Diario de León

Martín Villa, un hombre con dignidad

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Lo queramos o no, estamos viviendo momentos, días, donde todo ha cambiado o está cambiando, sin distinguir materias, especialidades, pensamientos o modos de vida. Esto es un totum revolutum de mucho cuidado que se nos ha aparecido y que debemos combatirlo. Y no hay más remedio que encarar la situación y lograr que lo que es bueno, siga siendo bueno y lo que no es así, sea denunciado y perseguido para que no haga mal a nuestro país.

Desde hace unas semanas el nombre de Rodolfo Martín Villa, (Santa María del Páramo, León), salta de medio en medio, de prensa en prensa o de audiovisuales en audiovisuales, ya digo, de medio en medio. Y todo porque una jueza argentina, le llamó para declarar sobre unas muertes producidas en Vitoria, en la época de la admirada por todo el mundo, Transición española.

Este hombre, rectitud, honestidad y honradez donde las haya, escuchó el requerimiento de la jueza y estaba dispuesto, incluso, a viajar a Argentina para responder a las acusaciones, por supuesto defendiendo su inocencia y la pulcritud de nuestra transición. El coronavirus impidió ese viaje pero las declaraciones requeridas fueron llevadas a cabo de forma telemática. Durante este periodo de tiempo comenzó una caza de brujas contra Martín Villa. Los cuatro presidentes vivos que lo fueron de España, Felipe González, José María Aznar, Jose Luis Rodriguez Zapatero y Mariano Rajoy, en una acción que les honra, declararon a favor de Martín Villa, apoyando su absoluta inocencia y su correcta forma de actuar en aquello de lo que era acusado. Hombre, si creemos que esas cuatro opiniones no tienen peso democrático, entonces, apaga y vámonos.

¿Pero qué ocurrió, cual fue la causa, el motivo, para que al cabo de mas de cuarenta años de los supuestos hechos, tengamos que rescatar lo que fuere para poner en tela de juicio la dignidad de un hombre de Estado? Se dice que el inicio de este episodio, hay que buscarlo en alguna filtración de la Fiscal General del Estado española, Dolores, Lolita, Lola quien, bajo el amparo de quien fue juez en su momento y cesado más tarde, de nombre Garzón, al que le gusta la intriga y la conspiración, más que a un niño un pastel, decidieron dar pábulo a toda esta operación.

¡Qué bajo caemos en nuestra forma de actuar cuando no somos capaces de hablar y aceptar las acciones que, vienen de nuestros adversarios y no nos gustan! Es como si lo lleváramos en nuestro ADN. ¿Este señor es adversario mío? Si puedo calumniar, lo hago. ¡Qué enorme equivocación manejan nuestros políticos cuando de tratar asuntos que no les gustan, se trata!

Y, parece que siempre eligen volviendo a cometer errores. No pasa nada, ellos, los delatores, insisten. Saben que no tienen razón pero insisten. Calumnia que algo queda.

Tenemos en la historia de nuestros políticos a un personaje llamado Rodolfo Martín Villa. Un hombre con un larga y fructífera trayectoria profesional reconocida y valorada por amigos y enemigos, siempre, claro, con la excepción de los mismos. En este caso, Lola, Lolita, Lola y el exjuez Garzón, hombre enrevesado y de dudosa independencia, como demuestra su carrera profesional.

Y, justo estos dos personajes, se convierten en los hacedores de un nuevo escándalo que afecta a un hombre, no digno, dignísimo, cuya trayectoria profesional ha sido admirada por tirios y troyanos, como ha quedado demostrado con este último episodio.

¿Qué nos pasa a los españoles que cuando toca defender a uno de los nuestros siempre hay gente que va en contra y parece el enemigo? ¿O quizá lo es?

Habría que escribir mucho y con mucho detalle para resaltar la bonomía de este hombre, de su limpieza de ánimo, de su amor por España y por supuesto por su tierra leonesa. Por su familia, por sus colaboradores, por su amigos y por los muchos que ha ayudado sin fijarse nunca en su color político. Había que ayudar y se hacía.

Pocos hombres reúnen esa cantidad de virtudes y todo eso llevado en silencio sin levantar la voz. Eso lo tenemos aquí y algunos no lo valoran. Una pena y una desgracia.

Recuerdo un magnífico libro escrito por el gran Carlos Luis Álvarez (Cándido) y que se llama ¿Qué es la dignidad?

Para mí, es Rodolfo Martín Villa.

Y de la jueza argentina no quiero ni hablar.

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