Diario de León
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Dicen los viejos de este país que hubo una guerra. Y que después hubo una larga dictadura. Cuando aquella dictadura se empezó a vez como menos severa, en este país surgió un fenómeno de enorme trascendencia. Apareció el turismo.

El turismo para las élites siempre existió, pero para observarlo como consumo masivo en este país, se hubo de esperar todavía unos cuantos años. Los europeos descubren un país muy atrasado, pero con sus atractivos. El sol y unos precios que para ellos eran muy bajos lograron que miles y miles de extranjeros se animaran a cruzar los Pirineos y a descubrir España.

El régimen vio que aquella fuente de divisas no se podía desperdiciar y llegó a crearse un ministerio de Información y Turismo. Aun se estaba muy lejos de ese 10% del PIB al que se llega en la actualidad.

Aquel incipiente turismo estaba dominado por los extranjeros y tampoco afectaba por igual a todo el territorio nacional. En provincias como León lo único que alteraba el paisaje eran aquellos Dauphine con matrícula de fondo negro, que rara vez se detenían, pues su destino era el sur.

Serían los años 60 cuando los pueblos más grandes y los más pequeños empezaron a albergar a asturianos

La eclosión del turismo en León llegó cuando los asturianos deciden cruzar el Puerto. Lo nocivo del trabajo en las minas sumado al exceso de humedad hacía muy recomendable el cambio de clima. Los galenos de la época, carente de otros recursos médicos, prescribían unos días en la Meseta como receta preferente.

Serían los años 60 cuando los pueblos más grandes y los más pequeños, empezaron a albergar a asturianos que querían a toda costa secar. Las casas cedían, por una módica cantidad, una habitación o una parte de ella. Sin ser pensiones daban pensión. Los asturianos, además de las bondades del clima, fueron descubriendo una rica gastronomía y una no menos preciada enología para disfrutar en los plácidos atardeceres.

El paso del tiempo hizo que proliferaran hoteles, campings, casas rurales y urbanizaciones para dar cobijo a tantos asturianos. Actualmente en poblaciones como Hospital de Órbigo, Valencia de don Juan o Pola de Gordón se respira de un ambiente tan asturiano como en cualquier localidad del Principado. León es para los asturianos su segunda residencia. Y para los leones, los asturianos son sus vecinos más entrañables.

El paso de los años lo modifica todo, y el turismo también. Actualmente es un fenómeno masivo, se multiplican las ofertas para destinos nacionales e internacionales. Ya no se da esa circunstancia invariable de ir a León todos los veranos.

Añadamos a esto que las minas y los mineros ya no existen y que Asturias es una comunidad amenazada, como pocas, de un imparable envejecimiento, y obtendremos como resultado que los potenciales visitantes procedentes de la comunidad vecina, son cada vez menos.

Por lo tanto, es del todo obligado, permanecer alerta, para que no se deterioren aquellos atractivos, que hicieron de León un destino casi obligado, entre ellos, hay que decirlo, unos módicos precios.

Ícaro, por volar tan alto, se llevó un buen golpe.

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