Diario de León

TRIBUNA | Lo que puede aprender la Iglesia española del Sínodo del Amazonas

El cambio climático es el tema moral más importante del siglo XXI, y la atención superficial que se le ha dado en España, también por parte de la Iglesia, es inaceptable

Publicado por
Prisciliano Cordero del Castillo / Sacerdote y sociólogo
León

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Es verdad que el Sínodo sobre la Amazonía se programó como una plataforma de estudio y discusión de los problemas que afectan a la Iglesia y a los pueblos del Amazonas. Pero también es verdad que los problemas allí estudiados afectan, en mayor o menor medida, a toda la Iglesia. De aquí que las conclusiones del sínodo puedan ser extrapoladas a la iglesia universal y también a la iglesia de España. 

Las diferencias entre la iglesia católica del Amazonas y el resto de la iglesia son grandes: los obispos da la Amazonía provienen de diócesis grandes y pobres, con pocos sacerdotes y muchos fieles. Ser obispo en la Amazonía no es un trabajo especialmente importante ni en la iglesia, ni en la sociedad. Muchos de estos obispos son perseguidos por defender proféticamente la selva tropical y su opción preferencial por los pobres. Ponen en peligro sus vidas, se manchan su pies de barro por atender a sus comunidades y definitivamente “huelen a oveja”, que diría el papa Francisco.

Los obispos sinodales del Amazonas, antes de acudir a Roma, mantuvieron un amplio proceso de consulta que permitió a miles de personas en la Amazonía dar a conocer sus ideas y preocupaciones. Pero, además de un buen número de obispos, el Papa invitó a laicos y expertos a participar en el sínodo. Aunque estos hombres y mujeres (muchos indígenas) no podían votar, participaron en el sínodo presentando sus inquietudes a la asamblea y tomando parte en los trabajos de grupos pequeños. Cuentan las malas lenguas que los obispos de la sala sinodal prestaban más atención a las aportaciones de estos laicos que a los cardenales.

 El sínodo se centró en tres temas que son críticos para la Amazonía y sus gentes: la protección de la selva tropical, los derechos humanos de los pueblos indígenas y la inculturación del catolicismo en el contexto amazónico. En distinta medida, esos temas afectan también a la iglesia española y a la sociedad en general. La iglesia española aún no ha tenido una discusión profunda sobre qué hacer ante el calentamiento global, el cambio climático y otros problemas descritos en la encíclica del Papa, Laudato Si. El cambio climático es el tema moral más importante del siglo XXI, y la atención superficial que se le ha dado en España, también por parte de la Iglesia, es inaceptable. Los obispos del Amazonas dejaron bien claro que, a menos que los países desarrollados, especialmente Estados Unidos, cambien sus estilos de vida, la selva tropical y el planeta entero están condenados a su destrucción. 

Otro tema tratado y de alcance global fue el de la inculturación del cristianismo en las distintas sociedades y sus culturas. La iglesia española también necesita una discusión seria sobre cómo inculturar el catolicismo en la España multicultural de hoy. La liturgia actual no conecta con los jóvenes que, en su mayoría, consideran aburridos los distintos servicios ofrecidos por la iglesia. Los obispos deben discutir cómo presentar la encíclica sobre evangelización del papa Francisco, Evangelii Gaudium, en el contexto actual español. 

El mismo proceso sinodal también puede aportar algo a la iglesia de España. Para el Papa, la sinodalidad implica tener conversaciones donde escuchar es más importante que hablar. Implica escuchar al pueblo de Dios y a los demás. Es un proceso de discernimiento que implica la oración y la búsqueda humilde del camino de Dios juntos. Es un proceso donde los hechos importan tanto como las ideologías. El proceso sinodal es más importante que cualquier documento. Es una forma de hacer iglesia.

Los participantes hablaron desde su experiencia personal de lo que habían visto hacer en la selva y con los pueblos indígenas. No estaban interesados en debatir puntos de teología, sino en encontrar soluciones pastorales a problemas reales, como la ausencia de la Eucaristía en muchas partes de la Amazonía. Me temo que muchos en la iglesia española creen que si volviéramos a las viejas formas de hacer las cosas, todo iría mejor. Están atrapados en el pasado y encarcelados por ideologías que no les permiten pensar fuera de lo establecido. Estos son los que esperan que un nuevo papa vuelva a poner las cosas en su sitio.

También el sínodo mantuvo una discusión abierta sobre los sacerdotes casados y las mujeres diáconos. Los obispos españoles están preocupados por la falta de vocaciones y por la formación sacerdotal, y no es para menos. Acaso también en esto podrían tomar ejemplo del sínodo y abordar con serenidad el problema de la falta de sacerdotes y la escasez de vocaciones antes de que sea demasiado tarde. 

Desearía estar equivocado, pero me temo que los resultados del sínodo se quieran reducir a la zona amazónica y se les niegue valor para la iglesia universal, incluida la iglesia de España.

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