteamiento en cuanto al error de Descartes en la relación pensamiento y emoción. ¡Cuanta grandeza existe, subsiste y subsistirá en la filosofía-psicológica! No obstante, tengamos en cuenta, que la neurociencia, sigue su camino y no se detendrá, jamás.

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