Diario de León
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Sí, malignos, no malos, corruptos, lerdos, sectarios, incompetentes sino malignos. La lengua no permite otro adjetivo más negativo mas calificar a estos políticos que llevan el gobernalle del Estado en la hora en que estamos. Sus artes de gobernar no se nutren ya de los carbohidratos que eran comunes hasta ahora, la mentira, la doblez, el engaño, la simulación, todas ellas disculpables en este oficio de caimanes. 

 Estos han reventado las costuras del Código, no del político, del Penal. Para ellos solo valen calificativos de la esfera teológica o psiquiátrica, como malignos, psicóticos. Están dispuestos a causar todo el daño posible a sus adversarios con tal de saciar sus paranoias de poder aunque para ello hundan el navío que dirigen en los abismos del Océano con todos sus tripulantes, incluyendo su tripulación a sueldo.

No se entiende de otras manera la actitud del revuelto de partidos que conforman el Gobierno al calificar de antidemócratas las propuestas que motivan la moción de censura en el Congreso. Pero cómo son capaces de llegar a este extremo de perversidad. Ser demócrata es acatar las leyes que se aprueban por mayoría, así de fácil, por si ya se olvidó. 

Los concubinos de este gobierno de forajidos, han infringido toda clase de leyes legitimadas por mayoría

 Ellos, los concubinos de este gobierno de forajidos, han infringido toda clase de leyes legitimadas por mayoría: La ERC infringió la Constitución que no permite los referéndums de autodeterminación. Bildu infringió el Código Penal al amparar el asesinato político. El PSOE infringe la Carta Magna al tratar de aplastar la independencia de la Justicia. Unidas Podemos infringe a diario todas las leyes que le salen al paso, en lo penal, lo mercantil y lo civil.

Y toda esta chusma de psicópatas del ordeno y mando se permiten la arrogancia de lanzar un Manifiesto o Proclama, o cómo se llame, a favor de la Democracia y los Derechos Humanos, para tildar a los de Abascal de antidemócratas. Y toda su galería de palmeros le aplaude la ocurrencia, su batallón de zapadores de inmundicias la difunde a los cuatro vientos y su marcial rebaño de corderos, alcoholizados por la melopea zurdorreica, lo vitorea.

Yo no simpatizo con Vox, —fui socio de Cs hasta anteayer — por su españolismo rancio, su obsesión antimigratoria o su neocentralismo. Pero no hay nada antidemócrata en su programa, nada antidemócrata en su proyecto. 

Y eso no es así en el caso de todos los socios de este Gobierno de vendedores de crecepelos, cuyo objetivo ya ni disimulado es aplastar la legalidad vigente con su maligna propaganda para instaurar una nueva legalidad, llámese republicana, bolivariana, peronista, castrista o como se llame. que legitime sus bastardos intereses partidistas.

A esos cinco millones de electores que aplauden esta mandanga, les arriendo la ganancia, porque sufrirán tanto como yo cuando nos llegue la hora de pagar los rotos.

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