Diario de León

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¿Quiénes son los ricos y quienes los pobres, hoy, en España? Convendría definir ambos conceptos para saber qué se entiende por ricos y pobres y poder precisar quiénes son los unos y quiénes son los otros.

Pedro Sánchez, en su visión dualista de la sociedad española, se ha encargado de señalarnos de forma maniquea quiénes son los ricos —los de arriba— y quiénes los pobres —los de abajo—. Ricos, según ‘Su Sanchidad’, son Feijóo, la banca, las grandes empresas energéticas y las grandes corporaciones; mientras que pobres, a decir de ‘Su Persona’, serían el propio Sánchez y las clases medias y trabajadoras, ‘la gente’ —«versión actual del proletariado explotado» (A. Elorza)—. Sin embargo, Sánchez obvia otros dualismos, los que le dejan en mal lugar y, por el contrario, encumbran a Feijóo: el que diferencia a un buen gobernante —Feijóo— de un mal gobernante —Sánchez—, y el que diferencia a un buen gestor —Feijóo— de un mal gestor —Sánchez—. Lo del ‘plagiador’, «más que gestión, (es) frenesí. Pedro Sánchez se ha sumergido en un torbellino propagandístico que roza lo histérico» (J. A. Vara).

El discurso de Pedro Sánchez contra Núñez Feijóo y el intento de asociar a éste con los adinerados y pudientes no funciona al ser el propio Sánchez quien convive con ellos. «A los líderes de la izquierda, a la gente que escala el Everest del poder desde el barro del ensanche le encanta alternar con los ricos y poderosos tan pronto sientan sus posaderas en el trono… Se les hace el culo pepsicola ante ese sublime incienso que destila imperceptible el mundo del gran dinero» (J. Cacho). Recordemos su patológico exhibicionismo en La Casa de América y sus encuentros con banqueras y banqueros.

Quien des-gobierna hoy España es el insolvente de Pedro Sánchez, no Feijóo; y las víctimas de la política tributaria sanchista no son los ricos, los perjudicados son la clase trabajadora, los ciudadanos con menos recursos y los que están perdiendo poder adquisitivo por su incapacidad para controlar la inflación, por su negativa —no es no— a bajar los impuestos al consumo y por no deflactar el IRPF; o sea, aquellos a quienes los sanchistas llaman ‘la gente’. «Con su negativa a deflactar el IRPF, el Gobierno está perpetrando un auténtico atraco al bolsillo de los más de 20 millones de contribuyentes» (I. Ruiz-Jarabo). La política tributaria de Pedro Sánchez está empobreciendo de modo injusto a las clases medias y trabajadoras y enriqueciendo ilegítimamente al Estado. «La realidad es que, con la excusa de mantener el Estado de Bienestar, no renuncia a sostener el Bienestar del Estado, aunque sea a costa de hundir la economía productiva, asfixiar a las clases medias e hipotecar la salida de una crisis que con estas políticas va a costar años superar» ( eldebate.com) .

Según Félix de Azúa «hay una terrible paradoja en la actual política progresista. Parten de principios históricamente cristianos, recubiertos con una piel de terminología izquierdista. Nadie duda de los problemas que plantean, pero la solución que ponen en práctica sólo consigue empeorar la situación. La caridad de los antiguos monasterios era mucho más eficaz. Yo no sé si se entiende bien que el proceso de agudización de la pobreza no es sólo la obra de los despiadados capitalistas. La responsabilidad de la miseria está muy repartida y aunque parezca mentira buena parte de la misma viene de la izquierda, como en la Rusia soviética». A ello añade que «la izquierda… ha hartado a todo el mundo por su narcisismo, su cursilería y sus tendencias totalitarias. Son muchos tres años de mentiras, agresiones, calumnias, falsedades, majaderías e incompetencias. El último capítulo, el de las bajadas y subidas de impuestos, ha sido suficientemente claro. El PP y los liberales han bajado los impuestos para compensar la desastrosa ruina de las clases medias, las altas y las bajas. Frente a ellos, los socialistas sólo proponen seguir subiendo los impuestos. Ellos dicen que se los suben a los ricos, pero es evidente que los muy ricos tienen mecanismos para evitar el pago y los semi ricos no aportarán lo suficiente como para compensar el miedo de los capitales a la inseguridad española. Los sanchistas dicen que la derecha sólo ayuda a los privilegiados y que ellos quieren cobrar el dinero de los contribuyentes para construir un estado del bienestar. Todos sabemos que eso es falso. En los años que llevan en el poder no han logrado mejorar absolutamente nada, ni la sanidad, ni la educación, ni los transportes (aún se oyen las carcajadas por el tren de Extremadura), ni la cultura, en fin, nada decente… Por desgracia los sanchistas no quieren cobrar los impuestos para mejorar la vida de la gente, según dicen, sino para mejorar la vida de su clientela, de sus amigos, de sus familias y de ellos mismos». Bienvenidos al club, empezando por Sánchez y señora, los nuevos ricos, que con el ‘todo gratis’ no les afecta la inflación. «Sánchez será en 2023 el hombre sin inflación» (C. Cuesta).

«Dividir a los españoles entre ricos y pobres, además de injusto, falso y estéril, es peligroso porque contribuye a aumentar la polarización que estresa el sistema, desprestigia las instituciones y debilita la democracia… El Gobierno, carente de otras ideas más rigurosas, insiste en el populismo y el radicalismo como solución para sus problemas de imagen y credibilidad» (A. Caño). Esa visión dualista y maniquea que de la sociedad española tiene el presidente felón, con la que pretende que a Feijóo se le relacione con los opresores, poderosos y millonarios —con los ricos—, mientras que a él, a Pedro Sánchez, se le identifique con los oprimidos, proletarios y necesitados —con los pobres—, es tan burda e insultante que solo denota ignorancia, mala fe o ambas cosas a la vez.

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