Diario de León

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N o es la tele vasca, es el Estado ’, es el título de un artículo de opinión de Jorge Vilches publicado el 23 de noviembre. Como resumen, Jorge Vilches señala que «el anuncio del voto afirmativo de EH Bildu a los presupuestos no es porque el Gobierno haya concedido que la ETB infantil se emita en Navarra. Eso es poca cosa… Lo que hay detrás es una unidad de intenciones entre el PSOE y Bildu, consistente en remover la Constitución y el Estado de las Autonomías… El objetivo es que el debate político sea sobre la supuesta necesidad de repensar el Estado español y sus leyes, su organización territorial y la forma de Estado… El camino para ese gran acuerdo entre PSOE y Bildu comienza diciendo que la banda ya no tiene importancia porque ya no mata, que no es necesario hablar de las víctimas del terrorismo etarra, y que hacerlo es propio de fachas… A partir de ahí se puede hacer pública la conveniencia de pactos de gobierno en el País Vasco y Navarra… La posibilidad de esa alianza contra el Estado democrático y de Derecho, la Constitución y la organización territorial, el nombramiento de jueces y de sus órganos, la monarquía o la presencia allí de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, es mucho más sustanciosa que tener un canal sin audiencia. Mientras los nacionalistas quieren distraer la atención hablando de las teles, la demolición del sistema sigue su curso. ¿En serio creen que a ERC, que dio un golpe de Estado en 2017 del que no se arrepiente, le importa el doblaje de las series en Netflix? ¿O que Otegi, condenado por terrorismo sangriento, queda satisfecho porque los niños navarros vean Bob Esponja en vasco?… El sanchismo no podrá detener la acometida electoral del PP y Vox si no sella antes una alianza para cambiar el régimen con aquellos que quieren destruirlo. Todo avance hacia la independencia es irreversible, como se está demostrando con el caso catalán, por mucho que luego gobierne la derecha. A eso nos encaminamos con Pedro Sánchez». Se puede decir más alto, pero no más claro. Blanco y en botella.

El 25 de noviembre de 2021 el Congreso de los Diputados aprobaba el proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado de 2022 en el que se incorporaban 295 millones de euros negociados en las enmiendas que el Grupo Socialista y Podemos admitieron a sus socios Frankenstein, repartiéndose la mayor parte de los 295 millones a razón de 43 millones para los golpistas de ERC y PDeCat, 42 para los separatistas del PNV, 27,8 para los Bilduetarras, mientras que el resto de millones se distribuyeron entre los marcapáginas del sanchismo: 97 para los nacionalistas de NC, 17 para el socialista de Teruel Existe, 2 para el populista PRC y 13 para la amalgama de nacionalistas, ecologistas y radicales de Compromís. Ante el rechazo de las enmiendas presentadas por los partidos constitucionalistas, el portavoz de Presupuestos del PP, Víctor Píriz, denunció en su intervención que «se han aprobado 295 millones de euros en enmiendas de inversiones durante el trámite. ¿Sabe cuántos de esos 295 millones suman entre Extremadura, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Asturias, Galicia, La Rioja, Andalucía, Ceuta y Melilla? Cero… ¡Ni una rotonda!». La otra cara de la moneda era la de la bilduetarra Merche Aizpurua que aullando y ladrando se jactó de que «el Gobierno socialcomunista tiene Presupuestos gracias a Euskal Herria Bildu y a ERC», que en vasco significa que el Gobierno socialcomunista tiene Presupuestos por presos.

¿En serio creen que a ERC, que dio un golpe de Estado en 2017 del que no se arrepiente, le importa el doblaje de las series en Netflix? ¿O que Otegi, condenado por terrorismo sangriento, queda satisfecho porque los niños navarros vean Bob Esponja en vasco?

«Dado que es imposible creer que a Otegi le mueve interés alguno por España, sometida al horror durante años con su complicidad personal y política; su respaldo hay que interpretarlo como lo que es: un conducto para cubrir objetivos idénticos o similares a los que antes se perseguía con las armas… Todo el mundo sabe ya que, cuando Sánchez pide el voto, quienes lo logran también son Otegi y Junqueras» (eldebate.com). Y es que votar a la Secta Sanchista —antes PSOE— es votar a EH y a ERC. Su Sanchidad ha instaurado un sistema de vasos comunicantes —mismo nivel y conducta análoga— para el intercambio de favores entre socialcomunistas, bilduetarras y golpistas. Así quedó de manifiesto en el debate de los Presupuestos, de manera muy especial en la lamentable intervención guerracivilista protagonizada por el rabioso sanchista Odón Elorza que, al objeto de crispar, señalaba e increpaba a los diputados constitucionalistas chillándoles «franquistas de vocación golpista». «¿Sabe usted por qué me grita? Para acallar su conciencia», respondió Guillermo Díaz, diputado de Cs, al discurso odioso de Elorza, el mismo que se había referido a Gregorio Ordoñez llamándole «reaccionario franquista» y posteriormente asesinado por ETA. «Lo más triste y elocuente es que toda la bancada del PSOE aplaudía entusiasmada ante ese discurso pasado de rosca… Jaleaban a un energúmeno que defendía a Bildu a grito pelado, que llamaba a sepultar en la amnesia los crímenes de ETA —cuando hay viudas, huérfanos y mutilados perfectamente vivos— y que agitaba el inefable comodín del franquismo, que sí es pretérito lejano. Odón Elorza representa el síntoma histérico de una dolencia muy profunda: en el alma del PSOE anida una grave enfermedad moral. Se les ha averiado la brújula de la conciencia y no hay trazas de una pronta reparación» (L. Ventoso).

Estamos ante unos Presupuestos rupturistas e involucionistas. Rupturistas porque benefician a territorios gobernados por políticos que solo quieren romper la unidad de España y perjudicar, como es norma sanchista, a quienes son leales a las instituciones españolas; e involucionistas porque discriminan a unos ciudadanos de otros con cupos privados y acuerdos selectivos.

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