Diario de León

TRIBUNA | ¿Por qué hay que ir a votar el 10 de noviembre?

Publicado por
Salvador Vidal Varela | Candidato del PSOE número 1 al Senado por León
León

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Esta es la pregunta que se hacen muchos ciudadanos, especialmente los que votaron hace unos meses a opciones progresistas. Estos votantes son el mayor control de calidad de voto, la izquierda se desmoviliza muy fácil porque es muy exigente, pide profesionalidad, quiere ética, convicción y no acepta sucedáneos. En mi opinión eso es lo correcto.  

Por eso, cualquier incoherencia en la izquierda tiene más resonancia que ríos de tinta de corrupción del PP. ¿Qué ha tenido más titulares, el Chalet de Pablo Iglesias o que Rato, el milagro económico del PP, esté en la cárcel?  

Hay quien critica esta actitud exigente de la izquierda, pero yo no lo entendería de otra manera. Lo contrario sería un voto cautivo y caciquil, como sucede en la derecha.  

Tras varios meses de intentos reiterados, en septiembre no hubo acuerdo. Hay reproches legítimos y críticas necesarias, pero no nos deben desmovilizar. A todos nos habría gustado haber tenido un Gobierno sólido, estable, reformista, con propuestas y unos presupuestos para poner a España en movimiento, para avanzar en derechos y en bienestar, para iniciar de una vez la transición ecológica tan necesaria para nuestra supervivencia y la del planeta. Soy defensor de los pueblos, de la agricultura y ganadería sostenibles, del respeto a todo lo que funciona bien, como garantía del desarrollo rural sostenible para evitar la despoblación total de nuestros pueblos.  

Es duro reconocerlo, pero numéricamente solo había dos alternativas, o un acuerdo de gobierno con Ciudadanos o un pacto a la portuguesa con Unidas-Podemos. El primero se autoexcluyó en plena campaña y lo ratificó con dureza posteriormente, hasta el mismo día del intento de investidura en julio. Siguió después con el mismo discurso de «la banda» y despropósitos similares que demuestran la poca personalidad y el infantilismo de Ciudadanos, perdón, de Rivera. Un partido que gira en torno a un líder que va dando bandazos cual veleta de campanario y en función de la dirección del viento de cada día o del pico de la cigüeña que habita el nido. Eso es lo peor para la estabilidad que necesita el Gobierno de España, para hacer su labor diaria más elemental, y más para acometer los retos que se avecinan: el problema económico creado por Trump y «otras hierbas», el brexit o la reciente sentencia condenatoria del TS.  

Descartado el «sistema político de bandazos» había que intentarlo con Podemos. Al fin y al cabo defienden postulados de izquierdas, al menos así lo dicen y lo practican, más o menos. Este partido, formado por varios reinos de taifas al estilo medieval, no ha actuado de forma leal, ni leal al gobierno, ni leal al país. Su única y auténtica obsesión es ocupar todo el espacio político del PSOE, al estilo Cs cuando trata de invadir la derecha. Parece ser la técnica de todo partido nuevo que intenta destruir el bipartidismo. Son libres de hacerlo, pero claro, al no conseguir el sorpaso, quieren demostrar que solo hay espacio político para un partido. Antes y después de las negociaciones dejaron patente que hay unas profundas diferencias. El PSOE es un partido reformista y social, pero no al estilo de las democracias iberoamericanas donde un 50% gobierna contra el resto. Creemos que tenemos que gobernar para el 100%, implicándonos en la justicia social y en la redistribución de la renta pero manteniendo la seguridad jurídica necesaria. ¿Alguien se imagina qué habría pasado tras la sentencia del procés en un Gobierno con opiniones tan contrapuestas sobre una decisión judicial?. Se trata de una cuestión política pero también penal y la justicia no podía avalar el daño que unos políticos separatistas han hecho, con argucias y engaños, a la sociedad catalana y a su convivencia.  

Sí, es verdad que la democracia exige pactos, pero necesitamos estabilidad, estamos con unos presupuestos prorrogados hechos por Rajoy, que ni él mismo aplicaría debido a su caducidad por el paso del tiempo. En la situación actual necesitamos un Gobierno que sea un bloque, no al estilo italiano reciente con 5 Estrellas y Salvini. Urge un Gobierno fuerte en Europa ante la crisis del brexit, ante los populismos en Brasil y EE UU, ante los aranceles norteamericanos, pero también ante la deriva del secesionismo de algunos catalanes. Pedro Sánchez intentó gobernar como en Portugal. Ahora, tras las elecciones del 6 de octubre, ha quedado demostrado que ese método fue una buena fórmula para la ciudadanía e incluso, para los propios partidos pactantes, sin perjuicio de que siempre se pueda dejar algún pelo en la gatera en pro del interés general, el único interés en el que Podemos debió pensar en julio y repensar en septiembre.  

La lealtad a España exige que cuando no tienes los votos suficientes para hacer un gobierno, no obstaculices el único posible. El PP debería saberlo, nosotros lo hicimos y nos costó sangre, sudor y lágrimas (y lo digo en sentido literal, salvo la sangre). Cs decía haber venido a regenerar el modelo agotado y corrupto del PP, pero ni siquiera cuando la sentencia y la moción de censura fueron coherentes con su propio mensaje y al final, sin caretas, han demostrado que donde las derechas suman hay gobierno de derechas, incluso con la extrema derecha: Andalucía, Castilla y León y un sin fin de alcaldías y diputaciones. Algunos casos ha sido una auténtica tomadura de pelo a la democracia y a su espíritu.  

Y volviendo al voto, quiero señalar, que en cada demarcación territorial, en nuestro caso la provincia de León, hay que luchar por cada proyecto concreto, por la confianza de cada vecino, porque cada candidatura es un proyecto y los votos un préstamo con un interés muy alto. Por todo ello, pido que se acuda a votar, sin cansancio, porque cada elección en libertad es aire nuevo para la democracia y pido que se vote al PSOE como único partido capaz de gobernar España, capaz de darle la estabilidad que necesita y capaz de afrontar con firmeza los problemas descritos, al menos en este momento.

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