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OPINIÓN

EDITORIAL: La terrible injusticia hacia el carbón lleva a la desesperación a los mineros

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La minería del carbón leonesa y en general de todas las cuencas españolas lleva demasiado tiempo aguantando con paciencia promesas que nunca terminan por hacerse realidad. En apenas unas décadas se han perdido decenas de miles de puestos de trabajo mientras se escuchaban mensajes con fórmulas milagrosas y milagreras que contrastaban con permanentes noticias sobre personas que se enriquecían trampeando con el carbón o que directamente se beneficiaban de las compensaciones sociales otorgadas a quienes en verdad bajaban a la galería cada día para extraer el preciado mineral.

La última década y en especial esta legislatura suponen periodos con una degradación devastadora para el sector del carbón. La situación es hoy por hoy de paralización total en las cuencas. Y eso tiene unas consecuencias directas, unas víctimas en forma de personas que han visto truncados sus proyectos personales o familiares porque el Gobierno no termina de cumplir con su parte para poner en marcha los mecanismos que faciliten la quema de carbón autóctono en las térmicas.

La situación es tan injusta que incluso supone que la compra de mineral más barato de otras zonas del Planeta, se haga aprovechándose de la condiciones infrahumanas que se aplican en esos países en el mundo del trabajo. Otro paso más en todo este terrible drama que se hizo ayer patente cuando al escenario del Auditorio de León se subió un hombre cuyo gesto evidenciaba la súplica de todo un sector y en general de unas comarcas que ya no aguantan más en esta situación.

Los dramas personales, la desesperación que padecen cientos de familias por la acumulación de expedientes laborales y de recortes ya no admite más demoras. Ayer se hizo patente en el gesto de un minero que sólo pidió que se les escuchase por parte de los asistentes al mitin del PP mientras Herrera exhibía su talante dialogante y su compromiso con el carbón.

En ocasiones la apuesta por la fuerza ha debilitado la razón en las reivindicaciones mineras. Pero ahora es precisamente el camino de la razón el que se ha elegido más allá de pequeños gestos de personas especialmente exaltadas. Y esa fuerza de quienes se lo están jugando todo es la que debe acabar de una vez por todas con los compromisos vacíos para ofrecer soluciones.

El Gobierno no puede mantener por más tiempo esta situación. No es cuestión de más o menos votos. Es la respuesta a quienes han visto como sus vidas se resquebrajan entre plazos y promesas que hace demasiado tiempo que nadie se cree en las cuencas.

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