Diario de León

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Es algo sibilino. Es capaz de protagonizar un cambio notable en su prestigio profesional de antaño, pasando de ser un juez aceptado y respetado a un ministro criticado y muy mal valorado. El cambio sufrido le ha elevado el sentimiento narcisista y mentiroso. El narcisismo se lleva dentro, ser mentiroso se aprende e incluso se perfecciona. Este ministro tiene donde aprender. Y parece que le gusta.

¿A qué se debe que una persona que desarrolla un trabajo y es aceptado por la sociedad, se transforme tan rápida y tan negativamente, cuando alcanza un logro que, ni en sus mejores sueños, podía el protagonista imaginar que se cumpliera?

Será porque no falla el dicho popular «si quieres conocer al españolito, dale un carguito». Dicho lo de españolito con enorme respeto, no sea que el presidente mentiroso, se enfade porque considere que ese nombre encierre algo despectivo.

¿Qué tal la la palabra «estorbar» utilizada por el señor Sánchez calificando a la oposición? Pues eso.

La penúltima noticia llegada de Marlaska (nunca debe decirse la última) y que nos llega hace 48 horas (escribo esta tribuna el día 22 de julio), es que ha vuelto el señor ministro a acercar mas presos al país vasco. Qué enorme diferencia entre el que hacer de Marlaska hoy día y el que desarrollaba ejerciendo de juez. Así son las cosas. Esto de acercar a presos etarras a cárceles vascas, se ha convertido en manos del ministro en una rutina de la que están encantados los presos y desesperados los ciudadanos del día a día que no dan crédito a lo que hace el Ministro sin que nadie levante la voz. Bien es cierto que si alguien se atreve a plantarle cara, se le destituye y a otra cosa mariposa. El coronel Pérez de los Cobos, vivió en sus carnes una destitución a todas luces injusta.

«Lo acepte o no, el presidente mentiroso está sintiendo en su cogote la respiración de Nuñez Feijóo y eso es un síntoma que augura grandes cambios»

A este hombre, a Marlaska, además, le ves pensativo y concentrado cuando está en el banco azul del Congreso y no esperes que, cuando despierte ponga en marcha su mano de hierro y su mente deudora de los miembros populistas del Gobierno.

¿Qué defensa puede tener el ciudadano, cuando intenta que, en cualquier asunto de importancia que le afecte y siguiendo los mandatos de la Constitución, se da cuenta que su Gobierno no le apoya, e incluso le pone difícil el arreglo?

No es la primera, ni será la última vez que el Presidente mentiroso le dice a la oposición, concretamente al PP, su verdadera obsesión, que ellos, la oposición, nunca cumplen con la Constitución. ¿Tendrá cara dura?

Pues así estamos, de modo que no extraña nada el comportamiento profesional del Ministro Marlaska, acercándose cada vez mas, a los socios populistas y separándose más y más de lo que debe ser un Estado de Derecho. ¿Qué mala es la ambición política, cuando se emplea mal. Y qué injusta.

Está calentita aún, la remodelación que está haciendo o ha hecho el presidente para resetear al partido, para lo que se ha rodeado del núcleo verdaderamente duro en el que, seguro, se va a parapetar de forma que cada vez se le vea menos.

Lo acepte o no, el presidente mentiroso está sintiendo en su cogote la respiración de Nuñez Feijóo y eso es un síntoma que augura grandes cambios. No aceptarlo, sería no quitarse la venda de los ojos para no conocer la realidad. De modo que ya está el Presidente reuniendo los preparativos para frenar, vaya usted a saber, con qué artimañas y, por supuesto mentiras, a la oposición que viene muy en serio.

En esa remodelación del PSOE, no se ha contado con el ministro Marlaska. ¿Será que el propio presidente no se fía tanto como parece?

Ahora que tantas dimisiones y tan en cascada se están produciendo, Dolores Delgado, Adriana Lastra, por qué no aprovecha Marlaska y dimite también y se va con su marido a descansar y a dejar a un lado el estrés, y de paso se libra de la que le puede caer encima?

Descansaría el presidente, descansarían los ciudadanos, y descansaría la oposición y, como es lógico, descansaría el marido del ministro.Todo muy familiar.

Qué difícil es conciliar.

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