Diario de León
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La Constitución española de 1978, en su artículo 2.º, dice: «La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre ellas».

No es comprensible que la Constitución española hable de nacionalidades y regiones cuando en España en los últimos 500 años sólo ha habido una sola nacionalidad: la española. En la Edad Media sí hubo en España diversas nacionalidades, ya que hubo diversos reinos plenamente independientes entre sí, como por ejemplo León, Castilla, Navarra o Zaragoza, llamada luego Aragón.

En el reinado de Alfonso XI, de 1312 al 1350, en las coronas de León y de Castilla fueron reconocidas cuatro naciones independientes: León, Castilla, Toledo y Andalucía, que incluía Murcia. El rey firmaba los documentos como rey de los cuatro reinos, lo que quiere decir que había cuatro nacionalidades. A partir del reinado de Carlos I, España se componía de un reino de reinos y los reyes firmaban solamente como rey de España, no de los diversos reinos.

No tiene sentido que esas tres regiones sean consideradas como nacionalidades y los reinos de León, Castilla, Aragón y Toledo que fueron reinos independientes durante siglos sean consideradas simples regiones

No tiene sentido que esas tres regiones sean consideradas como nacionalidades y los reinos de León, Castilla, Aragón y Toledo que fueron reinos independientes durante siglos sean consideradas simples regiones

Javier de Burgos, ministro secretario de Estado, creó en el año 1833 la nueva y definitiva división administrativa de España en 15 regiones y 49 provincias. En 1927, en vista de las dificultades para gobernar Canarias, se creó una segunda provincia, pasando de 49 a 50 su número, dentro de las 15 regiones. El nombre y el número de les regiones fueron publicadas el día 5 de junio de 2021 en un artículo mío publicado en este mismo Diario de León.

Desde la época de Carlos I, que reinó entre los años 1516 y 1556, en España sólo ha habido una única nacionalidad: la española. Es cierto que desde el reinado de Carlos I en el año 1516 hasta el año 1833, España era un Reino de reinos, pero había una sola nacionalidad, la española, pues todos los reyes firmaban los documentos como rey de España.

Ya, a partir de ese año 1833 España es un solo reino compuesto de provincias y regiones y una sola nacionalidad: la española.

Lo que llama la atención de una manera poderosa es que la Constitución no diga cuales son nacionalidades y cuales son regiones, aunque todo el mundo sabe que las nacionalidades existentes son tres (Cataluña, País Vasco y Galicia), algo incomprensible porque ninguna de las tres tiene Historia para que sean reconocidas como tales nacionalidades.

El País Vasco formó siempre parte de Castilla, es más, se puede decir que Castilla nació en el País Vasco con el nombre de Vardulia. Así lo explica el famoso cronista medieval, llamado Sampiro, que dijo claramente que lo que hasta ahora se ha estado llamando Vardulia, que significa tierra de várdlulos, que son los guipuzcoanos, se empieza a llamar Castilla. Es más, a medida que se iba reconquistando la tierra castellana se iba repoblando al norte con autrigones, que son los vizcaínos y al centro y sur con várdulos.

Por otra parte, Cataluña nunca fue una nación. Siempre fue una larga serie de condados que se unieron al Reino de Aragón voluntariamente para ser defendidos de los ataques de las tropas musulmanas. La única región que fue un reino fue Galicia, que fue siempre parte del Reino de Oviedo y luego del Reino de León. Tan solamente fue reino durante unos seis años, desde el año 1065 hasta el año 1072.

Por eso no tiene sentido que esas tres regiones sean consideradas como nacionalidades y los reinos de León, Castilla, Aragón y Toledo que fueron reinos independientes durante siglos sean consideradas simples regiones. Creo que estas tres regiones fueron consideradas nacionalidades debido a que han conservado un idioma que hoy lo tienen como cooficial, aunque se puede decir que es más oficial que la propia lengua española; no hay más que ver las dificultades que existen para poder estudiar en español en esas regiones, consideradas nacionalidades.

La división administrativa de España el año 1833 en regiones y provincias fue oficial y definitiva. Desde entonces no ha habido cambio alguno, por eso utilizar la palabra nacionalidades no tiene explicación.

Lo que resulta evidente es que llamar nacionalidad a esas regiones y consentir que sus lenguas sean más oficiales que el español es una clara concesión de los políticos a los nacionalistas e independentistas sin sentido alguno. Algo así no existe en ningún otro país europeo a pesar de tener también otros idiomas además del idioma nacional como es el caso, entre otros, de Francia y Alemania. Hay que reconocer que si el catalán, el gallego y el vascuence han permanecido es debido a las malas comunicaciones que había entre esas regiones y el resto de España, algo que no ocurrió ni en Francia ni en Alemania.

La palabra nacionalidades debería desaparecer de la Constitución española y con ella los privilegios que se han concedido a las consideradas nacionalidades. Incluso las autonomías deberían desaparecer y en el caso de que siguieran, que todas ellas tengan las mismas competencias. Para ello sería necesario que el Estado recupere plenamente ciertas competencias, entre ellas la sanidad, la cultura e interior. Con ello todos los españoles seríamos iguales y nos ahorraríamos cientos de miles de puestos de trabajo inútiles como diez y siete sanidades, otras tantas culturas.

Con el dinero ahorrado en gastos inútiles el país recuperaría la normalidad en la población de varias regiones que se están despoblando y el enriquecimiento de algunas regiones que están prácticamente en la ruina y aumentándola año tras año, el caso de la provincia y la región leonesa es un claro ejemplo. Si España quiere ser una democracia y recuperar su antiguo prestigio, debemos los españoles tener los mismos privilegios y los mismos derechos.

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