Diario de León
Publicado por
Matías González, sociólogo
León

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La cualidad que ha encumbrado a Isabel Ayuso al olimpo de la gloria no es, a mi entender, su capacidad de gestionar los presupuestos que administra, que la tiene. Es, ante todo, la sencillez de su mensaje, su habilidad de llamar a las cosas por su nombre, de describir los problemas con precisión de cirujano. Para que se entiendan, con frases ordinarias pero rotundas... austeras y redondas como hechas con torno de ebanista. Tan alejado es este nuevo estilo de comunicar del insoportable politiqúes al que nos tenían acostumbrados los politiqueses que gestionan nuestros impuestos y administran nuestras vidas. Porque los electores estamos más que hartos de que se nos trate como pringaos a los que se alimenta con virutas.

El politiqúes , ese idioma funesto que llena titulares y abre telediarios y no dice nada, no transmite nada, vacía verborrea sin hechos ni sentimientos, Que solo revela la mísera necesidad de ocultar la incompetencia de quien lo emplea, la irresponsabilidad o la vagancia de quienes nos representan en los estrados y cobran nóminas de nuestros impuestos. Ese politiqués que presenta dos variedades, como si de una lengua en efecto se tratase. Una, la graciosilla, jactanciosa e insultona, que inventó Alfonso Guerra e imitaron, Chaves y Díaz, en su bando, y Fraga y Cascos y Arenas, en la otra orilla y ahora pregona el republicano Rufian. Otra, la insulsa, de vitaminada y retórica de todos los demás de la barandía, empezando por sus cabezas, Don Bigotones y don Berberecho y Don TighreKhan, Don Zapatustra y don CumFraude

Ayuso habla con la lengua de la calle, pero con una sutil retórica, cuya procedencia ignoro, que hace que tenga un efecto más que explosivo, como esos torpedos de fondo que destrozan por sorpresa todo cuanto arrollan y que solo son posibles cuando hay claridad en la cabeza y precisión en la maquinaria.

«Si viene los ingleses es culpa de Madrid, si no vienen los franceses, también». «Lo que nos faltaba es jalear la fiesta de niñatos que se manifiestan por un delincuente que tiene menos arte que cualquiera de los que estamos aquí con dos cubatas en un karaoke». «Dios no me hizo perfecta y por eso no soy de Vox».«Un día de estos os vais de vacaciones y cuando volváis, como consideran que la casa está vacía, se la dan a los amigos okupas». «En ese partido, para ascender hay que ser pareja de alguien». «La gente viene a Madrid porque no quiere estar subvencionada». «el socialismo no procura la igualdad, subvenciona la pobreza».

Todas estas frases, elegidas de entre las muchas que han salido de su boca, exudan una carga de profundidad contra esas ideologías trasnochadas del zurderio actual que intentan apuntalar unos muros derruidos por la incompetencia y el despilfarro y que solo cobijan y amparan los que tienen en la cabeza poco más que polispán. Y vienen a refrendar algo que ya es un lugar común entre la gente dotada de cierto criterio para juzgar el mundo en que vive, el socialismo en su fase terminal, en este siglo, sigue el mismo canon que esa ideología que proclama opuesta pero que imita vulgarmente, el clericalismo católico que, en su fase terminal también, no busca salvar almas sino generar ingresos.

Oponerse a este chaparrón que representa la presidenta de Madrid en el secarral de la poliquía de ahora es empresa de insensatos. En Génova,13 parece que abundan, tanto como los incompetentes y los necios. En lugar de ofrecerle la vicepresidencia del Gobierno que parecía tan cerca se la cerca con un expediente de chichinabo. No andaba muy descaminada doña Cayetana al tener al presidente del partido por abducido por su alter ego, el murciano. Más le habría valido despacharlo a tiempo como chivo expiatorio de la gotera que apareció en el entresuelo. Como no lo hizo, se vio arrodillándose ante el Doctor C.F y haciendo las maletas de vuelta a Ávila o a Torremolinos.. a aprender un poco de pesca de altura.

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